En Panamá han muerto 26 jaguares en lo que va del año

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Jaguar (Panthera onca).

En Panamá han muerto 26 jaguares en lo que va del año

STRI Panamá

Ricardo Moreno, investigador asociado en el Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI) en Panamá y director de la Fundación Yaguará Panamá, informó en el XX Congreso de la Sociedad Mesoamericana para la Biología y la Conservación que se llevó a cabo recientemente en Belice que el número de jaguares matados en Panamá está en aumento.

“Tenemos evidencia de que se mataron un mínimo de 230 jaguares en Panamá entre 1989 y el 2014”, comentó Moreno. “Tenemos razones para pensar que el número real puede ser de dos o tres veces mayor. En el 2015, 23 jaguares fueron matados. En el 2016, hasta septiembre, hay reportes de 26 jaguares matados”. Moreno y sus colegas reunieron los informes de las muertes entre una amplia gama de personas, desde guías turísticos a ganaderos. La mayoría de los casos eran en represalia por la depredación de ganado vacuno, ovejas y perros.

En la reunión, los investigadores evaluaron el estado de conservación de los animales desde México hasta Panamá y la salud de los bosques en el Corredor Biológico Mesoamericano que se extiende a lo largo de la costa atlántica de América Central.

Moreno compartió los resultados recopilados durante los inventarios con cámara-trampa que se llevaron a cabo desde el 2005 hasta el 2014 por un equipo dirigido por Ninon Meyer, en ese entonces estudiante de doctorado con Patrick Jansen, científico de STRI y profesor de la Universidad de Wageningen, en 15 parques nacionales y en fragmentos de bosque en ambos lados del Canal de Panamá. Los investigadores preguntaron hasta qué punto los bosques que quedan aún pueden apoyar la diversidad de vida silvestre.

“Sabemos por el trabajo reciente de los geólogos y paleontólogos en el Smithsonian que el puente terrestre que conecta a Panamá con América del Norte y del Sur se formó hace 2.8 millones de años”, comentó Moreno. “La conexión se interrumpió hace 100 años por la construcción del Canal de Panamá. El desarrollo continuo y la deforestación de Panamá Central está interrumpiendo el flujo de los animales y sus genes, de modo que ahora el jaguar es considerado una especie en peligro de extinción”.

Moreno especula que la continua expansión de la agricultura y de nuevos proyectos de desarrollo urbano, además del desarrollo de la minería y las represas están limitando las poblaciones de jaguares a áreas escarpadas y montañosas. Un aumento en el consumo humano de las principales especies de presa los jaguares también exacerba la depredación de animales domésticos por parte del jaguar.

Los participantes en un seminario sobre la situación actual del pecarí de labios blancos (Tayassu pecari) reportaron la disminución de poblaciones de pecaríes en toda la región y la falta de conectividad entre áreas boscosos necesaria para la reproducción de poblaciones sanas.

El pecarí de labios blancos, único de los trópicos americanos, vive en enormes grupos de 10 a 300 individuos y juegan un papel importante como arquitectos de las comunidades forestales, estructurando el bosque mediante la dispersión de semillas de árboles y el pisoteo de las plantas. Los grupos indígenas siempre han cazado pecaríes, pero con el avance continuo de las fronteras agrícolas, los ranchos ganaderos, nuevas carreteras y proyectos de desarrollo a gran escala en toda la región, esta especie está en peligro de extinción. Los pecaríes son una de las especies principales en la dieta del jaguar, y cuando los cazadores persiguen los pecaríes, a menudo también matan a los jaguares.

El pecarí de labios blancos, el jaguar (Panthera onca) y el tapir (Tapirus bairdii) son indicadores de ambientes tropicales sanos. Estas tres especies han desaparecido en áreas importantes de la sección panameña del Corredor Biológico Mesoamericano.

El Istmo de Panamá ya ha perdido más de la mitad de su bosque. Los autores del estudio con cámaras-trampa informaron que a pesar del hecho de que más del 22 por ciento de la superficie terrestre de Panamá se encuentra bajo alguna forma de protección, varios parques nacionales no están apoyando el número esperado de animales.

Los proyectos de restauración forestal, tales como el Proyecto de Agua Salud dirigido por el científico de STRI, Jefferson Hall, muestran que es posible recrear el hábitat del jaguar en la región. Moreno y Meyer, en un artículo publicado en el boletín de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza “Noticias del gato”, hacen un llamado a tomar las siguientes medidas para salvar a los jaguares restantes:

  • La educación, especialmente en las zonas donde el número de muertes de jaguares es alto.
  • Los programas de extensión para los ganaderos que han experimentado la depredación por jaguares.
  • Los incentivos económicos para las comunidades rurales cercanas al hábitat del jaguar. En una comunidad, los residentes han vencido las pérdidas debidas a la depredación por medio de la venta de huellas de jaguar en moldes de yeso.
  • La creación de alianzas multi-institucionales para unir a las instituciones gubernamentales y no gubernamentales para intervenir en áreas clave. “La educación es clave, ya que todos merecemos entender lo que está sucediendo en nuestro planeta y en nuestros países”, comentó Moreno. “Pero la educación lleva años y los jaguares y pecaríes no les quedan años”.

“Esperamos que nuestra excelente presentación de informes científicos sobre la situación de estos animales en la región se considere relevante”, comentó Moreno. “Hemos escrito planes de acción. Tenemos los conocimientos necesarios para reorientar la política con el fin de conservar a los jaguares, pecaríes y los bosques en toda la región. En Panamá, la Fundación Yaguará Panamá cuenta con el apoyo del Ministerio de Ambiente. La conservación del jaguar tomará dedicación por parte de los gobiernos, las ONG y las personas apasionadas unidas para conservar nuestro patrimonio natural, que no tiene fronteras”.

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