El golpismo del siglo XXI

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El golpismo del siglo XXI

Por Stella Calloni (desde Argentina)

¿Qué sucedería si una mayoría republicana de Estados Unidos dijera que sería “irresponsable” dejar terminar su período de gobierno al presidente del Partido Demócrata, Barack Obama? ¿Qué sucedería si la mayoría parlamentaria argentina dijese que sería “irresponsable” dejar continuar a un gobierno, como el de Mauricio Macri, que funciona por Decretos de Necesidad y Urgencia, arrasando la ley y las instituciones, reprimiendo al pueblo al que mintió impunemente en la campaña electoral?

El 29 de enero, el presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, Henry Ramos Allup, afirmó que sería “irresponsable” permitir que el presidente Nicolás Maduro finalice su mandato. Advirtió, además, que si Maduro continúa en el gobierno, su sucesor heredará un “cementerio”, ante lo cual sostuvo -sin ningún límite- que en junio la oposición elegirá una figura legal para cambiar el gobierno.

Envalentonado por el amparo imperial con que cuenta, dijo que “la verdad es que yo no quiero que esto dure tres años más, así de peor en pésimo, porque, qué va a pasar al final. Si tú puedes ponerle remedio a una enfermedad antes de que te produzca la muerte, pues le pones el remedio. Parece obvio”. ¿Qué dirán los civilizados europeos, que tanto apoyan a sus “democráticos” amigos venezolanos, golpistas?

Las preguntas iniciales son más que válidas, ante esquemas de golpes de Estado más que blandos y encubiertos, a cara descubierta, como se está viendo en Argentina, con un verdadero gobierno de facto surgido de elecciones, y en Venezuela, donde la oposición mayoritaria en la Asamblea Nacional tiene un presidente que “canta el golpe” con la brutalidad que caracteriza a las “nuevas derechas”.

Ramos Allup busca liquidar al gobierno de Maduro antes de seis meses, sin que nada diga el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, de ese golpismo abierto y descarnado. Ramos Allup aseguró que ante la gravedad de la crisis económica, no vislumbra a Maduro concluyendo su mandato. “Yo lo veo muy mal, no sé si a final del año, porque tampoco es posible poner un día preciso, pero yo, al final del período constitucional, a este ritmo, no lo veo llegar”, manifestó.

Es la confesión pública, de que llegaron a la Asamblea Nacional exclusivamente a impedir gobernar a Maduro, pidiendo el respaldo a leyes que presentará la mayoría opositora con el objetivo de intentar dar un golpe final, sobre lo actuado desde el golpe de 2002.

Curiosa situación de golpismo en Venezuela, que pasó de las calles enlutadas, con muerte y destrucción, después de aquella declaración pública de Leopoldo López -que no es un preso político-, en 2014, en el inicio del intento de golpe de Estado llamado “La Salida”, con manifestaciones violentas, supuestamente estudiantiles, que encubrieron a paramilitares colombianos. López acotó que no se iría de las calles, hasta “no sacar a Maduro”. 43 muertos, casi un millar de heridos, millones de pesos en destrucción de edificios, universidades y demás, fue el saldo criminal de “La Salida”.

Los golpistas que desabastecieron al país, robaron millones de dólares en gasolina, alimentos, medicamentos, en complicidad con paramilitares colombianos. Además de matar en Colombia, los paramilitares lo hacen sin piedad en Venezuela, como sucedió en estos días, con el asesinato del periodista Ricardo Durán, quien trabajaba para el canal estatal Venezolana de Televisión (VTV). Era jefe de Prensa del gobierno del Distrito Capital. Laboró como director de Comunicación e Información de la Asamblea Nacional y ganó el Premio Nacional de Periodismo en 2009.

El periódico opositor El Universal sostuvo que Durán fue uno de los periodistas claves en comunicar “lo que ocurrió durante los días de abril de 2002, desde las propias instalaciones del canal, en tiempos en los que reinó la confusión, cuando el entonces presidente, Hugo Chávez, fue retirado del cargo”. ¡Qué delicadeza de El Universal!, usando la palabra “retirado del cargo”, ya que Chávez fue secuestrado en medio de un brutal golpe de Estado cívico militar.

