Jóvenes panameños con la antorcha en alto

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Jóvenes panameños enarbolan banderas frente al Instituto Nacional de Panamá. (Foto: Larish Julio | La Estrella de Panamá).

Por Rogelio Mata Grau | Docente

Las preguntas que todos nos debemos formular es: ¿Qué juventud queremos? ¿Una juventud que simplemente se concrete a oír y a repetir? ¿Una juventud sin criterio y sin libertad? Esa no es la juventud a la que aspiramos, ni en la que creemos. Queremos una juventud pensante, creativa, capaz de enfrentar y resolver sus propios problemas, que aprenda a ser revolucionaria, emprendedora, que se convenza a sí misma y desarrolle su pensamiento crítico.

La responsabilidad de los adultos es creer en los jóvenes. Nosotros estamos ante la necesidad imperiosa de creer en la juventud. Creer en ellos, no es solamente ver la parte juvenil, alegre, distractiva e irreflexiva. No es admirarlos como seres llenos de energía, pero incapaces, inexpertos. No es observarlos con ese desdén, al cual muchos adultos solemos en algún momento contemplarlos. Creer en los jóvenes, es reconocer en ellos, además de entusiasmo, su capacidad, intelecto, responsabilidad, carácter, voluntad, amor a su comunidad, amor a la patria, fe en la patria, confianza en sí mismos, respeto a sus ideas y la defensa de las suyas. Creer en los jóvenes, es tener la convicción de su gran capacidad para cumplir las tareas que sobre sus hombros a ellos entreguemos.

La juventud es el principal recurso humano de la sociedad. Creer en ella, es convencernos de lo que los jóvenes pueden hacer. Es ver en esa juventud a dignos continuadores de la obra de construcción del país emprendida por generaciones anteriores. Es ver en la juventud a mejores continuadores o constructores de la obra social, mejores que nosotros mismos. A partir del inicio del nuevo milenio, los tiempos han estado signados por el proceso de globalización, en el que predominan la aplicación de las políticas neoliberales, el crecimiento de la pobreza, el desempleo y la exclusión, que parecen indetenibles. En ese escenario, el tema de la participación democrática es ineludible y de tratamiento obligado.

La juventud se define como una categoría histórica concreta, que designa un grupo sociodemográfico internamente diferenciado según su pertenencia a la estructura social de la sociedad, en particular a las distintas clases y capas que la componen, a la vez que constituye su segmento más dinámico y móvil. En ese contexto entra la Juventud Panameña. En las gestas por la liberación nacional, desde 1925, 1958, 9 de enero de 1964, 1977, 20 de diciembre de 1989, los jóvenes han sido dignos protagonistas de las batallas por la soberanía nacional. A lo largo de la historia, en las formaciones socioeconómicas de las sociedades, los jóvenes son herederos del pasado, actores del presente y protagonistas del futuro. La etapa actual de la humanidad presenta una elevada y creciente complejidad, caracterizada por la influencia de crisis globales simultáneas de diversa naturaleza: financiera, ambiental, energética y poblacional. Todas originadas por el efecto acumulativo de formaciones socioeconómicas basadas en la explotación de la naturaleza de unos seres humanos por otros.

Por su carácter progresivo, estos elementos implican un reto para la especie humana, pero, especialmente, para las generaciones jóvenes, por su carácter de protagonistas del futuro.

Por ello, las temáticas vinculadas a la juventud se encuentran entre las de mayor importancia estratégica para todas las naciones. Con fuertes particularidades, la sociedad panameña forma parte de esa realidad global y, por ello, recibe sus impactos. Su carácter de sociedad democrática le otorga fuertes potencialidades ‒no siempre bien aprovechadas‒ para enfrentarlos. Su carácter democrático no hace de Panamá una sociedad perfecta, pero sí perceptible, de manera progresiva, especialmente por su apego a la ética y la razón, y por su capacidad de integración institucional e inclusión social.

En la etapa actual, este país padece los efectos e impactos de las crisis globales, unido a las transformaciones de carácter nacional, como el envejecimiento demográfico y la sucesión generacional. La confluencia de dichos elementos imprime presión a la sociedad panameña. Su enfrentamiento y asimilación figuran entre los principales factores que han dado inicio al proceso de cambios del modelo socioeconómico. A ello podría añadirse que la juventud está llamada a ser fuerza motriz y protagonista de una nueva época. En carta dirigida al senador Edward Kennedy, el 7 de mayo de 1970, el general Omar Torrijos le señala: “Cuando era capitán, sofoqué un levantamiento guerrillero dirigido por jóvenes estudiantes y orientado por una causa justa. Fui herido. El más herido de mi grupo y también el más convencido de que esos jóvenes guerrilleros caídos no representaban ni el cadáver ni el entierro de las causas de descontento que los había llevado a protestar mediante una insurrección armada”. Sí podemos creer en la juventud.

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