“Hay que redescubrir el patrimonio cultural centroamericano”, afirma Luis Bruzón, investigador

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La celebración de las palmas y las flores en el municipio de Panchimalco, El Salvador, es una muestra de sincretismo cultural y religioso.

El patrimonio cultural centroamericano es un tesoro del que todavía quedan muchas maravillas por descubrir,…

Por José Eduardo Mora
Semanario Universidad (Costa Rica)

El patrimonio cultural centroamericano es un tesoro del que todavía quedan muchas maravillas por descubrir, considera Luis Bruzón, tras más de 15 años de investigaciones en la región.

Los centroamericanos desconocen la riqueza del patrimonio tanto material como inmaterial; de ahí la necesidad de impulsar procesos y mecanismos que contribuyan a que los poblados descubran el potencial que tienen a su disposición.

Es el caso, por ejemplo, del poblado de Cot de Cartago, donde se realiza año a año la Procesión de Jesús Nazareno de las Cintas, el Miércoles Santo, y que consiste en atar una cinta a la imagen de Jesucristo, quien a su vez va vendado.

Cada cinta representa una promesa o una petición al Redentor, lo que constituye una manifestación de fe no solo muy particular, puntualiza Bruzón, sino que además tiene un gran impacto visual por el espectáculo multicolor que representa.

Bruzón, doctor en comunicación, y quien ha estudiado largamente el patrimonio cultural centroamericano, expresó que al parecer de la gente esa manifestación provenía de Guatemala, pero que él ha andado buena parte de ese país y no ha podido detectarla. Por lo tanto, la procesión de Cot es única en Centroamérica y América Latina, pero se desconoce ese patrimonio tanto por los costarricenses como por el resto del subcontinente.

Dicha tradición, considera, responde mucho al sincretismo que en este tipo de manifestaciones se da en el área.

“La historia sobre la procesión de las cintas en Cot dice que fue el padre Dagoberto Méndez, que ya murió, el que vio esa práctica en Guatemala y que la incorporó a su pueblo, pero yo no he podido ver una manifestación como tal en Guatemala”, dijo a UNIVERSIDAD.

En Cot, añadió, también hay una gran identificación de los pobladores con la visión indígena, ellos se sienten indígenas, por eso aceptan de buen gusto que se les llame cholos, incluso a aquellos cuyo aspecto no coincide con esa imagen.

Pese a ser una procesión única en América Latina, muchos costarricenses, incluso habitantes del Valle Central, desconocen que existe.

De ahí que Bruzón estime que es imprescindible el que haya una integración tanto en el ámbito local como regional, porque los centroamericanos carecemos de una visión de conjunto de las riquezas que existen en Guatemala, Belice, Honduras, El Salvador, Panamá y Nicaragua.

Las esferas del sur

Parte de la necesidad de apropiarse de la riqueza patrimonial en toda su dimensión la representan las esferas piedra del Sur, que fueron declaradas patrimonio mundial por la Unesco en 2014.

A pesar de ello, y de contar Costa Rica con cuatro puntos de esferas que no se encuentran en ningún otro lugar del planeta, Bruzón cree que todavía falta aprovechar más, desde varios puntos de vista esta incomparable riqueza.

Autor de los libros digitales Entre caobas y flamboyanes y Latidos del tiempo, Bruzón es un estudioso, desde la comunicación y la etnografía, entre otros enfoques, del patrimonio cultural centroamericano.

En su vida siempre había oído del poblado de Talamanca de Jarama, por lo que cuando comprobó que en el sector del Atlántico de Costa Rica existía un pueblo que se llamaba Talamanca no dejó de sorprenderse y de indagar que uno había influido en el nombre de otro.

En el caso de las esferas, aún, no hay un flujo de turistas ni nacionales ni extranjeros que permitan posesionar a Costa Rica fuertemente con este componente cultural.

Así sucede con otras manifestaciones, tanto materiales como inmateriales, con las que no se da una identificación plena por falta de mecanismos que propicien esa apropiación.

La ausencia de políticas tanto locales, nacionales y regionales, para que se integren en una visión que resalte la diversidad de riquezas que posee la zona, es uno de los grandes desafíos en el área, destacó.

Por esa necesidad de reforzar conocimientos es que Bruzón se ha enfocado, desde la comunicación, a fortalecer la investigación y la difusión, el diálogo intercultural y la dimensión educativa en cuanto al patrimonio cultural se refiere.

“El otro día di una conferencia en una universidad privada y les puse la foto de la casa cónica talamanqueña y les dije que, por favor, que alguien me dijera algo y nadie me supo decir nada, cuando la casa cónica encierra toda una cosmovisión y tiene toda una función utilitaria. De ahí que sea muy importante la difusión educativa de la cultura y el patrimonio”.

Este aspecto educativo debe reforzarse en los diferentes ámbitos en que está de por medio el patrimonio cultural centroamericano.

“Pretendo que la gente sea investigadora de su propia cultura en las comunidades, no es transmitir desde cierta visión, sino que la gente le dé los simbolismos.

Las esferas hasta ahora son un elemento de adorno, pero después de un trabajo ya se sabe que hay todo un repertorio de simbolismos asociados a la investigación científica e imaginarios”.

Es muy importante que los pobladores se “apropien” de ese patrimonio cultural, porque de lo contrario, en el mejor de los casos, lo que hacen es reproducir imágenes o ritos sin tener conciencia ni idea de qué representan.

“Nos ha pasado, como en Guatemala, reproducen una tradición o un rito, pero cuando uno les pregunta qué significado tiene para ellos, no saben responder. Muchas veces se ha perdido ese simbolismo, porque un grupo guardó aquella tradición en medio de las represiones y el siguiente ya desconoce a qué respondía”.

El diálogo y la interactividad con los pobladores inmersos en el contexto de determinado bien patrimonial son claves para que no se siga reproduciendo el viejo esquema de que es el antropólogo que llega de afuera el que da la interpretación de ese bien o ese hecho inmaterial. “Ya los pobladores están cansados de eso y se lo dicen a uno”.

Aislamiento

Pese a los intentos de ciertos organismos como la Unesco, los países desconocen entre sí las riquezas patrimoniales que poseen, y ante ello urge una política de integración.

El tener una visión de conjunto contribuiría a visibilizar las muchas manifestaciones en la región.

La cultura, puntualizó, no está incluida en los objetivos del milenio de la ONU, y ello ocurre porque se considera implícita en cada una de esas acciones y situaciones.

Así la cultura contribuye con el progreso económico, político y de salud de un pueblo. Hay que propiciarla y fortalecerla y a ello contribuyen mejores estrategias de comunicación cultural.

De esta forma, Centroamérica podría tener conciencia de que en Nicaragua todavía hay muchos elementos que puede aportar la ciudad colonial de Granada, tanto como en otro ámbito pero de igual valía cultural, el transporte de banano por “el caudaloso río Patuca en la Mosquitia hondureña.

Patrimonio material e inmaterial que es abundante en Centroamérica, pero se carece de una integración que propicie el conocimiento local y regional. Así, también, la procesión de las palmas y las flores, en Panchimalco, El Salvador, es otra muestra de esa riqueza cultural y sincrética de que dispone la región, pero que al mismo tiempo es desconocida por un importante sector de la población.

Asimismo, el Rabinal Achí, de Guatemala, es una danza teatro prehispánica que fue declarada patrimonio inmaterial por la Unesco en 2005 y cuyo valor todavía requiere más divulgación.

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