La poesía como arma contra la injusticia

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La poesía es una motivación liberadora para los pueblos y un arma contra la injusticia.

La poesía como arma contra la injusticia

Por Màrius Carol
Director | La Vanguardia

EL Chelsea Hotel de Nueva York no ha sido nunca el mejor establecimiento donde alojarse, pero resulta ser el que atesora más historias. En realidad, más que un hotel constituye una leyenda, pues a lo largo de 130 años ha dado cobijo a los grandes mitos del siglo XX, desde Mark Twain hasta Arthur Miller o Jack Kerouac. En sus habitaciones pasaron muchas horas dos Dylan, el poeta Dylan Thomas y el cantante Bob Dylan: el primero se suicidó en 1953 ingiriendo dieciocho whiskies y el segundo compuso en 1966 una de sus mejores canciones, Sad eyed lady of the Lowlands (La señorita de ojos tristes de las tierras bajas), dedicada a su primera esposa, Sara. Lo cierto es que Bob Dylan se llama Robert Allen Zimmerman y todo parece indicar que su apellido artístico es un homenaje al poeta galés, al que admiraba profundamente. Dos Dylan y un destino: la poesía entendida como arma contra la injusticia.

La noticia de que la Academia Sueca le había concedido el Nobel de Literatura llegó a las redacciones al mismo tiempo que el mundo se enteraba del fallecimiento de Dario Fo, un actor y escritor excepcional, pero –como en el caso de Dylan– muy poco convencional en la lista de premiados con el Nobel. Tan preciado galardón no llenará las librerías, sino las últimas tiendas de discos, así que la Academia se justificó diciendo que el músico había creado “una nueva expresión poética dentro de la gran tradición americana de la canción”. No hacía falta la explicación: Dylan es uno de los grandes, es historia de nuestras vidas, es la protesta en verso. Fascinado por la poesía francesa de Arthur Rimbaud, cautivado por los poetas beat desde William Burroughs hasta Allen Ginsberg, sus personajes podrían salir de los relatos de Philip Roth o Richard Ford. El premio no ofrece discusión: si los trovadores pusieron música al verso en el medioevo, Dylan ha puesto melodía a unos poemas que hablan de nuestro tiempo, de los fracasos y de los deseos. De nosotros.

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