Colón: el último disparo, las últimas bajas de los patriotas

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Jóvenes panameños defendiendo la soberanía nacional.

Por Luis Navas P.
Magister, catedrático de Relaciones Internacionales en la Universidad de Panamá.

En horas casi nocturnas del jueves 9 de Enero de 1964, se difundió a través de las radioemisoras del país la agresión de los policías y de los soldados estadounidenses acantonados en la Zona del Canal en contra, inicialmente, de los estudiantes del Instituto Nacional y, luego, contra amplios sectores sociales quienes se sumaron a la lucha por la defensa de la soberanía nacional.

Cientos de heridos colapsaron el sistema sanitario panameño. Las autoridades de la Zona del Canal de manera cínica afirmaban que ellos solamente habían empleado armas para “cazar patos”. Era necesario desnudar la vil mentira.

Los nacionales fueron atendidos en, la ciudad de Panamá en el Hospital Santo Tomás y la Caja de Seguro Social, en el Hospital Amador Guerrero, en la ciudad de Colón, según datos del Lic. Guillermo E. Beleño C. quien fungía como Jefe del Servicio de Informes y Estudios Sanitarios, del Ministerio de Trabajo, Previsión Social y Salud Pública.

El documento, invaluable, acerca de las certificaciones forenses de heridos y muertos, reposa en los archivos del Ministerio de Relaciones Exteriores de Panamá. Este documento posee la certeza histórica para afirmar que los agresores utilizaron en esa ocasión: balas, perdigones, bayonetas, culatazos y gases lacrimógenos sofocantes. La mayoría de las lesiones se ubican en el abdomen, piernas, tórax y cráneo.

De las 471 personas atendidas en los tres centros hospitalarios, fallecieron 21: 18 fueron asesinados en Panamá; 3 en Colón. Del total de heridos, 336 fueron en Panamá y 105, en Colón. En cada ciudad se eliminó las niñas. La mayoría de los heridos eran hombres (434) y murieron 19. De las 37 mujeres, fallecieron 2 niñas, en sus respectivas residencias.

Los heridos de balas fueron 85: 72 en Panamá y 13 en Colón. De estos, 11 fueron asesinados en Panamá y 2 en Colón. Por efecto de los gases fueron atendidos 37, pero, en Colón, se concentró este tipo de afectación con 28 y de manera fatal una niña de solo 6 meses.

La mayoría eran indígenas Gunas. Por heridos de perdigones la mayoría (36) eran de Panamá y los otros de Colón (9). En cambio, los heridos por bayonetas y culatazos predominaron en Colón con 9, de un total de 11.

¿Qué sucedió en Colón? ¿Por qué los enfrentamientos se prolongaron hasta el 12 de enero? Es bueno recordar que Colón surge como ciudad-puerto (1852) por la construcción del ferrocarril (1850-55) desplazando a Portobelo y San Lorenzo del Chagres.
A partir de 1904, quedó encerrada por la Zona del Canal y gracias a la construcción de un corredor y a la carretera transístmica se pudo entrar y salir sin tener que ingresar a la Zona del Canal. En sus 16 calles, según el censo de1960, convivían 59.598 habitantes.

En esa ciudad coexistían nacionales, descendientes de chinos, hindúes, hebreos, griegos, españoles, italianos, afrodescendientes, que fueron llegando desde 1850.

La lucha contra la discriminación practicada por las autoridades de la Zona del Canal era cotidiana y permanente.

Ningún grupo social se eximió del irrespeto promovido por una supuesta y arrogante superioridad racial del ciudadano blanco estadounidense.

El primero en caer abatido, en la ciudad de Panamá fue el estudiante secundario Ascanio Arosemena, el 9 de Enero a las 7:30 p.m. Un proyectil le perforó el pulmón derecho y le atravesó la aorta.

Al día siguiente, Rosa Elena Landecho, una niña de 11 años, una potente bala le destrozó el cráneo cuando se encontraba en el balcón del multifamiliar de San Miguel, Corregimiento de Calidonia.

Particularidades de la lucha en Colón.

En Colón, los primeros enfrentamientos se dieron en el lapso de las 7 a las 11 de la noche. Las aceras del YMCA, el Templo Masónico y el Comisariato, o calles 11,12 y 13de la Avenida Bolívar y se extendía hacia la Avenidas Balboa y Del Frente (hoy Avenida de Los Mártires) fue el campo de batalla. De los 9 heridos por bayonetas y culatazos sobresale el dirigente obrero Andrés Galván.

El primer mártir colonense es Carlos Renato Lara estudiante del colegio nocturno, contaba con 18 años. El 11 de enero recibió varios impactos, más de uno le disparó. Una bala le destruyó el cerebro y varios perdigones impactaron el tórax y el abdomen.

