Enero de 1964: la dignidad, el martirio

"Enero fue una lágrima, pero sobre todo fue una descomunal manía de amarte."

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Manuel Orestes Nieto
Poeta

En la vida de los pueblos hay hechos que por su trascendencia se convierten en faros de su historia. Hechos que traspasan el tiempo porque dejan huellas indelebles, marcan generaciones, se elevan a la dimensión del ejemplo imperecedero. A veces son detonadores de la historia misma para desanudar lo injusto, alumbrar caminos, dejar ha poderosa huella de la dignidad para las otras generaciones.

Esta es una de las mayores lecciones de patria que recibimos los panameños del siglo XX. En la historia de Panamá, estos hechos cargados de dignidad, determinación e hidalguía nacional se precipitaron a principios del año 1964 y los mártires que cayeron en la gesta patriótica siguen presentes en el lugar de los acontecimientos, grabados en la memoria y la honra de su pueblo.

Los que sus vidas a la patria desde sus corazones vivos y su sangre caliente: Ascanio Arosemena, Ezequiel Meneses González, Estanislao Orobio, Víctor Manuel Iglesias, Gonzalo A, France, Teófilo Belisario de la Torre, Alberto Oriol Tejada., Rodolfo Sánchez Benitez, Víctor Manuel Garibaldo, Ricardo Murgas Villamonte, Rosa E. Landecho, Maritza Ávila Alabarca, Gustavo Lara, Jacinto Palacios Cobos, Luis Bonilla, Jorge Enrique Gil, Alberto Nichols Constance, José del Cid, Ovidio Saldaña, Carlos Renato Lara y Celestino Villareta.

Aquel 9 de enero de 1964, los estudiantes del Instituto Nacional exigen el cumplimiento del acuerdo Chiari-Kennedy de 1963 de izar la bandera panameña en todos los sitios públicos dentro del área canalera. A las 5:00 de la tarde de aquel 9 de enero de 1964, los estudiantes «con sus camisas blancas y el corazón acrisolado», marcharon hacia la escuela de Balboa, con el fin de izar la bandera panameña junto a la estadounidense, y cantar el himno nacional. Los “zonians” y sus familiares se habían congregado en los alrededores del asta del plantel para impedir que no fuera izada la bandera panameña. Una delegación de institutores, integrada por Inocencio García, Luis Alberto Vergara, Eligio Carranza, César Villarreal, José Napoleón Bernal y Alcibíades Picota, marchó con la bandera nacional hasta la escuela de Balboa, escoltada por la policía canalera. Los estudiantes panameños intentaron cantar el himno y fueron abucheados por los “zonians” quienes se abalanzaron contra ellos, arrebatándoles la bandera nacional, desgarrándola y pisoteándola. Los institutores retornan al lado panameño y explican a sus compañeros y a la población lo sucedido.

La noticia del ultraje se esparció inmediatamente. Cientos de estudiantes y ciudadanos acudieron masivamente a la avenida limítrofe entre Panamá y la antigua Zona del Canal, llamada “4 deJulio” –hoy avenida los Mártires–, para intentar penetrar con banderas a los territorios ocupados, derribar la cerca divisoria y enfrentar en una resistencia popular a las tropas estadounidenses.

La provocación se transforma en una agresión violenta al país, que se intensificó con el uso de armas de guerra y colocación de tanques en el límite con la Zona. El presidente Roberto Chiari rompe relaciones diplomáticas con Estados Unidos. La agresión se prolonga por varios días, 10, 11 y 12 de enero. El costo para Panamá es de 21 muertos y más de 500 heridos.

Enero fue una dura hora de luto nacional y, como nunca antes, la demostración heroica de Panamá por su soberanía y dejar de ser una nación intervenida. Fue el momento de maduración histórica que dictó que la desigual relación entre los dos países era insostenible y que debía ser resuelta definitivamente.

En el mismo lugar –la escuela secundaria de Balboa donde se desencadenaron aquellos trágicos y dolorosos acontecimientos– se encendió la llama eterna; se rinde así honor perenne a la dignidad y el coraje demostrado por todo un pueblo ante el ultraje, el crimen y la imposición de la fuerza de la potencia que ocupaba parte del territorio nacional, su sagrada cintura geográfica. Aquella sangre derramada fue el campanazo mayor del siglo XX, el sendero que llevó a Panamá a la cima del Ancón, su bandera en la cúspide, la extinción colonial y a la posesión soberana de un Canal panameño y la integridad territorial del país.

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