Por David Carrasco
La madrugada del domingo 29 de octubre, ocultos en las sombras, elementos ejecutaron un plan sincronizados de robos en edificios en el corregimiento de Bethania, tras violentar verjas, portones y cerrojos metálicos con el uso de herramientas especiales. Diversos vehículos de propiedad particular fueron afectados, pero también se tienen indicios de violaciones en perjuicio de algunas damas.
El hecho punible, presumiblemente aislado y casual, guarda relación con la escalada de violencia criminal en el país y representa una bofetada en el rostro a los altos mandos policiales y estamentos de seguridad a cargo de civiles. Aún se desconoce si los delincuentes disponían de apoyo logístico de alguna fuerza desconocida o de organizaciones entrenadas para causar zozobra en sectores contestatarios de las capas medias de la población.
Los afectados por la seguidilla de ataques criminales presentaron las respectivas denuncias en la instancia correspondiente, sin obtener detalles de personas detenidas Al ser informado de los hechos, el representante del corregimiento de Bethania, Abdiel Sandoya, reaccionó con alarma y estupor, debido a que en las últimas semanas se ha intentado coordinar respuestas preventivas y punitivas contra delitos vinculados a asaltos y el narcotráfico.
Betania es un corregimiento del distrito de Panamá, ubicado en el área urbana de la capital panameña. Limita al norte con el corregimiento de Ancón; al sur, con Bella Vista y Pueblo Nuevo; al este, con el distrito de San Miguelito y al oeste, con Curundú. Sin embargo, esa conectividad con otras áreas, la somete a la influencia de migrantes y al movimiento constante de personas con historial delictivo. Ello ha contribuido a elevar los niveles de inseguridad y desprotección en el ámbito comunitario.
Las decisiones de la Policía Nacional de aumentar el pie de fuerza y ampliar la cantidad de los comités de “Vecinos Vigilantes” han tenido poco efecto en la prevención de delitos. Los delincuentes formados probablemente en las pandillas o en cárceles donde no hay rehabilitación alguna, disponen de sistemas de comunicación y referencia de las áreas vigiladas. Además, es la propia jefatura policial la que ha reconocido públicamente la infiltración del crimen organizado en sus filas y la fuga de información.
El escenario no pinta bien para las áreas residenciales en Panamá. Algunos residentes, cuyas viviendas han sido saqueadas, han optado por armarse para obtener venganza y certeza del castigo, pese a las restricciones oficiales vigentes. En verdad, el armamento automático en poder de pandilleros y bandas es muchas veces superior en potencia de fuego al que portan los agentes del orden y las unidades especiales entrenadas para enfrentar a los criminales con acceso a la tecnología.
Un tipo de respuesta más efectiva es el trabajo de Inteligencia, para golpear y aniquilar al crimen organizado que opera con códigos propios, actúa con impunidad y recluta en los barrios a jóvenes expulsados del sistema educativo. En todo caso, Bethania puede ser considerado un experimento. El aumento exponencial de casos delictivos sugiere que es necesario realizar las cosas de forma diferente con el objetivo de obtener resultados efectivos y anular los centros de mando de los grupos delictivos.
La realidad demuestra que hay que rediseñar a la Fuerza Pública y todos los cuerpos de seguridad, donde falta inspiración patriótica y un férreo compromiso en la defensa del Estado Nacional. Las rondas y retenes policiales son de escasa utilidad, si no se dispone de información veraz para dirigir y ejecutar las redadas. Las acciones de fuerza deben ser emprendidas contra los pilares que sostienen al mundo delictivo, mientras se aplica un verdadero plan de desarrollo en las comunidades vulnerables a la violencia.