Vale recordar lo sucedido (octubre 2014), con el asesinato, torturas previas, del joven diputado del Partido Socialista Unificado de Venezuela (PSUV), Robert Serra, y María Herrera, su compañera, además de otros crímenes brutales de la “oposición democrática” y de sabotajes contra el país que más había avanzado en recuperación social de la población, como admiten organismos internacionales.

Esos crímenes son parte del golpismo y de la injerencia de Estados Unidos, que hace tiempo amenaza con invadir a ese país, financia, asesora y dirige a una oposición mercenaria y al paramilitarismo mediático. Millones de dólares fueron repartidos en Venezuela y Argentina para “orientar” las campañas electorales. Eso es injerencia y corrupción, y es el mayor fraude contra gobiernos y pueblos. La ofensiva avanza sobre Brasil, Bolivia y Ecuador.

Macri: la invención de un presidente

En Argentina, el “modelo democrático” de Mauricio Macri emprendió una demolición brutal de todo lo que había recuperado el país, esencialmente el Estado, que en 2001 se derrumbó en la crisis económica y política más dura en la historia nacional.

Gobernando desde el 10 de diciembre por Decretos de Necesidad y Urgencia,(DNU), violando las leyes y la constitución, llevando al país hacia un camino que significa no sólo la destrucción de lo que costó años construir, con muertes y sacrificios, Macri comienza su gobierno entregando Argentina al poder hegemónico mundial, a los organismos siniestros, como el Fondo Monetario Internacional, de lo que se ufana el ministro de Hacienda, Alfonso Prat Gay, un agradecido empleado de bancos e instituciones extranjeras.

Macri no sólo apoya el golpismo contra Venezuela, sino que se ha convertido, hipócritamente, en “defensor de los derechos humanos en ese país”. Es el mismo presidente que está arrasando con todos los derechos del pueblo argentino, violando los derechos humanos, sociales y políticos, intentando volver atrás todo lo actuado contra los responsables de crímenes de lesa humanidad durante la dictadura pasada, algo tan valorado en el mundo.

“Rápido y furioso” arremete contra todo vestigio de derecho logrado por el pueblo, tras la campaña mediática terrorista encabezada por el grupo monopólico Clarín, dueño de los espacios más importantes de comunicación a nivel nacional y el más favorecido por Macri. La persecución de Clarín, contra la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, no tiene parangón en la historia.

El golpismo actual en Argentina comenzó el día de la asunción de Macri, un empresario ultraderechista, que desde 2007 (de acuerdo a WikiLeaks) ofreció sus servicios a la Embajada de Estados Unidos aquí. La ofensiva impuso Decretos que determinaron la intervención de instituciones y el ilegal nombramiento de “dos de sus jueces” en la Corte Suprema. Todas las medidas económicas favorecen a los poderosos y marcan un camino de exclusión para el pueblo.

Con despidos masivos, con métodos brutales -que es una forma de “desaparecer” a un ser humano-, desconociendo al Congreso, la persecución político-ideológico, con la impunidad que le da el poder mediático desde que era intendente en la Ciudad de Buenos Aires, Macri asumió la Presidencia con dos procesos abiertos, por reprimir a los pobres y espiar a trabajadores, políticos y a sus familiares.

Mientras Estados Unidos y su red de asociados “y empleados locales” apoyan los decretazos anticonstitucionales en Argentina, aplaudidos por el poder hegemónico, en Venezuela el Decreto de “Emergencia Económica”, firmado por el presidente Nicolás Maduro, fue rechazado por la oposición parlamentaria, con la complacencia de ese mismo poder. Maduro tiene una razón patriótica, de defensa nacional, para pedir la aprobación de este Decreto en un país petrolero, en el marco de la mayor caída de los precios de ese producto a cifras jamás imaginadas.

Ramos Allup y los suyos que apoyan al gobierno de facto de Macri, golpean al corazón de Venezuela, obstaculizando cualquier medida del gobierno de Maduro, que tiene la obligación de accionar con urgencia ante un problema nacional y económico. La negativa opositora en el Congreso es parte del golpismo continuo que Estados Unidos y sus títeres locales ejecutan contra Venezuela.

