Con discurso unitario, Nito Cortizo acepta victoria presidencial
Por Julio Bermúdez Valdés
Redacción Bayano digital
Laurentino Cortizo Cohen se ha convertido este domingo en el nuevo presidente de Panamá, al imponerse por 38 mil 854 votos a Rómulo Roux, en uno de los finales más dramáticos que recuerde la historia electoral de Panamá.
El candidato presidencial del Partido Revolucionario Democrático (PRD) obtuvo 624 mil 316 votos, en tanto que el de Cambo Democrático logró 585 mil 462, tras lo cual el magistrado presidente del Tribunal Electoral, Heriberto Arauz, hizo la llamada a Cortizo para recocerlo extraoficialmente como nuevo mandatario.
Es, después de Ernesto Pérez Balladares y Martin Torrijos Espino, el tercer presidente del PRD en los treinta años que han seguido a la invasión de Estados Unidos a Panamá en diciembre de 1989.
Hasta aquí los hechos escuetos. ¿Qué significa la victoria de Cortizo, la forma como se produjo y lo que proyecta sobre el país después de una conflictiva década donde la corrupción alcanzó para Panamá el rango de problema nacional? ¿Cómo interpretar el drama final de la contienda y la forma como se expresó el electorado?
Pese a la coincidencia de los siete candidatos que concurrieron a las elecciones presidenciales panameñas este domingo, entre ellos la batalla contra la corrupción, la victoria de Nito Cortizo parece un rechazo mayoritario a las tensiones vividas por el país en el último decenio, protagonizadas por el CD y el partido panameñista, y un reclamo urgente por la atención a la agenda social.
Educación, salud, pobreza y seguridad pública, en resumen, mejor calidad de vida, aparecen de primero en la agenda privilegiada por el votante. Coherente con las mismas, el nuevo presidente panameño, pronunció esta madrugada un discurso conciliador, destacando la unidad del país como forma de encarar los desafíos del próximo quinquenio.
Todas las ofensas y toda la confrontación queda atrás, dijo Cortizo, al convocar a todos los panameños a encarar el futuro a partir de las consideraciones establecidas en las propuestas del Consejo Nacional de la Concertación, creado durante la administración del también perredista Martin Torrijos Espino durante el quinquenio 2004-2009 y que reúnen a representantes de la sociedad civil.
Consecuente posición si se considera el estrecho margen por el cual obtuvo la presidencia de la República, y que puede significar la presentación de puentes para con los demás concurrentes a los comicios de este domingo, en especial a su más cercano contendor Rómulo Roux.
Cortizo llega tendiendo mano, con disposición de trabajo y en particular con la posibilidad de renovar los vínculos de su partido con una ciudadanía que en las dos elecciones que antecedieron a la del domingo, había dejado de lado al PRD.
Con una estrategia de afuera hacia adentro, desde las bases, Nito Cortizo hizo posible lo que parecía imposible: unir bajo una misma aspiración y posibilidades a un PRD que en sus dos últimas elecciones se caracterizó por letales divisiones internas. Así que además de presidente, Cortizo asume el rol de unificador de ese colectivo.
Llega además a la presidencia de la república para defender los intereses del país, dijo enfáticamente esta madrugada, al reiterar que no hará mandados a nadie.
Entre tanto, y tal cual lo señalamos en nuestros análisis, Rómulo Roux encabezó la segunda fuerza más votada de estas elecciones.
Aun cuando varios fueron los factores que intervinieron en ese logro, a nuestro criterio el más significativo ha sido, el aportado en votos por el expresidente Ricardo Martinelli. Detenido en el Centro Penitenciario Renacer, Martinelli se convirtió en una bujía que no pueden ignorar sus detractores, y en “ese factor político” que describimos aquí el 12 de abril pasado.
Bajo el título de “Ese factor político llamado Ricardo Martinelli” dijimos que: “Si en 2015, cuando la administración Varela inició las acusaciones anticorrupción contra el expresidente Ricardo Martinelli la idea era lograr rápidas sentencias condenatorias que de paso lo anularan políticamente, tal propósito parece encarar algunos contratiempos”.
Y añadimos: “…Martinelli exhibe hoy todas las características de un jugador que, a pesar de la adversidad, mueve fichas, alza voz, reta a las autoridades, se cae y se levanta, grita y forcejea, y mantiene entre la población una cuota de simpatía”.
“Lo que sí parece inevitable, es que Martinelli aporte a su partido y a su candidato no solo votos, sino una posibilidad política que nadie debería ignorar”, concluíamos.
Quizás sea temprano para cuantificarlos, pero con seguridad, del medio millón de votos obtenido por Roux, un buen número se deba a Martinelli.
Aun cuando Roux se ha negado a reconocer el anuncio de los Magistrados del Tribunal Electoral respecto a la presidencia de Cortizo, sobre todo su señalamiento respecto a los votos nulos y por lo que ha requerido el recuento de actas, ni siquiera la suma de esos sufragios que alcanza los 24 mil votos, puede variar los resultados.
La revelación del torneo lo es sin duda el candidato por la libre postulación Ricardo Lombana, que en la primera fase de la recolección de firmas para su postulación casi se queda por fuera. Lombana encarnó con éxito evidente un sentimiento antisistema en el electorado, que debe ser considerado con mucha seriedad. Hereda de estas elecciones todas las posibilidades para desarrollar un movimiento que, como demostró, posee grandes posibilidades.
El Partido panameñista devino en el gran perdedor de estas elecciones. “Acostumbrado a los retos difíciles”, -como nos dijo- José Isabel Blandón desarrolló una campaña digna que encontró su principal rival en el desgaste del gobierno de Juan Carlos Varela.
Blandón recibió por el mandatario saliente el voto castigo de una comunidad electoral agotada del cinismo político de Varela, de su despilfarro de recursos, de sus maniobras apócrifas y de esa especie de autocomplacencia con sus habilidades para burlarse de un electorado que encontró en estos comicios el momento oportuno para tomar venganza. Pese a su trayectoria impecable, Blandón pagó la factura.
El resto de los candidatos, incluida la diputada Ana Matilde Gómez, deben revisar, no sus propuestas, sino los correctivos que deben aplicar a sus formas organizativas y la manera de hacer política.
Las de 2019 han sido unas elecciones históricas que, como en el caso del PRD, le abre puertas para no cometer los errores del pasado aprovechando la oportunidad que le da el electorado, y a otros para sintonizarse con una agenda país que no se puede postergar.