El trdelník, un intruso gastronómico amado por los turistas

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El trdelník.

El trdelník, un intruso gastronómico amado por los turistas

Por Carlos Ferrer | Radio Praga

En las zonas históricas de Praga no dejan de aparecer puestos de venta de trdelník, un rollo de masa dulce que se asa lentamente en una barra giratoria. A pesar de que se vende como producto tradicional checo, se trata realmente de una delicia húngara.

Los turistas que visitan los barrios más monumentales de Praga, como la Ciudad Vieja o Malá Strana, se han acostumbrado a la pintoresca imagen de los puestos de venta de trdelník. Se trata de unas tiras de masa fermentada de un dedo de anchura que se enrollan en una barra de madera o hierro colado.

A continuación, se embadurnan en una mezcla de azúcar y nueces molidas y se pone a asar dando vueltas a fuego lento. Cuando la masa está tostada, el rollo resultante se corta en piezas de unos 8 o 10 centímetros y se vende a los transeúntes.

Se trata no sólo de un espectáculo visual, sino de toda una fuente de deliciosos olores, reconoce una de las viandantes.

“Huele maravillosamente. Cada vez que paso cerca de uno de esos puestos se me hace la boca agua. Me encanta el olor, y el sabor también. Es un bollo esponjoso y dulce, y encima, está envuelta en azúcar y frutos secos. Es fantástico”.

De manera parecida se expresa otro de los presentes.

“Su olor es fantástico y, aunque está relativamente muy azucarado, no es demasiado dulce. El sabor es único, no se puede comparar con otra cosa. Es muy bueno, pero innecesariamente caro”.

Precisamente el precio de los trdelník, que oscila entre dos y tres euros, así como la ubicación de sus puntos de venta, hace que empecemos a preguntarnos si no hay gato encerrado. En los carteles de cada quiosco se anuncian como producto checo tradicional, en algunos incluso se dice que lo están produciendo desde 1890, y de hecho trdelník viene de la palabra trdlo, que se podría traducir como palo o leño.

El presunto origen de este bollo hace levantar sospechas.

“No tengo ni idea de qué país provienen, sé que en los puestos dicen que es una antigua receta checa, pero realmente no estoy segura de si se trata sólo de un truco de marketing”.

La sospecha nos la confirma Kateřina, buena conocedora de la repostería checa, para la que el trdelník es un alienígena que aterrizó en Praga en fechas muy recientes.

“Es de 1900… desde 2003 lo noto, no sé. Yo llegué a Praga y tampoco había trdelník. Apareció hace unos 10 aňos y empezaron a venderlo. Es algo que se hace de masa de levadura, igual que los kolače, pero es muy sencillo, se pone en una barra de metal y se hace en el fuego. Queda muy crujiente, se espolvorea con azúcar y canela. Los checos no lo comen, yo no conozco ningún checo que lo coma. Está rico, eso sí, pero no sé si vale la pena gastar 50 coronas (2 euros) en algo que no es tan exquisito”.

De Hungría a Eslovaquia y de Eslovaquia a Chequia

Las sospechas sobre el origen checo de este aromático bollo tostado son totalmente fundadas. El trdelník es un plato cuyo origen se radica en la región de Transilvania, que en su época pertenecía a Hungría. El nombre original del producto es Kürtös Kalács, es decir, bollo de comino. De ahí se extendió a otras regiones de Hungría, entre ellas Eslovaquia, que fue hasta 1918 una región de este país.

Concretamente el cocinero del conde József Gvadányi, general y filósofo húngaro que llevó la receta a la ciudad de Skalice en el siglo XVIII, donde la receta se alteró y nació la forma actual del trdelník, un nombre que por cierto no es checo sino eslovaco. Durante dos siglos se trató de un dulce reservado para ocasiones especiales, pero en la actualidad se halla en todo mercado que se precie y cuenta desde 2004 con denominación de origen protegida.

El trdelník ni siquiera es austrohúngaro o checoslovaco. Variaciones del original transilvano llegaron y se desarrollaron en Luxemburgo, Suecia y Alemania, entre otros países. Todo indica que su presencia en Chequia es una mera operación comercial que pretende pasar este producto de fabricación barata y sencilla por tradicional.

Variaciones de lo más dulce

El carácter comercial y un poco impostor del trdelník, no descalifica sus grandes propiedades organolépticas. El aroma de la canela tostada, así como su consistencia esponjosa y cálida de masa recién hecha, resultan ideales en los días fríos, especialmente en el marco nevado y mágico de un mercadillo de Navidad.

Ya en su patria eslovaca el trdelník se puede enriquecer sirviéndolo untado con miel. En Praga es cada vez más frecuente el poder comprarlo con añadido de chocolate. De hecho, la capital checa está empezando a hacer suyo a este rollo intruso con formas propias y peculiares de darle el toque final. La última tendencia es el trdelník relleno. El cilindro se tapa por un extremo y se rellena de nata montada y fresas en unas versiones, con chocolate o crema de cacao en otras, y se remata con helado.

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