Aporte de los pueblos indígenas a la sociedad panameña

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Mujer indígena en el debate de políticas de Estado inclusivas.

Las respuestas que encontramos de los estudiosos (antropólogos, arqueólogos, genetistas, lingüistas u otros especialistas), es que lejos de ser inmigrantes en ese tiempo o provenientes de otras zonas territoriales, somos producto de una población de larguísima permanencia en el área istmeña y poseedora, antes y después del violento despojo, de tradiciones que destacan por su belleza, encanto y profundo significado simbólico, tal como lo han descrito los arqueólogos Cooke y Sánchez.

Por Toribia Venado Venado
Mgtra. /Abogada Ngäbe                                           

Al presentar los aportes de los indígenas, es necesario remontarnos a los orígenes históricos que sustentan sus raíces, cual árbol frondoso aún invencible en el tiempo. Bajo su sombra se labraron acontecimientos de lucha, de organizaciones sociales autónomas y hermanadas desde entonces, creando y realizando importantes contribuciones mucho antes del periodo colonial. Esto fue posible por los antepasados indígenas, que según el arqueólogo Dr. Richard Cooke, se establecieron en el Istmo hace más de 12.000 años.

Los investigadores científicos han estudiado los orígenes de los pueblos que habitaban la región antes de la invasión. Identificaron que los primeros pobladores de estas zonas eran en su totalidad agrupaciones indígenas. Se trata de conocer los principales asentamientos, las regiones donde vivieron ejerciendo poder y control entre las comunidades y cacicazgos de la época; cómo eran sus formas de vida, organización y la ubicación geográfica elegida por sus integrantes.

Las respuestas que encontramos de los estudiosos (antropólogos, arqueólogos, genetistas, lingüistas u otros especialistas), es que lejos de ser inmigrantes en ese tiempo o provenientes de otras zonas territoriales, somos producto de una población de larguísima permanencia en el área istmeña y poseedoras, antes y después del violento despojo, de tradiciones que destacan por su belleza, encanto y profundo significado simbólico, tal como lo han descrito los arqueólogos Cooke y Sánchez.

Veamos algunas referencias:

Observamos en el documento que con motivo del Centenario de la República en 2003, escribieron el Dr. Cooke y Sánchez Herrera, en ella resumieron que, los indígenas precolombinos eran insignes artesanos, labraron utensilios de piedra volcánica usados en faenas diarias y agrícolas, se dedicaron a la alfarería policromada, crearon figuras humanas con diversas motivaciones añadidas, trabajaron la madera, el marfil y orfebrería. Destacan, también, las costumbres mortuorias y centros ceremoniales ubicados en Chiriquí, y El Caño, en Coclé, todos aportes al nacionalismo panameño.

El relevante nombre del Estado –Panamá– se atribuye a orígenes indígenas con varias acepciones. En aquella época, los pobladores se referían a la abundancia de mariposas y la llamaban Panamá. También existía en el Mar del Sur una comunidad llamada Panamá, que significaba abundancia de peces. Así quedó inmortalizado el nombre de la patria, forjada por los pueblos originarios.

En relación con la identidad geográfica, están las designaciones de comunidades, provincias, cerros y ríos cuyos orígenes se fundamentan en el idioma nativo; lugares como Parita, Olá, Natá, Coclé, Azuero, Chame, Bugaba, Chiriquí, Veraguas y Panamá por recordar algunos, constituyen designaciones que enorgullecen a los habitantes de las mismas, las cuales se remontan al actuar de cacicazgos e indomables líderes de antaño.

Económicamente, los aportes no están visibilizados. El VII Censo Agropecuario de 2011, muestra que las comarcas indígenas contribuyen en este renglón en la explotación y cosecha de arroz; la comarca Ngäbe ocupa el segundo lugar en la explotación de maíz y frijol de bejuco. También siembran diferentes especies de plantones frutales.

Poseen variedad de ganado y aves. Los Ngäbes, solamente en gallina, criaron 300.457 unidades en 2011. En la medición sobre el aprovechamiento de la tierra, es palpable la participación y esfuerzo realizado por las comarcas indígenas para optimizar los recursos disponibles, que les permita producir guandú, poroto, dachín, yuca, ñame, otoe, ñampí, café, así como granos básicos, que se destinan para la auto sostenibilidad, semillas y ventas al por menor.

