Según el presidente francés Macron, la época de la soberanía popular ha quedado atrás

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El presidente de Francia Emmanuel Macron ante sus embajadores.

Por Thierry Meyssan
Fragmento

En un discurso fundacional ante la cúpula de la diplomacia francesa, el presidente Emmanuel Macron expuso su concepción del mundo y cómo piensa utilizar las herramientas a su disposición.

Según Macron, ya no existe la soberanía popular, ni en Francia, ni en Europa, así que no hay democracias nacionales ni democracia supranacional. Tampoco existe el interés colectivo, el interés de la República, sino un catálogo heteróclito de cosas e ideas que constituyen bienes comunes. Al describir a los embajadores el trabajo que habrán de hacer, les informó que ya no defenderán los valores de su país, sino que buscarán oportunidades de actuar en nombre del Leviatán europeo. Al abordar los detalles de varios conflictos, lo que describió fue un programa de colonización económica del Levante y África.

En la tradicional Semana de los Embajadores, Emmanuel Macron pronunció su primer discurso sobre política exterior desde su llegada a la presidencia. Todas las citaciones entre comillas que aparecen en este artículo provienen de ese discurso. El presidente no pasó en revista las relaciones internacionales actuales ni explicó cómo concibe el papel que Francia debe desempeñar en el mundo sino cómo piensa él utilizar esa herramienta.

Según el presidente Macron, Francia debe ser capaz de adaptarse a los cambios que se han producido en el mundo desde 1989: caída del muro de Berlín, disolución de la Unión Soviética y triunfo de la globalización estadounidense. Estima que para reconstruir el país sería absurdo volver al antiguo concepto de soberanía nacional. Al contrario, hay que avanzar utilizando los medios disponibles. Es por eso que hoy «Nuestra soberanía es Europa».

Es cierto que la Unión Europea es un monstruo, «un Leviatán». Carece de legitimidad popular, pero la adquiere cuando protege a sus ciudadanos. En su actual formato se halla bajo el dominio del tándem franco-alemán. Así que él mismo, Emmanuel Macron, y la canciller Angela Merkel pueden gobernarla juntos. Eso le permitió viajar a Polonia, como presidente de Francia, y, de acuerdo con su socia alemana –que, por razones históricas, no podía darse el lujo de tratar duramente a Polonia–, hablar allí como implícito representante de la Unión Europea, insultar a la primer ministro polaca, recordarle que no es soberana e intimarla a hacer lo que decide la UE.

También con la bendición de la canciller alemana, él –Macron– ha decidido actuar en 4 sectores:
*la protección de los trabajadores;
*la reforma del derecho de asilo y la cooperación europea en el tema migratorio;
*la definición de una política comercial y de instrumentos de control de las inversiones estratégicas;
*el desarrollo de la Europa de la defensa.

Esos objetivos determinan, evidentemente, las políticas nacionales de cada uno de los Estados miembros de la Unión Europea, incluyendo la de Francia.

Por ejemplo, las ordenanzas que su gobierno acaba de emitir sobre la reforma del Código Laboral imponen límites mínimos en materia de protección de los trabajadores, conforme a las instrucciones ya impartidas desde hace tiempo por los funcionarios de la Unión Europea. La cooperación en el tema migratorio impondrá la cantidad de migrantes que habrá que recibir para que funcione la industria alemana, mientras que la reforma del derecho de asilo fijará la capacidad de acogida de Francia dentro del espacio Schengen.
Finalmente, la Europa de la defensa permitirá unir los ejércitos de la Unión Europea e integrarlos colectivamente a las ambiciones de la OTAN.

Francia y Alemania organizarán sistemas de cooperación reforzada sobre diferentes temas para acelerar el avance de la Unión Europea, seleccionando cuidadosamente a sus socios. Se conservará entonces el principio de adopción de decisiones por unanimidad, pero sólo entre los Estados preseleccionados, que ya estarán de acuerdo entre sí.

La cohesión de ese conjunto se mantendrá alrededor de 4 valores comunes:
* «la democracia electiva y representativa,
*el respeto de la persona humana,
*la tolerancia en materia de religión y la libertad de expresión,
*y la creencia en el progreso».
«La democracia electiva y representativa» se aplicará sólo a nivel local (grupos de comunas y regiones administrativas ya que las comunas y los departamentos están llamados a desaparecer) puesto que ya no hay soberanía nacional.
«El respeto de la persona humana, la tolerancia en materia de religión y la libertad» habrá que entenderlas en el sentido del Convenio Europeo para la Protección) de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales, no en el sentido de la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, a pesar de que esta última se menciona como referencia en el preámbulo de la actual Constitución de la República.
«La creencia en el progreso» permitirá movilizar a los ciudadanos europeos en un momento en que todos están viendo como países del Medio Oriente que antes vivían holgadamente son abruptamente arrasados y prácticamente devueltos a la Edad de Piedra.

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