Mario Dominguez
Redacción de Bayano digital
Hace 30 años era funcionario de la Asamblea Legislativa, órgano cuyo período había concluido el 31 de agosto y que no se había renovado por la anulación de las elecciones.
En ese momento estábamos al servicio de la Asamblea del poder popular integrada por los representantes de corregimientos designados de a dedo.
En el PRD era el Secretario de Organización del Frente de la Juventud.
Desde hacía más de un año era parte del equipo que estudiamos y divulgaba el ataque al que éramos sometidos: Guerra de Baja Intensidad. Se ejercía todo el cerco económico contra Panamá, se había organizado y unificado a la oposición, aislamiento internacional. Estaba pendiente el uso de la fuerza mediante las acciones quirúrgicas. Las Fuerzas de Defensa no creía posible el uso de la fuerza por los EE UU y otros (VT) nos preparábamos para lo peor: una invasión.
El 19 de diciembre, antes del mediodía, comenzaron a llegar vía fax a la Presidencia de la Asamblea informes de que las divisiones 82 y 101 aerotransportadas despegaban sin destino conocido.
Quienes habíamos estudiado el funcionamiento de la nueva estrategia militar de Estados Unidos después de la guerra de Vietnam sabíamos que esas divisiones élites sólo despegan para atacar, no para entrenar.
En ese momento trate de comunicarme con la dirección política del país para entregar la información recibida, pero no fue posible.
Al almuerzo le indique al personal bajo mi responsabilidad que se retiran a sus hogares. Les aconsejé recoger agua y comida seca o enlatada. Les advertí que a mi juicio era inminente una inversión.
Personalmente hice lo propio. Fui la casa, recogí agua y adquirí lo que pude de comida.
Me sentía impotente ante lo que presentía.