No había otra disyuntiva, era necesario recurrir a las armas. Piedras y modestas bombas incendiarias no eran suficientes. El 10 de enero, en horas tempranas, fracasamos al intentar asaltar una ferretería para confiscar las armas de caza que allí se vendían.

Un cazador furtivo, Aniceto Camargo, al vernos con esa angustia, nos confía su rifle calibre 22 con el solemne compromiso de su devolución. Con el rifle de Aniceto Camargo, manejado por empíricos tiradores, se organizaron varios turnos integrados por
Roger Amor, Antonio Yépez De León, Rolando Sterling, Antonio Ferro, Deyanira Gómez y los hermanos Luis y Juan Antonio Navas Pájaro.

El grupo integrado por Juan, Ferro y Deyanira fueron los últimos que dispararon, y a Juan lo hieren aproximadamente el 11 a las 11:45 de la noche. Varios perdigones se le incrustaron en el cerebro. Veinte minutos después cayó asesinado el Sargento de la Guardia Nacional Celestino Villarreta, un potente disparo le destruyó el corazón.

En esas horas tempranas del 12 de enero, las fuerzas armadas de los EE.UU lanzaron una cantidad imprecisa de gases lacrimógenos y sofocantes. Así murió la niña de 6 meses Maritza Alabarca Ávila, víctima de los efectos de los brutales gases arrojados sobre la población civil.

Asimismo, el 12 de enero, Thomas Mann, Sub Secretario para Asuntos L.A. le informó a su Jefe inmediato Dean Rusk que en el Atlántico habían sufrido 4 bajas más entre sus militares, producto de un solo francotirador.

Ese mismo día, el Jefe de la Guardia Nacional, Bolívar Vallarino, envió a Colón un contingente militar, al mando de los mayores Omar Torrijos y Boris Martínez, para contrarrestar la única resistencia que aún se mantenía combatiendo.

Durante esos días de enero, se constató como una leve brizna se transforma en vientos huracanados y un río manso deviene en un poderoso torrente donde convergen muchas fuerzas. Se hizo lo que se pudo. Hicimos lo que tuvimos que hacer. Se luchó con convicción.

¡Cómo no sentir orgullo de ser panameño! Este pequeño país que en 1960 había alcanzado un millón de habitantes, rompió relaciones diplomáticas con la primera potencia imperial, la más fuerte y mejor armada. Los acusamos por agresión ante la ONU y la OEA. Hubo de inmediato manifestaciones de apoyo a Panamá en todos los continentes al grito de: ¡Yankee go Home!

Posteriormente, los obligamos a negociar la eliminación de la Zona del Canal, el desmantelamiento de todas sus bases militares y la entrega de la Zona del Canal que habíamos cedido en 1903 a perpetuidad.

No fue fácil soñar el futuro. Un año después, en enero de 1965, en el primer aniversario de la Gesta Patriótica fuimos arrestados. Para restarle fervor en Colón a la conmemoración, el Gobierno de Marcos Robles recurrió a la persecución.

Tropas del ejército de Estados Unidos, con bayonetas caladas, ocuparon la ciudad de Colón, el 9, 10 y 11 de Enero de 1964 (Foto: Lotería, 191, octubre, 1971).

Los panameños y panameñas estamos obligados a actuar con madurez en las actuales circunstancias para construir, entre todos, un proyecto de sociedad donde tengamos derechos al bienestar y al progreso social. Sigue pendiente la lucha contra la pobreza. Ese es el sueño, esa es la esperanza. Si ayer pudimos vencer, hoy también es posible. ¡Que así sea!

Comentario de Bayano digital que complementa el artículo:

La Guardia Nacional, posteriormente convertida en Fuerzas de Defensa y luego en Fuerza Pública, jamás reivindicó la figura heroica del sargento Celestino Villarreta, quien murió a bordo de un vehículo de patrullaje. Su compañero de armas sobrevivió al tiroteo y escuchó la voz de uno de los agresores con acento puertorriqueño, quien preguntó: ¿Señores guardias están bien?

El único reconocimiento póstumo fue registrado durante el sepelio del uniformado. En esa oportunidad, el oficial Manuel Noriega, comisionado por la institución, pronunció un breve pero emotivo discurso, en el que destacó el valor del caído en la gesta.

Hay que destacar, además, que en la ciudad de Panamá hubo policías panameños que desafiaron las órdenes de superiores temerosos y cobardes, de mantenerse pasivos ante la matanza de civiles. Desenfundaron las armas de reglamento y respondieron el fuego del ejército estadounidense apostado en áreas de la Antigua Zona del Canal. El intercambio de disparos quedó grabado en las escenas transmitidas por la televisora TV2. No obstante, esos archivos con valor documental desparecieron en forma misteriosa, lo que privó a nuevas generaciones de conocer la historia.

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