Decimistas cubanos ratifican punto guajiro como patrimonio

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Intérpretes de la décima poética en Cuba. (Foto: PL).

Decimistas cubanos ratifican punto guajiro como patrimonio

Por Antonio Paneque Brizuela

Las Tunas, Cuba (PL) – Defensores de la variante de la décima poética española conocida como espinela confirmaron aquí durante un encuentro a esa estrofa como estructura básica del “punto cubano”, declarado en diciembre pasado por la Unesco como Patrimonio Intangible de la Humanidad.

Estudiosos, improvisadores y tonadistas defendieron el género junto a los tradicionales músicos acompañantes, todos ellos protagonistas imprescindibles del también llamado “punto guajiro”, durante la 51 edición en esta ciudad de la Jornada Cucalambeana, considerada como “la fiesta suprema del campesinado cubano”.

Evento calificado así por uno de sus fundadores, el poeta habanero Jesús Orta Ruiz (El Indio Naborí, 1922-2005), en honor el bardo tunero Juan Cristóbal Nápoles Fajardo (El Cucalambé, 1829-1862), las composiciones de estos creadores devinieron este año joyas poéticas basadas en temas, sintagmas y pies forzados.

Los repentistas o improvisadores, uno de los pocos artistas que crean toda su obra presente sobre un escenario, a partir de las citadas propuestas impuestas por el jurado o solicitadas al público, integraron lo más puro del discurso oral de esta edición, junto a las tonadas cantadas a partir de anteriores décimas.

Ambos tipos de intérpretes de la estrofa que antes ennoblecieron El Cucalambé y el Indio Naborí, considerados los más importantes poetas bucólicos del país durante los últimos dos siglos, contaron con espacios especiales en la finca El Cornito, donde vivió e hizo obra el primero de ellos y lo siguió el segundo con su homenaje.

Premios El Cucalambé y Justo Vega

La 51 Cucalambeana saludó el 1 de junio el cumpleaños 189 del poeta tunero con la premiación del concurso de improvisadores Justo Vega, tras controversias que concentraron a una veintena de creadores y dieron como ganadores a Cindy Manuel Alfonso (provincia de Pinar del Río), Geordanis Romaguera (Matanzas) y Liliana Rodríguez (Las Tunas), en ese orden.

Los laureados encabezaron un grupo de seis finalistas que completaron en la controversia final los diestros Guillermo Castillo (Las Tunas, también premio de la popularidad), Yusdiel León (Cienfuegos), y Ricardo Cardosa (Holguín), que interpretaron bellas estrofas junto a miembros del Jurado (Aramis Padilla, Noel Sánchez y Argel Fernández).

Las estrofas improvisadas o cantadas enriquecieron la tradición del “punto cubano” o “punto guajiro”, junto a los intérpretes de guitarras, tres, laudes y percusión, que también amenizaron controversias, duelos poéticos, guateques, galas artísticas nocturnas, y danzas autóctonas.

La situación actual del punto cubano fue explicada por investigadores del encuentro teórico “Verso y punto”, con ponencias como “Nomenclatura básica para la clasificación de la tonada”, por Luis Paz, del Centro Iberoamericano de la Décima y el Verso Improvisado, uno los entes organizadores de la cita.

En cuanto a la parte escrita, el ganador del certamen Cucalambé fue Domingo Peña (Camagüey) por su obra “Con el gesto del bufón”, quien mereció también el lauro del concurso de glosas (poemario de 40 versos) por su selección “Con tus dardos en el pecho”.

Los concursos escritos y oral de esta reunión mostraron también lecturas y contra-lecturas en escenarios con sede en El Cornito, un paraje de campiñas y afluentes del río del mismo nombre rodeado de cabañas donde se hospedaron los artistas.

Esta 51 edición estuvo también signada por exposiciones de artes visuales que reflejaron de un modo u otro la creatividad de estos encuentros, junto al colorido y vitalidad de las campiñas en que se celebran los tradicionales guateques, la fiesta campesina cubana por excelencia.

Las artes visuales tuvieron este año particular protagonismo a través de exposiciones como “Trazos en el tiempo’, de Rogelio Fundora (El Guajiro que pinta (Mayabeque); “Estampas de mi Cuba bella”, de Alberto Piloto (Camagüey); y la fotográfica “Memorias Cucalambeanas-2017”, del alemán Hans Urlich Meyer.

Seré en Honduras un promotor de la Cucalambeana

La reunión, que integró a principios de este verano a cultores y estudiosos nacionales y extranjeros de la décima, contó también con la presencia de invitados de Honduras, República Dominicana, Alemania, Panamá y México.

El aporte de esos invitados fue revitalizador y estimulante, aunque se hizo visible la necesidad de mayor participación iberoamericana y, sobre todo, de repentistas y otros músicos del área distinguidos en sus respectivos países.

Esa exigua presencia regional, justificada sin dudas por el escaso presupuesto de que disponen los organizadores de un evento que es local, aunque con proyección internacional, se vislumbra ahora como asignatura pendiente, sobre todo si se compara con otras Cucalambeanas donde brillaron decimistas, payadores, versadores e intérpretes de otros instrumentos de tradición iberoamericana.

El entusiasmo que contagian las manifestaciones típicas cubanas se hace visible entre muchos invitados a estas reuniones, como el embajador de Honduras en La Habana, Andrés Pavón, quien prometió que será en su país “un promotor de estas Cucalambeanas”.

“Podemos rescatar en Honduras este tipo de tradiciones exhibidas alrededor de la décima; nuestro país trabaja en el incremento de esos vínculos culturales con Cuba”, declaró el diplomático a Prensa Latina, tras ofrecer una conferencia sobre el héroe hondureño Francisco Morazán en el contexto del encuentro.

Pavón expresó admiración por las improvisaciones de los decimistas y en especial por la modalidad aquí conocida como “tira tira”, de fuerte acogida por sus ataques de burla fraterna y diatribas en tono humorístico entre dos repentistas.

La décima, puente común hispanoamericano

La décima, composición poética española de diez versos, que devienen octosílabos y consonantes en su variante la “espinela”, obra en estas Cucalambeanas como puente cultural común entre los países del área hispanoamericana.

Creadores de casi toda la región la meditan, escriben, improvisan o cantan décimas, pero la espinela es la más popular y adecuada para componer entre autores que asumen distintos nombres de acuerdo con el país.

Entre esas denominaciones, una de las más usadas es la de payador en Argentina, Chile, Uruguay y Perú, con su equivalente de pajador y violeiro en Brasil.

A ese autor oral se le llama piqueriero en Colombia y también decimero, como en Panamá, México y Puerto Rico; poesiyero, puesiyero y coplero en Nicaragua; galeronista en Venezuela; y repentista o improvisador en Cuba.

En España, se le llama poeta o trovero en Málaga, Cordova, Granada, Andalucía, Valencia, La Alpujarra y Murcia; regueifeiro en Galicia; glosaor o glosador en las Baleares, bertsolari en el país Vasco y versador en Canarias.

La espinela (dos redondillas unidas por dos versos) es la versión creada en el siglo XVI por el malagueño Vicente Espinel y acogida en la región desde el XVIII por ser muy afín a las cadencias y cesuras del idioma español. Se dice que la mayoría de los iberoamericanos muchas veces “hablan en octosílabos”.

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