Conspiración en Venezuela

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Pueblo venezolano.

 

Por José Dídimo Escobar Samaniego

Cédula No.: 7-84-41

 

Desde el primer día que Henry Ramos Allup, ex presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, asumió el mando, no tuvo rubor al comprometerse con un plan desestabilizador y con un proyecto de tumbar al gobierno constitucional. Entonces, a la OEA, no le pareció un atentado al Estado de derecho, tal accionar.

 

Cuando en el 2009, en Honduras, los militares y las fuerzas políticas de derecha secuestraron y lo sacaron a la fuerza por intermedio de una operación militar, a Manuel Zelaya, legítimo presidente constitucional de Honduras, violando el orden democrático e imponiendo a la fuerza a Roberto Micheletti, que dio paso a una represión violenta contra el pueblo en respuesta a la multitud que salió a las calles de la capital para protestar contra la destitución a la fuerza de su presidente, no obstante la OEA, no le dio ni calor, semejante burla a lo que hoy pretender desempolvar.

 

El 30 de septiembre de 2010, los golpistas tomaron el Regimiento Quito y, en un acto de valentía y de responsabilidad, Correa llega a las instalaciones para explicarles que “ahora el policía que menos gana es 700 dólares, pero qué pasa, antes había una serie de parches, le pagaban 160 dólares ‒al mes‒ pero le daban un juguetito en Navidad para el hijo y con eso lo ponían contento y engañaban a los policías, ahora decimos: Tengan un salario digno y ustedes cómprenle el juguete a su hijo”. Secuestraron al presidente, los militares que seguían el cumplimiento de un plan de la derecha ecuatoriana que debió terminar con el magnicidio del residente Correa, a no ser por la acción oportuna y rápida de rescate popular que deshizo los perversos planes de los trogloditas. Y en ese entonces la OEA no dijo nada.

 

Cuando en el 2012, en Paraguay, la derecha de ese país, conspiró para tumbar a Fernando Lugo y fue destituido de su cargo en un juicio sumarísimo en donde el Senado más corrupto de las Américas ‒¡y eso es mucho decir!‒ lo halló culpable de “mal desempeño” de sus funciones debido a las muertes ocurridas en el desalojo de una finca en Curuguaty, la OEA nunca advirtió que se atentaba contra el orden constitucional y democrático en ese país.

 

Cuando en el 2016, en Brasil, el delincuente condenado por corrupción, lavado de dinero y evasión de divisas a 15 años de prisión, el expresidente de la Cámara de Diputados de Brasil Eduardo Cunha, el principal promotor del juicio político que llevó a la destitución de Dilma Rousseff, y la defenestraron para imponer por vía de una trama perversa al derechista Temer, que también aguarda un proceso por corrupción, la OEA estaba ciega, sorda y muda. Hay muchos otros casos debidamente documentados que prueban la desidia y la negligencia de ese organismo moribundo.

 

En el caso de Venezuela, la Corte Constitucional ha emitido un fallo que incrimina a dicha Asamblea por romper el orden constitucional.

 

Ahora bien, ¿hubo golpe o se disolvió la Asamblea?: No. De hecho, el parlamento podría volver a funciones en solo dos días, si quisieran, al salir de su desacato (retirar Diputados de Amazonas). No hay golpe de Estado, pues no hay desplazamiento del Poder legislativo ni de sus integrantes (disolución). Técnicamente, tampoco hay disolución, pues no está disuelto un Parlamento que puede volver a funciones. El TSJ va asumir de manera accidental y coyuntural funciones de la AN para cubrir el vacío de Estado que hay con el poder legislativo a más de un año de su ausencia por auto anulación y desacato.

 

He escuchado a muchos que, sin manejar los hechos, caen en el desarrollo de la propaganda de los que quieren que pensemos que algunos golpes contra la Constitución son buenos y otros no.

 

Venezuela está donde está, porque algunos a quienes les interesa acceder al poder como sea, están dispuestos a desangrar a ese pueblo para poder saciar, fuera de toda regla, la ambición por el poder per se, porque allá como acá, la avaricia los hace justificar lo que sea.  El gigantesco sabotaje a la economía nacional, es parte de su plan y no les importa las consecuencias que sufra el pueblo. De hecho, nunca les ha importado.

 

La OEA, no tiene moral, porque su silencio cómplice en favor de los zarpazos que, contra los pueblos de América se ha inferido, es proverbial. Y dice un viejo adagio que “tanta culpa tiene el que mata la vaca, como el que le amarra las patas”.

 

Aquí en Panamá, tenemos memoria y no se nos olvida, que cuando el ejército norteamericano masacró a nuestro pueblo en 1964 y 1989, las siglas de la OEA, significaban y siguen significando para nosotros “Olvidemos Ese Asunto”.

 

El único camino viable en Venezuela, que tiene una riqueza energética estratégica, como en cualquier otra parte, es el diálogo, el mutuo reconocimiento, el entendimiento civilizado y maduro, que reconozca que la única salida posible a cualquier diferencia, no puede ser por la vía de la imposición, la extorsión y el chantaje.

 

¡Así de sencilla es la Cosa!

 

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