Por Adrián Freja de la Hoz
El 6 de diciembre de 2017 Colombia y Venezuela amanecieron con una importante noticia: en la isla de Jeju en Corea del Sur, el Comité intergubernamental de salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial decidió acoger la candidatura de los cantos de vaquería del Llano colombo-venezolano e incluirlos en la lista de expresiones culturales del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad que necesitan una urgente salvaguarda.
Antes de celebrar la noticia, es fundamental entender que se trata de un llamado de atención para no dejar morir una expresión cultural tradicional en vía de extinción. El objetivo de las “medidas urgentes de salvaguarda” de formas inmateriales del patrimonio cultural de un país es: “conseguir cooperación y asistencia internacional para expresiones culturales amenazadas” (Unesco). Es decir, ante la desidia nacional, la Unesco propone buscar apoyos internacionales que verdaderamente permitan que una expresión cultural valiosa para el país continúe existiendo.
Los cantos de vaquería son cantos de labor, cantos que ayudan en la labor de arrear el ganado. Sus versos se ajustan al patrón de la copla española, pero su canto es alargado y profundo y se emparenta con los cantos que entonaban los esclavos africanos en las zafras del Caribe. Ver cómo responde el ganado a estos cantos es todo un espectáculo, es la muestra fehaciente de que la música y el canto no sólo es valorado por los seres humanos. Sin embargo, ante el uso de los camiones para transportar el ganado, el vaquero no necesitó más utilizar su canto como guía de los rumiantes.
Al igual que los cantos de vaquería, son muchas las expresiones culturales tradicionales que en Colombia están en vía de extinción y que necesitan una urgente salvaguarda. La lista puede ser extensa, pero, sin duda, necesaria: cantos de zafra, cantos fúnebres afrodescendientes que retoman romances españoles del siglo xv y xvi, décimas españolas del siglo xvi entonadas en los cantos de nuestros litorales, cuentos tradicionales orales de las culturas afro, indígenas y campesinas, entre muchas otras expresiones que día a día pierden su valor por las dinámicas de la modernidad en el mundo rural.
La mayoría de expresiones culturales patrimoniales que están en vía de extinción en nuestro país hacen parte del campo. Son expresiones de campesinos y campesinas que no cuentan con instituciones culturales o académicas que promuevan y valoren su conservación. A diferencia de Cuba, que debe estar celebrando la inclusión de la música del punto cubano en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural de la Humanidad, en Colombia deberíamos estar preguntándonos qué nos ha pasado en materia de protección a las expresiones culturales valiosas como los cantos de vaquería, deberíamos preguntarnos cuál es el papel y el valor que le damos a las expresiones culturales campesinas, preguntarnos cuáles son los mecanismos de conservación más efectivos y cuáles son las instituciones nacionales llamadas a mantener viva estas expresiones. Deberíamos preguntarnos entonces si luego de la decisión de la Unesco en Jeju, a los cantos de vaquería hay que ¿celebrarlos o salvarlos?