El general Torrijos y su lucha por la soberanía de un país

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El general Omar Torrijos fue recibido por Fidel en Cuba en enero de 1976. (Foto: Jorge Oller).

Omar Efraín Torrijos Herrera, ha trascendido por ser el primer presidente en sentarse “de tú a tú” con Washington, y poner las cosas en orden respecto a la soberanía panameña en el canal.

Por Laura Bécquer Paseiro | laura@granma.cu

California, año 1848. Los rumores sobre el encuentro de pepitas de un metal precioso amarillento en las montañas dan paso a un gran movimiento de personas por el continente americano. Es el inicio de la fiebre del oro. La obsesión de aquellos buscadores los hace cruzar Estados Unidos en carretas tiradas por caballos o mulas. Es el inicio del esplendor de la costa oeste. Viajar por mar dando la vuelta por el Cabo de Hornos en la zona austral de Chile y atravesar el Istmo de Panamá, un accidente geográfico entre los océanos Pacífico y Atlántico que une el centro con el sur de América, se convierten en rutas vitales.

La última opción se convierte rápidamente en la más viable, ya que es necesario acortar las distancias. Motivado por la idea, Estados Unidos crea una comisión en 1876 para construir un ambicioso Canal Interoceánico por Nicaragua, proyecto del entonces presidente Ulysses S. Grant (1869-1877). Sin embargo, otra incipiente potencia como Francia se adelanta y el 5 de julio de 1874 el conde Ferdinand de Lesseps funda la Compañía Universal del Canal Interoceánico con el propósito de erigir un conducto, pero por Panamá. Ya desde el siglo XVI se viene pensando en unir al Atlántico con el Pacífico para el trasiego de mercancías.

Lesseps insiste en realizar un canal parecido al que ha proyectado en Suez, Egipto, pero fracasa, entre otras cuestiones por las enfermedades típicas de la zona tropical que causan miles de bajas entre los obreros. Agobiado, Lesseps encarga la obra al ingeniero francés Philippe Jean Bunau-Varilla, y vende los derechos de construcción a Estados Unidos por cerca de 40 millones de dólares.

Estados Unidos: dueño y señor por casi un siglo

En apenas diez años, la astucia y el esfuerzo heroico de 56.000 personas en su mayoría inmigrantes, terminan la construcción de una de las mayores obras de ingeniería de la historia. El canal se inaugura el 15 de agosto de 1914 con la circulación hacia el Sur de un buque a vapor.

Antes, Bunau-Varilla convence a los encargados norteamericanos que desistan de realizar el trabajo por Nicaragua. Para que Estados Unidos financie el plan, el proyectista firma en 1903 el tratado Hay-Bunau Varilla, ofreciéndole a Washington derecho a perpetuidad sobre el canal y soberanía en parte del istmo panameño.

El decreto provoca tensiones porque Panamá se convierte, automáticamente, en una colonia dependiente de la poderosa nación norteña. Los panameños son despojados de los ingresos y manejo de la obra que, a su vez, le es funcional a los intereses económicos y militares de Washington. A partir de ese momento, ambos países entran en una etapa de relaciones marcadas por la demanda de la pequeña nación centroamericana de una mayor participación en los beneficios.

Corren los tiempos de la doctrina del Big Stick o del garrote del presidente Theodore Roosevelt, que marcan la política de Estados Unidos hacia Latinoamérica: “Habla suavemente y lleva un gran palo, así llegarás lejos”. En 1903, Panamá se separa de Colombia. Washing­ton aprovecha e incentiva la situación, ya que le conviene, para echar a andar su proyecto del canal. La soberanía panameña se trunca debido a la ocupación norteamericana de parte de su territorio ese propio año.

Los panameños pueden entrar en la Zona del Canal ‒una franja de 1.380,5 kilómetros cuadrados‒ para trabajar, pero no se benefician de los privilegios de los estadounidenses, quienes aumentan su presencia militar y civil en el lugar. La Zona es administrada por la Compañía del Canal de Panamá y financiada por el Departamento de Defensa.

