Asamblea Nacional Constituyente y los factores reales de poder

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Los panameños requieren una nueva Constitución para refundar al Estado.

Por Antonio Saldaña
Abogado y analista político

Se requiere una Asamblea Nacional Constituyente para desmantelar el poder de la plutocracia corrupta y del clientelismo político, porque es imprescindible que cesen los treinta y tres años de vagabundería política y opacidad en la administración de la cosa pública; para instaurar un Estado Social Democrático de Derecho, que la mayoría los panameños, en lo más profundo de su ser, anhelan.

Para lograr ese objetivo político supremo no basta proclamarlo. Es necesario dilucidar la esencia misma de la Constitución, para poder definir el camino hacia el desarme de la colcha de retazos jurídicos en que se ha convertido la “hoja de papel” de 1972 y sus numerosas modificaciones, sobre todo, los “factores reales de poder” de que está hecha, los cuales hay que limitar.

Es necesario empoderar al pueblo panameño como “factor real de poder”, capaz de erigir una correlación de fuerzas políticas comprometida con el cambio del actual modelo político.

El tratadista Ferdinand Lasalle subrayó ese principio en su conocido ensayo “¿Qué es una Constitución?”. Sostuvo en alusión al concepto real, concreto o esencial de la Constitución, que ésta “es en esencia la suma de factores reales de poder que rigen en ese país”. Respecto a la Constitución jurídica señaló que “se forman esos factores reales de poder, se extienden en una hoja de papel, se les da expresión escrita, y, a partir de ese momento, incorporados a un papel, ya no son simples factores reales de poder, sino que son erigidos en derecho, en instituciones jurídicas”.

En cuanto a los factores del poderío, el autor comentó que “los factores reales de poder que rigen en cada sociedad son esa fuerza activa y eficaz que informa todas las leyes e instituciones jurídicas de la sociedad en cuestión, haciendo que no puedan ser, en sustancia, más que tal y como son”.

Por otro lado, el reconocido constitucionalista panameño Carlos Bolívar Pedreschi indicó que “una Constitución es el documento en que las fuerzas políticas en una sociedad dada y en un momento dado, consignan, bajo la forma de normas jurídicas superiores, los valores económicos, políticos y sociales esenciales a dichas fuerzas”.

De lo dicho hasta ahora, se desprende una pregunta de rigor, para aproximarnos a la realidad concreta de la norma jurídica fundamental:

¿Cuáles son las fuerzas políticas de la sociedad panameña que son los factores reales de poder que dieron vida y actualmente sustentan la colcha de retazos jurídicos en que han convertido la Constitución de 1972, a través de sus múltiples actos legislativos y constitucionales?

En 1972, cuando se promulgó “la hoja de papel”, el poder político del Estado radicaba en los cuarteles de la Guardia Nacional convertida en factor real de poder. La Constitución de 1972 expresa la nueva concepción del poder, basada en una nueva organización política que excluye a la vieja oligarquía liberal del “ancien régime” y hasta instituye una especie de cuarto Órgano del Estado y una expresión personalísima del poder político. También concentra en el Órgano Ejecutivo mayor poder creando una subordinación de los otros dos poderes de la República.

Las modificaciones introducidas a la Carta de 1972 por los Actos Reformatorios de 1978, por el Acto Constitucional de 1983, los Actos Legislativos 1 de 1993 y 2 de 1994 y el Acto Legislativo de 2004; solo indican la mengua del factor real de poder militar, hasta 1983, y la reivindicación de fuerza política dominante de la nueva oligarquía o más precisamente, de la plutocracia.

De 1983 al 2004, los cambios constitucionales indicaron el tránsito del uniforme militar “verde olivo” al “saco y corbata” de la plutocracia y del poder económico, y sus instituciones políticas, como por ejemplo, las entelequias políticas, mal llamadas partidos políticos. Cambiaron los factores reales de poder y se añadieron otros. En pocas palabras, el poder real abandonó los cuarteles militares y se instaló en el Palacio de Las Garzas y el Club Unión. La concentración del poder en el Órgano Ejecutivo se mantiene. Sólo cambió de signo, de autoritarismo militar a autoritarismo plutocrático o “excesivo presidencialismo”.

En la actualidad, los factores reales de poder son: La plutocracia corrupta y de clientela política gobernante; las entelequias políticas, el poder económico (banqueros, comerciantes, prestadores de servicios logísticos y de comunicación, productores de la ciudad y el campo; y sus organizaciones como la Cámara de Comercio, Industria y Agricultura de Panamá, el Consejo Nacional de la Empresa Privada, la Asociación Bancaria, etc.). En ese grupo, figuran, además, las transnacionales (Minera Panamá, Panamá Ports Company, Naturgy, entre otras). En ese ámbito, hay destacar el papel del imperialismo estadounidense (Embajada de EEUU en Panamá, CIA, DEA, Fuerzas Armadas de los Estados Unidos de América, etc.).

En síntesis, para cambiar el actual modelo político y evitar que fuerzas políticas rapaces de la plutocracia terminen por convertir la República de Panamá en un “Estado fallido”, es necesario que las fuerzas populares (capas medias, pequeña burguesía, trabajadores, fuerzas étnicas y de género (mujeres) y ambientalistas, se articulen en un frente popular, en un factor real de poder, capaz de impulsar una Asamblea Nacional Constituyente, que instituya un nuevo Estado social, democrático de derecho.

¡Así de sencilla es la cosa!

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