Ofensiva imperial

Estamos asistiendo a una embestida, una ofensiva de verdadera “demolición” de los gobiernos populares de América Latina, para lo cual se han destinado millones de dólares, interfiriendo procesos electorales, desacreditando para terminar de golpear la unidad regional, que es la única posibilidad de resistir al proyecto de expansión global, y de recolonización continental del imperio. Es también la única posibilidad de enfrentar las estrategias contrainsurgentes que supone esta Guerra de Baja Intensidad (GBI), que se aplica en toda la región contra los gobiernos que lograron cambiar el paradigma de la sumisión colonial.

De hecho, estamos invadidos por organizaciones, como la National Endowment Foundation (supuesta Fundación para el Desarrollo de la Democracia) que conocemos como NED. También, la vieja Agencia Internacional para el Desarrollo (USAID), los Institutos Internacionales tanto Republicano como Demócrata y su enorme red de Organizaciones No Gubernamentales, lo que permite la ocupación anticipada de territorio y facilita el terrorismo mediático que se nos aplica. Y no olvidemos la red de bases militares, las tropas de despliegue rápido, la IV Flota y demás.

En el plano de guerra psicológica, asistimos a la absoluta desculturización de nuestras sociedades, mediante entretenimientos y ofertas, que han “desconcientizado” a millones de aquellos que el poder hegemónico considera “esclavos mediáticos”.

Es imprescindible comparar la doble moral de supuestos demócratas de la oposición venezolana y argentina, y las derechas -en todos los casos, la más mediocre en la historia de América Latina- que son el ariete con que el gobierno de Estados Unidos intenta retornar a su “patio trasero” para su proyecto de recolonización. Para esto, está planeado demoler lo que haya de posible resistencia futura y avanzar en el control absoluto de la población, como lo está haciendo el actual “modelo argentino” y el golpista bloque opositor venezolano. Hay que seguir los acontecimientos en Argentina y Venezuela.

En Argentina, el gobierno ha sido ocupado por figuras impuestas por Washington, ya que este país, por una parte, e Israel, su socio, han colocado “sus alfiles” en ministerios estratégicos, sin disimulo. Esos ministros y secretarios de área pertenecen, desde hace tiempo, a las Fundaciones de Estados Unidos, como Pensar, Crecer, Libertad, UnoAmérica, y a otras que se instalaron en lo alto del poder en sólo 40 días. Se tomaron los medios que no controlaban -muy pocos por cierto-, ya que el monopolio del Grupo Clarín impuso la anulación de la Ley de Comunicación Audiovisual, votada en 2009 y reconocida en el mundo como un gran esfuerzo de democratización informativa y recuperación cultural. Como se sabe, no puede existir un monopolio mediático, como Clarín, que controle el país, el papel y la prensa. Ahora, debido a Decretos de Macri, la posición monopólica expandió el control de las telecomunicaciones y más.

Para hacerlo en sólo 40 días, despidieron a miles de trabajadores, a centenares de periodistas y ampliaron sus poderosos manejos de la Justicia, que le permitió a este Grupo monopólico burlar -mediante jueces amigos- la Ley de Medios durante seis años. Ahora, esos jueces “son el poder judicial”, una verdadera corporación del poder económico, golpista. Esto viola leyes y derechos de los pueblos y derechos humanos. Se tomaron uno de los países más importantes para la unidad regional, como un severo golpe a la integración. Es un golpe de Estado “rápido y furioso”, un shock con consecuencias inevitablemente graves para la región.

Pero, a medida que sigan tomando acciones más antipopulares y regresivas, seguirá creciendo la resistencia en Argentina. Por ello, introdujeron dos temas que son el caballo de batalla de los argumentos del imperio: terrorismo y narcotráfico, instalando el miedo en la población y, sin duda, como lo vemos aquí, pedirán “ayuda” militar a Estados Unidos para combatir esos “males”.

Nadie deberá asombrarse de atentados, de falsa bandera, como lo hacen en todo el mundo, instalando el miedo irracional, que significa el dominio emocional de una población aterrorizada, que lo acepta todo. Para eso, tienen los medios, el paraperiodismo, muy bien pagado -como se paga a los mercenarios- y el trabajo de zapa de la desconcientización social “para dominarnos mejor”. Sólo la resistencia inteligente, la unidad y solidaridad instaladas por el empoderamiento de los pueblos, de sus derechos, nos hará enfrentar el retorno colonial, y recuperar la libertad y la independencia definitiva. Tenemos la fuerza de la razón, la dignidad y el futuro.

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