Mis memorias de la invasión

20 de diciembre de 1989

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Mario Domínguez dirigente político.

Mario Domínguez
Redacción de Bayano digital

En la prima noche del 19 sentía la necesidad de superar la angustia. Finalmente logré conciliar el sueño y escuché el ring ring del teléfono. Me levanto y lo contesto.  Era mi hermana desde Capira, me dijo:  Nos invadieron, escuché cuando los aviones pasaron hacia Río Hato.

Indescriptiblemente quedé absolutamente despierto, le pregunté cómo lo sabía y me dijo que un policía del tránsito la había llamado.  Hicimos silencio y entonces pude oír a lo lejos el retumbar del bombardeo desde el Chorrillo y de cerca el traqueteo del combate en Panamá Viejo.  Me deseo suerte, ni siquiera me insinuó que permaneciera en casa, y nos despedimos.

Entre a la regadera, luego me vestí.  Mi compañera había despertado y me pidió que no me fuera.  Traté de tranquilizarla. A esa hora hice una serie de llamadas a los distintos compañeros acordados.  Me recline un rato hasta que Bruny volvió a dormirse.  Cerca del amanecer hablé con Roberto Moreno «Cinturita», quien me relato que había coincidido con él General Noriega en la casa de la compañera Balbina Herrera en Los Andes de San Miguelito, que lo había visto operativo.

Salí en silencio antes de que amaneciera y me fui a la corregiduría de San Francisco.  Ahí me reuní con otros compañeros.   Recibimos una señal para que nos trasladáramos a una casa de seguridad de la Tendencia, cerca de la Caja de Ahorros de Vía España.  Ahí realizamos una limpieza profunda de nuestros archivos y demás enseres. La documentación existente, las fotos no publicadas en «Bayano», era un tesoro invaluable para las fuerzas invasoras. Era crítico evitar que cayeran en manos enemigas. Aprovecho para aclarar que no éramos parte formal de los Batallones de la Dignidad, teníamos una estructura de operaciones bajo nuestra dirección política.

Concluida esa misión de limpieza, con los fierros disponibles nos trasladamos en la noche a San Miguelito.  A un lugar en Victoriano Lorenzo.  Ahí reinaba la voluntad de enfrentar al agresor, sin medir la disparidad militar.  Había compañeros civiles y militares, con AK 47, T65, ametralladoras y otros con revolver 38, todos armados de coraje.

Ahí supe que Alejandro Hubbard y Julio Cesar Benítez habían muerto en el área entre la Avenida de los Mártires y Fuerte Amador.  Fue muy doloroso para mí, puesto que hasta hacía año y medio compartí con ellos el mismo apartamento en Calidonia, arriba del Almacén El Chocho.  Fueron muchas las reuniones, tertulias y las parrandas donde asistimos juntos.  Los 3 éramos militantes permanentes del Torrijismo y sabíamos lo que estaba en juego: nuestra existencia como nación, la recuperación del canal y la justicia social para nuestro pueblo.

Hago memoria y trato de recordar en qué momento el compañero Reinaldo Rivera hizo una alocución sublime, mística, llena de patriotismo exhortando a defender la patria.  Fue la última transmisión que escuché Radio Libertad, la emisora del Torrijismo.  Esa voz aún resuena en mi memoria.

Camine con una columna por las veredas de San Miguelito. Una familia nos abrió las puertas de su casa, de noche, sin conocernos y nos ofrecieron el plato de sopa maggi más rico que he comido en toda mi vida.  A esa hora no había probado bocado.

Ya sabía que éramos la Resistencia y mentalmente estaba preparado desde la consigna «Si falla la negociación, armas para la liberación»

1 COMENTARIO

  1. Este aniversario debiera ser una ocasion para reafirmar nuesta determination the asumir nuestra responsabilidad ciudadana, patriotica en promover una educacion integral a nuestra poblacion y purgar nuestras instituciones publicas de corruptos y promover la integridad como standard, norma universal para todos los servidores publicos, electores y nombrados. Patriotismo empieza con cada individuo que se compromete con defender la patria contra los enemigos internos y externos. Hay enemigos viviendo entre nosotros, los delincuentes que violan nuestras leyes y normas morales con impunidad.

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