Trump avanza hacia “americanismo” con visos de chovinismo

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El gabinete de millonarios y ultraconservadores de Donald Trump. (Foto: Clarín).

Por José de la Rosa Castillo – Bayano Digital

Estudiosos y analistas de la política internacional esperaron desde el triunfo electoral de Donald Trump, hasta que como nuevo inquilino de la Casa Blanca mostrase al público sus planes de gobierno, en el ejercicio del cargo. La primera decepción fueron los nombramientos de elementos de pensamiento y líneas de acción ultraconservadoras, rayando en el protofascimo. Ningún latinoamericano figura en puestos ejecutivos de esa administración.

Algunos esperaron hasta la toma de posesión del magnate, esperanzados en un discurso conciliador en una sociedad, como nunca antes divida, como resultado de un agresivo discurso antiinmigrantes. Esa situación es contraria a lo que se conocía sobre el manejo de los operarios de la política en Washington, en medio del reavivamiento de las capas medias y pobres, a causa de la pérdida de empleos, incluida la población blanca, y ante el hecho de que el voto popular favoreció a la demócrata Hillary Clinton, pero Trump obtuvo los votos del Colegio Electoral en ese país.

Las expectativas de cambio en la retórica discursiva del presidente Trump se han desvanecido en la toma de posesión. Se dibuja de cuerpo entero lo que será la nueva política nacional e internacional de Estados Unidos, lo que ya han adelantado algunos analistas al señalar que nos encontramos en el fin de una era en la Presidencia de Trump, donde el pragmatismo en su máxima expresión marcará el fin de las alianzas tradicionales con sus aliados al otro lado del Atlántico y la nueva política de conveniencias con las otras regiones del mundo que incluye América Latina.

En parte de su intervención y apelando a ese sector empobrecido de la sociedad norteamericana, en los llamados cordones del acero señala: “Durante demasiado tiempo, un pequeño grupo de personas en la capital de nuestra nación ha cosechado los frutos del gobierno, mientras el pueblo soportaba los costes. Washington prosperaba, pero el pueblo no compartía su riqueza. Los políticos prosperaban, pero el empleo desaparecía y las fábricas cerraban. El aparato se protegía a sí mismo, pero no a los ciudadanos de nuestro país.”, en una clara alusión que las cosas se harán de forma distinta.

Asimismo, plantea la conformación de un movimiento, al señalar: “Los hombres y mujeres olvidados de nuestro país dejarán de estar olvidados. Ahora, todo el mundo os escucha. Vinisteis, decenas de millones de vosotros, para formar parte de un movimiento histórico, como el mundo no ha conocido jamás. Y en el centro de ese movimiento figura una convicción fundamental: que una nación existe para servir a sus ciudadanos.”

También revela pragmatismo en el manejo de las relaciones internacionales: “Llevamos muchas décadas enriqueciendo a la industria extranjera a expensas de la industria americana. Financiando los ejércitos de otros países mientras permitíamos el triste desgaste de nuestro ejército. Hemos defendido las fronteras de otros países mientras nos negábamos a defender las nuestras. Y hemos gastado billones de dólares en el extranjero, mientras las infraestructuras nacionales caían en el deterioro y el abandono”… “Hemos enriquecido a otros países mientras la riqueza, la fortaleza y la confianza de nuestro país desaparecían tras el horizonte”… “No queremos imponer nuestro modo de vida a nadie, sino dejar que sea un ejemplo reluciente para que todos lo sigan. Reforzaremos las viejas alianzas y formaremos otras nuevas, y uniremos al mundo civilizado contra el terrorismo islámico radical, que vamos a erradicar por completo de la faz de la tierra”.

Y para caldear más la olla del patriotismo xenófobo, declara con solemnidad: “Nos hemos reunido hoy aquí para dictar un nuevo decreto que se oirá en cada ciudad, cada capital extranjera y cada corredor del poder. A partir de este día, una nueva visión va a gobernar nuestro país. A partir de este momento, va a ser América primero. Cada decisión sobre temas de comercio, impuestos, inmigración, asuntos exteriores, se tomará en beneficio de los trabajadores y las familias americanas”.

No podía faltar las frases teocráticas y llena de simbolismo religioso en el aludido destino manifiesto de lo Estados Unidos: “La Biblia nos dice: “Qué bueno y placentero es que el pueblo de Dios viva unido”. “Debemos expresar nuestras opiniones abiertamente, debatir con sinceridad nuestras discrepancias, pero siempre buscar la solidaridad. Cuando el país está unido, es imparable. No hay que temer nada, estamos protegidos, y siempre lo estaremos. Estamos protegidos por los grandes hombres y mujeres de nuestras fuerzas armadas y policiales y, sobre todo, estamos protegidos por Dios”.

Esta llamada nueva visión, no es más que un neoconservadurismo protofascista, que puede derivar en un “americanismo” con visos de chovinismo demagógico, en que el proteccionismo agregado al aislacionismo, por su anacronismo, es una formula hacia la catástrofe. La mirada hacia adentro, necesariamente implica un replanteamiento hacia afuera. Y ese el peligro.

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