¿Por qué EE.UU. quiere prolongar el sufrimiento ucraniano?

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Columna de tanques de guerra ucranianos destruída tras el bombardeo del Ejército ruso.

Por Antonio Saldaña
Abogado y analista político

Para nadie es un secreto que los gobiernos estadounidenses, en su autoproclamado derecho de gendarme del mundo y en su condición imperialista, de manera directa, a lo largo de toda la centuria pasada y en parte de lo que va de este siglo, ha promovido y participado en guerras injustas, invasiones e intervenciones militares en todos los confines del planeta.

En Panamá, Estados Unidos intervino militarmente una decena de veces, y con saldos trágicos y víctimas humanas en tres ocasiones: en 1925, durante la lucha inquilinaria, el 9, 10, 11 y 12 de enero de 1964, en la batalla popular por la soberanía, y el 20 de diciembre de 1989, durante la invasión y el genocidio causado a un pueblo pequeño por el ejército más poderoso de la Tierra.

Todas esas guerras locales o regionales desatadas por el imperialismo norteamericano se caracterizaron por la presencia militar directa, pero, además, todas estaban basadas en motivaciones económicas (“complejo industrial militar”) y, en innumerables ocasiones, las estimulaciones eran de política interna. Por ello, la conflagración provocada por el imperialismo norteamericano y sus “aliados” de la Unión Europea (UE), en territorio de Ucrania, no es la excepción, salvo que en esta ocasión el demente senil y cobarde de la Casa Blanca y sus “vasallos” europeos ponen las armas y los ucranianos los muertos.

¿Cuál es el problema de Rusia?

El gobierno de la Federación de Rusia —Vladimir Putin— estima que la incorporación de países limítrofes (ex repúblicas soviéticas) a la organización militar del atlántico norte (OTAN) —muerto insepulto de la “guerra fría”— constituye un peligro para su seguridad nacional, sobre todo, la intención de anexar al tratado militar a su extensa vecina de Ucrania. De modo que de forma reiterada el régimen de Moscú —conocidas las intenciones guerreristas de los Estados Unidos y sus “aliados” (títeres europeos)— les señaló de forma expresa y categórica que no toleraría la incorporación de Ucrania al pacto militar de la OTAN. Pero los imperialistas pusieron “oídos sordos” y “aquellos polvos trajeron estos lodos” de la movilización rusa.

¿Cuál es la posición rusa actual, para concertar una paz negociada y duradera?

Primero, que el gobierno de Kiev declare la neutralidad de su República. Segundo, que se reconozca la independencia de las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk y, tercero, que se muestre de acuerdo que Crimea es parte del territorio de Rusia.

¿Cómo respondieron los guerristas de recámara del “Norte revuelto y brutal” y sus compinches europeos?

Atizando el fuego de la guerra, el Senado estadounidense le aprobó al presidente Joe Biden, un “paquete de ayuda militar y humanitaria” a Ucrania por la suma total de 13.500 millones de dólares, de los cuales ya han enviado al escenario de la muerte, armamentos sofisticados por un valor de 800 millones. Mientras que la UE ha designado mil millones de euros para la matanza en Ucrania.

Sin embargo, lo que no se ha publicitado suficientemente, es que “a principios de la semana pasada, hubo la esperanza de que se iniciase una negociación real que pudiera establecer corredores humanitarios para que los ucranianos escaparan del horror de los intensos bombardeos y ataques con misiles, y que tal vez ello condujera a conversaciones de paz.

lA día siguiente, en una entrevista con ABC News, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, pareció, sorpresivamente, estar abierto a la idea. Dijo que se había “calmado”, respecto a formar parte de la OTAN, y afirmó que tenía claro que la alianza occidental “no está preparada para aceptar a Ucrania”. Y aunque no mencionó que podría aceptar una escisión de una parte del país, afirmó que “podemos discutir y llegar a concesiones sobre qué pasará con estos territorios”. (The New York Times. 16/03/2022)

¿Por qué no ha fructificado la idea o el pensar íntimo del mandatario ucraniano Vladmir Zelensky?

“Para el buen entendedor —como el panameño de a pie— pocas palabras bastan”.

¡Así de sencilla es la cosa!

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