Algunos desconocen que cultivamos y cosechamos café para la exportación internacional, precisamente el que se produce en la zona alta de la comarca Ngäbe Buglé. Trabajamos para la sociedad panameña, pero principalmente lo hacemos para otros. La mayor parte de lo que realizamos no encuentra mercado y no se quiere pagar el precio justo por nuestras mercancías.

Es indiscutible la contribución de los indígenas en Panamá, a lo largo de la historia, con mano de obra de hombres, mujeres y niños en todas las áreas del país. Intervenimos principalmente como fuerza laboral no especializada del sector primario. Tanto así, que también la República de Costa Rica es beneficiaria de este recurso, por el trato que dispensan a los indígenas de Panamá, por ejemplo en la recolección de cerezas de café.

Particularmente, los indígenas contamos con productos propios y recursos que nos sustentan con escasa presencia estatal. Somos parte del bagaje turístico istmeño que desarrolla las formas culturales y artesanales de las comunidades de manera auto sostenible, insertándolas a formar parte de la identidad nacional, aunque el impulso de la misma no constituya una prioridad para las instituciones correspondientes.

Es relevante la producción y uso de la chaquira, la chácara o crä como la conocemos, el colorido de nuestros vestuarios, elaboración de sombreros u otros artículos que destacan los diseños que caracterizan a los Ngäbe Buglés.

Otro aspecto de vital contribución, es el respeto, protección y defensa que prodigamos a la tierra que finalmente nos ha quedado. El territorio de las comarcas indígenas representa la herencia que dejamos a nuestros descendientes y bajo otra concepción, pues la tierra no representa un negocio en dólares. No la poseemos de casualidad o porque de paso nos la cedieron. Hay una existencia articulada de amor entre tierra y pueblos originarios.

La vinculación territorial es tan fuerte e importante que los Ngäbe a sus nombres tradicionales le agregan el lugar de nacimiento a manera de apellido. Todas las localidades actuales tienen su denominación en Ngäbe. Ejemplo: Alto Caballero –Ciodoguo, Peñas Blancas– kinguin, El Piro –Muawadta, etc.

Visibilizamos el aporte puntual de la religión Mama Tadta, a la creación e interpretación del mundo, a la lucha contra el consumismo y a deponer las conductas y costumbres dañinas de los Ngäbe y Buglé. Es una fuerza espiritual que surgió de la serranía en la década de los años 60, con el liderazgo de Delia Bejerano. Liderazgo que valoró a la mujer Ngäbe, al posicionarse en la dirección de una fe reveladora y protectora de cuantos aún la practican.

Añadimos a este listado general de trascendentales contribuciones, la protección, cuidado y costos dados a los recursos forestales e hídricos durante siglos. Los más importantes ríos caudalosos se encuentran en las comarcas indígenas. Algunos de ellos han derivado en la construcción de hidroeléctricas, pero sin beneficio para los pueblos indígenas. El destino y uso de estos recursos han creado conflictos, porque no se quiere reconocer lo que por siglos ha costado su conservación, De hecho, constituyen las principales fuentes de agua para todos los panameños y panameñas.

Antes de finalizar el presente artículo, queremos realzar la contribución de las mujeres indígenas. Su mano de obra prevalece en el sector primario, en las tareas domésticas del país. Ellas realizan el trabajo de crianza y cuidado de los niños y la familia, de los enfermos y discapacitado. Incursionan en labores de cosechas agrícolas, también están presentes, apoyando y participando de las luchas generacionales en defensa de la tierra, los recursos naturales y en todas aquéllas actividades en que la vigencia de los derechos indígenas son cruciales y emblemáticos.

Conclusión

Afirmamos que además de las contribuciones de nuestros antepasados, agregamos otras, tras siglos de lucha y diálogos inconclusos. Anotamos el aporte de los derechos colectivos, la protección a los recursos naturales, el tema de la consulta y consentimiento previo, libre e informado a los pueblos indígenas, materia que se ha visibilizado y desarrollado a través de una ley especial. Mencionamos la valoración del medio ambiente y la producción de legislaciones específicas relativas a indígenas. Nuestras intervenciones han sido positivas y nos hemos sostenido con escasa presencia estatal.

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