El riego de la alianza bélica contra Siria

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El riego de la alianza bélica contra Siria

El bombardeo unilateral, sorpresivo y no consensuado de Estados Unidos contra posiciones militares en Siria, equivale, en la práctica, a una declaración de guerra hacia un país que lleva varios años de conflicto armado, con una grave secuela de destrucción, muerte, migraciones masivas y crisis humanitaria que generan preocupación mundial y pedidos urgentes de paz. Sin lugar a dudas, el reto bélico es una señal permanente de alarma en el ámbito global.

 

Más allá de la creciente condena a actos de represalia ordenados por Washington –en abierta violación al derecho internacional–, el incidente demuestra el plan de la administración estadounidense de imponer su voluntad a través de las armas y las amenazas, en condiciones de hostilidad que pueden degenerar en confrontación en un amplio teatro de guerra, con un masivo intervencionismo y fractura de procesos de paz en zonas de prolongado enfrentamiento.

 

Para Panamá, el ataque a Siria no debe ser percibido como una simple nota de primera plana proveniente de un lugar remoto. Por el contrario, el Estado panameño debe hacer respetar el Tratado de Neutralidad Permanente de la vía interoceánica, firmado en 1977, y garantizar en todo momento el tránsito eficiente y seguro de naves. La situación descrita está a contrapelo con la reciente adhesión de Panamá a la alianza bélica creada por Estados Unidos para decidir acciones de fuerza y tensión en el Cercano Oriente.

 

La vacilante política exterior panameña llevó al presidente de la república a apostar por la incorporación a la alianza bélica y ofrecer en un arranque de entusiasmos el territorio nacional para acoger a refugiados sirios. Bayano digital discrepó con esa iniciativa y solicitó que fuese revocada la medida que carecía de consenso. El posterior ataque terrorista en París, cometido por el Estado Islámico infiltrado en grupos de refugiados sirios, corroboraría la validez de las objeciones y pondría en entredicho la posición presidencial.

 

Los acontecimientos de impacto registrados en el escenario global en los últimos años, revelan que la mejor cubertura estratégica de Panamá es la efectiva Neutralidad del Canal, la defensa de la paz y los mecanismos para el ejercicio pleno de la soberanía. Del mismo modo, Panamá puede y debe apelar a la integración y al respeto de los derechos humanos contra el tráfico humano y la explotación, para posicionarse en el ámbito hemisférico. Esa posición vertical proveyó fortaleza a la nación en instantes cruciales de reafirmación de sus derechos soberanos inalienables e inquebrantables.

 

Sin duda, la adhesión a los patrones de la guerra reducirá al más bajo nivel las promesas del oficialismo de generar en este país bienestar con seguridad. No puede ser vencida la inseguridad con apuestas bélicas. La historia contemporánea confirma que donde hay sumisión, pérdida de objetivos y fragmentación, surgen con facilidad las corrientes hegemónicas, el saqueo de recursos y la derrota de los proyectos de liberación y de equidad social largamente aplazados.

 

El tema sirio concita rivalidades e induce a sectores visionarios y consecuentes a exigir que Panamá disponga de una clara y firme política exterior. En este caso, conviene recordar que el no intervencionismo es la doctrina en política exterior que indica la obligación de los Estados de abstenerse o intervenir, directa o indirectamente, en los asuntos internos de otro Estado con la intención de afectar su voluntad y obtener su subordinación. Ello equivale al de no injerencia en los asuntos internos de otro país, para asegurar el predominio de la paz frente a la guerra. Desconocer ese principio puede tener un alto costo para los panameños.

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