La ocupación da paso además a un fenómeno social interesante: los zoneítas o zonianos ‒por el término en inglés, “zonians” ‒, quienes conforman la comunidad de estadounidenses que hacen vida allí. El inglés desplaza al español como principal idioma.

Las tensiones entre los nuevos residentes y los panameños se acrecientan y tocan su punto álgido el 9 de enero de 1964. Ese día tropas estadounidenses matan a 24 estudiantes panameños que intentan izar la enseña nacional en la Zona del Canal. Tras varios años de incongruencias el hecho impulsa a ambos países a firmar en 1977 los Tratados Torrijos-Carter, que derogan el Hay-Bunau Varilla.

El hombre que cierra el ciclo de intromisión de EE.UU.

Ochenta kilómetros de largo y tres juegos de esclusas nombradas Miraflores, Pedro Miguel y Gatún, son el icono de todo un país. Panamá, que en la tradición indígena significa abundancia de peces y mariposas, no recupera hasta 1999 su obra insigne. Un hombre: Omar Efraín Torrijos Herrera (1929-1981) se encarga de cerrar el ciclo de intromisión norteamericana en su tierra natal.

Este panameño descendiente de maestros rurales opta por la carrera militar como una de las vías que tienen los pobres para hacerse de una profesión. Su perseverancia y el compromiso de sacar adelante a su familia ‒con él son 12 los hijos de José María Torrijos y Joaquina Herrera‒, le permiten graduarse de subteniente de Infantería en la Academia Militar Gerardo Barrios en El Salvador. También recibe cursos en la Escuela de las Américas instalada en la Zona ocupada por Estados Unidos.

Su participación en 1968 en el golpe de Estado contra el presidente Arnulfo Arias lo lleva a iniciar una serie de cambios en su país. Tras el golpe, José María Pinilla Fábrega se proclama presidente, pero cambios internos en el mando militar colocan a Torrijos como líder de ese sector. Asume la conducción política en marzo de 1969 como General y en 1970, después de 30 años de ocupación, recibe de los norteamericanos la Base Militar de Río Hato, ubicada en la provincia de Coclé. Allí instala un centro de instrucción militar.

Llama a elecciones para crear una Asamblea Constituyente que redactaría una nueva Constitución, la cual en su artículo 277 lo reconoce como líder máximo de la revolución panameña.

Torrijos fomenta un gobierno acompañado por reformas sociales y públicas, tal como la agraria. Sin embargo, trasciende al convertirse en el primer presidente en sentarse “de tú a tú” con Washington y poner las cosas en orden respecto a la soberanía panameña en el canal, cumpliendo así su promesa y resaltando los valores nacionales.

Consolidarse como figura política le permite impulsar la lucha por la devolución de la vía interoceánica y firmar el 7 de septiembre de 1977 el Tratado Torrijos-Carter. El acuerdo, rubricado en la sede la Organización de Estados Americanos con el presidente estadounidense Jimmy Carter (1977-1981), establece el traspaso gradual de bienes del Canal y del territorio de la Zona a Panamá, en un plazo que vence el 31 de diciembre de 1999, cuando la obra pasa a manos panameñas. Comprende además el desmantelamiento de las bases militares norteamericanas. El propio General reconoce que el Tratado no es el mejor ni el que ha soñado el pueblo panameño, “pero en este preciso instante representan la mejor oferta”, tal y como se recoge en ediciones del diario panameño La Estrella de la época.

Para llegar a ese día histórico, Torrijos emprende una campaña de presión que gana fuerte apoyo nacional y externo.

Tres años antes se comunica con Carter en pos de establecer un principio de acuerdo. Una vez ratificados los nuevos pactos sobre el canal (por plebiscito en Panamá y por el Senado en Estados Unidos), Torrijos nombra presidente en 1978 al ministro de Educación, Arístides Royo. Así, el 11 de octubre ordena la retirada a los cuarteles de la Guardia Nacional y deja el Gobierno en manos de los civiles.

