Antonio Yépez De León, forjador de la unidad en el movimiento sindical panameño

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Antonio Yépez De León.

Por David Carrasco

Antonio Yépez De León, dirigente sindical y ex gobernador de la provincia de Colon durante el gobierno del general Omar Torrijos, ocupa un lugar en la historia como consecuente organizador del movimiento popular colonense y forjador de la unidad de los trabajadores panameños en un período de desafíos políticos en el complejo escenario latinoamericano, en el que proliferaron las amenazas de fuerzas conservadoras estadounidenses.

Yépez, forjador de la unidad en el movimiento sindical en Panamá, respetado incluso por el receloso sector empresarial debido a su extraordinaria capacidad de liderazgo y coraje, falleció en extrañas circunstancias en una carretera solitaria, el 29 de mayo de 1981, el mismo año en que perecieron en este país Rubén Darío Herrera, Ascanio Villalaz y Omar Torrijos. Esas pérdidas humanas desgarraron al naciente proyecto liberador y provocaron el ascenso repentino en la jefatura del Estado de una derecha ansiosa de poder, que introdujo nuevas reglas de juego en la arena política.

Cinco días antes de la muerte de Yépez había desaparecido en Ecuador, en un sospechoso accidente aéreo, el presidente ecuatoriano Jaime Roldós Aguilera, quien en 1980 presentó al Pacto Andino la Carta de Conducta o Doctrina Roldós, para que prevaleciera en el continente el respeto a los derechos humanos y la justicia social, ante el caduco modelo político vigente en la región. El mandatario trazó un plan de reivindicación para reorganizar el sector de los hidrocarburos, lo que irritó a Estados Unidos, que entonces ejecutaba la denominada “Operación Cóndor”.

Yépez había tenido la visión de afianzar al periódico Bayano, que desempeñaba un importante papel en las filas del movimiento obrero. Asimismo, trazó la línea dirigida a consolidar al Consejo Nacional de Trabajadores Organizados (CONATO), para darle un papel protagónico en el debate y la toma de decisiones en el proceso liberador. De hecho, activó un tenaz movimiento de protesta y dignificación de empleados en la Zona Libe de Colón, principal centro de reexportación de mercaderías en Latinoamérica.

El recordado dirigente popular desafío a los grupos económicos poderosos y sin escrúpulos que habían asignado a la ciudad de Colón un papel de gran garito. En cambio, promovió la Educación y la formación laboral de jóvenes provenientes de barrios deprimidos, y rechazó el proyecto de crear allí un Puerto Libre donde las familias colonenses empobrecidas serían excluidas de los beneficios de una actividad comercial sin control, en manos de los oligopolios.

Durante su vida, Yépez trabajó con los jóvenes en los barrios, promovió la vivienda digna y aborreció la coima. Su trayectoria estuvo marcada por constantes retos, tras haber participado en luchas, entre ellas la gesta del 9 de Enero de 1964 y huelgas convocadas por los sindicaos en defensa de los derechos laborales, la seguridad social y la justa remuneración de los obreros en centros de trabajo. Sin lugar a dudas, era el dirigente sindical de mayor prestigio y estatura moral para encabezar la unificación y coherencia de las centrales de trabajadores. Sus dotes de orador culto ayudaron a proyectarlo en el ámbito nacional e internacional.

El cadáver de Yépez fue encontrado con evidencias de múltiples golpes en su anatomía, en el interior de un vehículo chocado. No hubo testigos de lo ocurrido en un viaje de retorno a su ciudad natal. Sin embargo, el deceso fue insuficiente para apagar su voz. En las honras fúnebres, miles de personas leales, procedentes de todos los rincones de la provincia de Colón, se turnaban para cargar el féretro en una despedida conmovedora. Una hoja volante que redactó antes de su muerte circuló masivamente, y las campanas anunciaron la partida con honores del patriota escoltado por la multitud.

 

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