Cómo me convertí en chamán: la vida de los mediums jakasios

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Chamana en proceso de aliviar a un paciente. (Foto: TASS / Alexander Kolbasov).

Por Iliá Eliséyev, para RBTH.

Los habitantes del sur de Siberia que escuchan los llamados de sus antepasados, nos hablan sobre su “profesionalización”.

Conozco personalmente a varios chamanes que viven en Abakán, capital de Jakasia. Un chamán es un intermediario entre el mundo de los vivos y el de los espíritus. Los jakasios creen que todo lo que está vivo tiene alma: las montañas, los ríos, la estepa y el cielo participan en la vida del hombre de igual modo que los dioses y los espíritus de los antepasados muertos. El poder del chamán se transmite de generación en generación: según las creencias locales, los antepasados escogen a un heredero y lo instruyen. A quienes se niegan a obedecer les espera un castigo en forma de enfermedades, fracasos y una muerte dolorosa. Los espíritus no toleran la desobediencia.

La chamana que aprendió a hablar con la muerte

Aj Aba (que en jakasio significa “osa blanca”) empezó a comunicarse con los espíritus hace 12 años. A la edad de diez años se puso gravemente enferma y toda la parte inferior de su cuerpo se quedó paralizada. Los médicos no fueron capaces de hallar la causa de la enfermedad y le dieron muy poco tiempo de vida. Finalmente, la niña se curó gracias a una anciana curandera que aseguraba que la niña había desarrollado la “enfermedad del chamán”. “Sospecho que en ese momento mi destino se decidió para siempre”, comenta Aj Aba sonriendo mientras cuenta su historia.

Aj Aba intentó ignorar su predestinación durante 30 años. Pero en sueños veía a menudo a sus antepasados, que le exigían que aceptara su camino de chamana y, cuando ella se negaba, torturaban su cuerpo. Cualquier trabajo le provocaba enfermedades o problemas y los espíritus de los antepasados se le aparecían y le explicaban que así sería hasta el momento en que decidiera aceptar su destino de chamana. Ahora Aj Aba ayuda a la gente: cura a los enfermos, predice el futuro y acompaña a las almas de los muertos en su último camino.

Cada chamán tiene su “especialidad”, unas habilidades que se le dan mejor que otras. Aj Aba puede hablar con la muerte para que esta se lleve a una persona. Los rituales que lleva a cabo se consideran de los más peligrosos y pesados, porque la muerte algunas veces exige como pago no solo carne fresca y carne de animales recién sacrificados, sino también años de la vida del chamán.

En la mayoría de las mitologías de los pueblos nativos de Siberia, el Universo se divide en tres partes: el mundo Superior, el mundo Medio y el mundo Inferior. En el primero viven los dioses, en el segundo los hombres y en el tercero las almas de los muertos. En todos los mundos viven los espíritus, que son la fuente del poder del chamán: en jakasio se llaman “tiosi”.

El chamanismo está muy extendido en todo el territorio de Rusia, desde Carelia hasta el Baikal. En la historia de los pueblos nativos asentados en este territorio de vez en cuando aparecen chamanes capaces de comunicarse con el mundo de los espíritus. En Siberia el chamanismo está muy desarrollado en las aldeas, pueblos y ciudades de las repúblicas de Buriatia, Altái, Tuvá y Jakasia.

Chamán mirando al cielo. (Foto: TASS / Alexander Kolbasov).

El chamán que muere varias veces y su ayudante, el devorador de almas

El chamán Bek murió por primera vez en 2012. Su corazón casi se detuvo y él se sumergió en un trance muy profundo. Mientras su cuerpo seguía en el mundo Medio, su espíritu viajó, habló con los antepasados y los espíritus protectores, recibió instrucciones y estudió el orden del Universo.

Así supo Bek que estos viajes a partir de ahora se producirían a menudo y que él se dedicaría a ayudar a la gente. Desde entonces, Bek domina la técnica de “viajar al mundo de los muertos”, considerada como una de las más peligrosas para el hombre, ya que existe la posibilidad de no regresar nunca más del inframundo. El chamán “muere” varias decenas de veces al año.

En ocasiones Bek es poseído por un espíritu llamado Juu Pas, un devorador de almas. Este espíritu maligno y codicioso ayuda al chamán, pero exige un alto precio. Cuando le piden que cure enfermedades graves, Bek no puede arreglárselas sin su ayuda.

En la cultura de los chamanes, los espíritus no son sólo buenos o malos. Cada ser puede traer tanto el bien como el mal, lo importante es saber llegar a un acuerdo con ellos. Generalmente, para convencer a los espíritus se les hacen ofrendas: leche, vodka, dulces y carne de animales que mueren mediante unos rituales especiales.

Los chamanes se distinguen por sus ideas sobre la moral: pueden curar y pueden maldecir según su voluntad. Lo único que no les está permitido es negar ayuda a la gente. Los chamanes que se niegan a ofrecer su ayuda son castigados por sus espíritus, que les privan de la salud, el poder y la razón.

El camino solitario del chamán hacia la eternidad

Altyn Ai (que en jakasio significa “luna dorada”) siguió los pasos de su tío abuelo. Él era un gran chamán y, varios años después de su muerte, se apareció ante su nieta. Tal y como le fue ordenado, ella comenzó su camino de chamana y descubrió el mundo de los espíritus, que Altyn Ai veía en sus sueños y en la vida real.

En Jakasia se convirtió en alumna primero de Bek y después de Aj Aba. Ahora viaja por los lugares santos y por los templos paganos, pero cuando empiece a nevar empezará con los rituales chamánicos.

Altyn Ai dice que tiene miedo de su destino, y es que cuando te conviertes en chamán no hay marcha atrás, ni siquiera la muerte te traerá la liberación. El espíritu del chamán, una vez fallecido, se dedica a instruir a los sucesores y a ayudarles, asentándose para siempre en su lugar natal para recibir los sacrificios.

La mayoría de los chamanes viven solos. Los espíritus no suelen permitirles formar una familia y dedicarse a algo que no sea comunicarse con ellos. Los chamanes suelen pelear entre ellos porque cuando se produce una disputa entre sus espíritus, ellos son los que demuestran quién es más fuerte. Estas guerras no permiten formar relaciones largas ni amistades sólidas. La gente normal no suele comprender a los chamanes, que viven entre mundos y les ven de un modo distinto.

Entre dos mundos

Ninguno de los chamanes que nos cuentan su historia deseaba este destino. Todos eran personas normales y corrientes que se resistieron al cambio pero que acabaron aceptando su cometido.

Los chamanes creen sinceramente lo que dicen, y existen muchas personas que necesitan sus servicios: en Jakasia a los rituales acuden cientos de personas. Por ejemplo, a la celebración de Año Nuevo, llamada Chyl Pazy, que se celebra a finales de marzo, acude casi toda la población nativa de la república. Las antiguas creencias siguen vivas en la Rusia moderna, adaptadas a la nueva realidad y en ocasiones sin percatarse siquiera de ella.

A los chamanes no les gusta aparecer en público y a menudo ocultan su nombre real, creyendo que de este modo se protegen contra las maquinaciones de enemigos y espíritus malignos. Incluso entre ellos prefieren utilizar pseudónimos. A muchos chamanes no les gusta aparecer en fotografías, porque temen que se preste demasiada atención a su persona.

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