El General muere el 31 de julio de 1981 cuando su aeronave DHC-6 explota en pleno vuelo en el cerro Marta, en la localidad de Coclé. Con ella, desaparece el hombre que le devuelve la soberanía a todo un país. En el libro Confesiones de un sicario económico, el escritor estadounidense, John Perkins, asume que la muerte del General a los 52 años no es accidental, “fue asesinado por miembros de la política estadounidense quienes se oponían a las negociaciones entre Torrijos y un grupo de empresarios japoneses liderados por Shigeo Nagano, que proponían la construcción de un canal a nivel por Panamá”.

Torrijos muere poco después de la llegada de Ronald Reagan (1981-1989) a la Casa Blanca y tres meses después de que el presidente ecuatoriano Jaime Roldós sucumbiera en circunstancias similares.

La aeronave desaparece durante condiciones climáticas extremas, pero debido a la limitada cobertura del radar panameño, no es reportada perdida por cerca de un día, acota Perkins.

Su desaparición es un duro golpe a las aspiraciones nacionalistas del pueblo panameño, más el sueño de Torrijos de alcanzar un crecimiento equitativo es truncado con la invasión estadounidense en 1989.

Gracias a la gestión de Torrijos, Panamá recuperó el control total del canal en 1999. (Foto: micanalde panamá.com).

Cuba-Panamá: Hermanos en la historia de las agresiones

El periodista cubano Luis Báez recoge en un cable de la agencia Prensa Latina titulado Desaparición física de Omar Torrijos, ¿accidente o asesinato? que el General es presionado por Estados Unidos para que rompa relaciones con Cuba. El líder panameño considera eso como una vergüenza y hace crecer su admiración por la Isla caribeña.

“Desde el triunfo de la Revolución, Cuba ha estado sometida a un incesante y cruel bloqueo que es una verdadera vergüenza para todo el hemisferio. Es lógico que Cuba agudizara su proceso revolucionario en estas condiciones. Los norteamericanos deben convencerse de que los cubanos son un pueblo que nunca se dejará pisotear”, dice, acorde con Báez.

Torrijos expresa que el triunfo de enero de 1959 esparce el sentimiento libertario en los pueblos de la región, y reconoce que sin la inspiración de ese proceso, Panamá no se habría sentado de tú a tú con los norteamericanos. Para el líder, Fidel es “un gran amigo, un hombre de firmes principios”.

“Fidel y yo mantenemos excelentes relaciones. Tenemos nuestras discrepancias, pero siempre dentro de un gran respeto y cariño. Estamos en estrecha comunicación. Siempre me ha dado sabios consejos”, manifiesta según lo registrado por Báez.

Torrijos visita en dos ocasiones Cuba, en enero de 1976 oficialmente, y durante la VI Cumbre de Países No Alineados en 1979.

Fidel, a su vez, considera a ambos pueblos como hermanos en su lucha común ante las agresiones del imperialismo. En un multitudinario acto en honor al General Torrijos, quien se encuentra de visita en Cuba el 12 de enero de 1976, Fidel exclama: “Han hecho allí todo lo que han hecho aquí. De Cuba se querían apoderar desde el siglo pasado; de Panamá se querían apoderar desde el siglo pasado. A nosotros nos impusieron una Enmienda Platt y una base; a Panamá le impusieron un tratado más o menos por la misma fecha que a nosotros, a nosotros en 1902 y a ellos en 1903; les impusieron un tratado y les impusieron una zona en medio del territorio y les construyeron no una base, sino 14 bases militares en aquel territorio”.

La Ciudad Escolar 26 de Julio, en Santiago de Cuba, al oriente del país, se queda pequeña cuando finalmente considera que esa etapa de presiones “se acabó al triunfo de la Revolución, y todo eso se acabó también en Panamá ‒eso de darle órdenes a todo el mundo y decidir quién gobernaba y no gobernaba‒ a raíz del movimiento revolucionario que dirigió el general Omar Torrijos”.

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