Alfonso Romo: “Hay que construir México, no perseguir a la gente”

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Alfonso Romo, en su despacho de Ciudad de México. / Francisco Cañedo.

El empresario encargado de liderar el equipo de López Obrador para las elecciones de 2018 analiza la situación del país.

Por Javier Lafuente (México) / El País

Alfonso Romo (Ciudad de México, 1950) es la cabeza más visible del grupo al que Andrés Manuel López Obrador ha encargado su Proyecto Nación, cuyas bases están en un reciente libro publicado por el candidato presidencial bajo el título de ‘2018. La Salida’. “Nos dijo: ‘Aquí está mi visión, esto es lo que yo creo que necesita el país. Ahora veamos con qué podemos contar y con qué no. Esa es la chamba”, explica en su despacho de la Ciudad de México el empresario regiomontano, quien en su día apoyo a candidatos panistas como el expresidente Vicente Fox, No fue hasta pasado 2011 cuando se acercó a López Obrador, con quien, ahora, está en permanente contacto.

Pregunta. ¿Cuáles son las prioridades?

Respuesta. El mal más grande de este país es la corrupción, va a haber un ataque frontal y será importante para ganarse la confianza de todos los mexicanos. No va a ser una tarea fácil. Luego, está el ahorro del gasto, la independencia del Banco de México…

P. ¿Qué va a ser lo más complicado?

R. El reto es ganarnos la confianza de todos los mexicanos. Aquella campaña de ‘Un peligro para México’ fue muy negativa, hay que darles un premio Nobel de eficacia.

P. ¿En qué sector va a encontrar más resistencia?

R. Necesitamos que el sector dinámico empresarial esté tranquilo, no va a haber un retroceso al siglo XVIII. Hay muchas más cosas en común de lo que se piensan. Todo el mundo coincide en que el diagnóstico de Andrés Manuel es el correcto y me dicen: “Convénzannos de que tomemos las medicinas que él nos recomienda”. Es en los extremos donde hay que calmar los ánimos, no en el medio. Esa es la chamba.

P. Dice que habrá un ataque frontal contra la corrupción. ¿En qué va a consistir?

El reto es ganarse la confianza de los mexicanos

R. Lo que hay que entender es que su determinación es brutal, y como él dice: las escaleras se limpian de arriba abajo. Un liderazgo fuerte cambia la dirección de los barcos. Este país necesita esa figura, el entender a los distintos Méxicos.

P. ¿México necesita un líder o un presidente?

R. Ambas cosas. Necesita un hombre con una autoridad moral, no un líder callejero ni populista. [López Obrador] no es un líder populista. Alguien que pueda vivir con lo moderno y que atienda a los olvidados.

P. Hay quien opina que López Obrador quiere ser presidente, pero no tanto gobernar.

R. Es una percepción incorrecta. Andrés Manuel opera, no se va de museos ni a jugar al golf. Tiene una vocación de luchar contra la pobreza tan fuerte como la de combatir la corrupción. Tiene programas muy claros para revivir al campo olvidado, el del sureste, el del trópico. El país crece a un promedio del 2% aproximadamente. Pero el problema es que crece más el norte que el centro o el sur. Imagínese qué pasaría si ponemos atención a ese México olvidado. Con un poco se puede hacer mucho.

P. Se habla de combatir la corrupción y de cortar de tajo la impunidad, un lenguaje duro, pero también de que no habrá venganzas. ¿Cómo se compaginan ambas cosas?

R. Es un tema bien delicado. A México hay que construirlo, no podemos estar persiguiendo a todo el mundo. Es muy parecido a lo que pasó en el Pacto de la Moncloa, en España. Hay que entrar en los detalles, porque en los detalles está el diablo, pero hay que decir: “Tranquilos, hay que construir a México, porque no nos vamos a perseguir unos a otros”. A mí me encanta la figura de Adolfo Suárez. Es la esencia de Andrés Manuel. Está muy indignado, pero es un hombre muy maduro.

México necesita un “liderazgo fuerte”

P. ¿Piensa que México vive un momento como el que vivía España entonces? ¿Necesita una transición?

R. El modelo que estamos viviendo está agotado. Necesitamos un presidente que esté no más de palabra, sino de hechos. Si eso es transición, sí, México la necesita. A gritos.

P. Usted es defensor de la propiedad privada, López Obrador es crítico con las privatizaciones. ¿Cómo se entienden?

R. No tenemos un divorcio sobre respetar la propiedad privada. Él lo que critica es cómo se privatizó. ¿Se hizo para lograr una economía de mercado o se hizo para favorecer a unos pocos? La cuestión es que se hizo para crear una élite, pero el resto se nos olvidó.

P. ¿Quiere romper con esa élite?

R. Más que romper, se trata de crear más competencia. A nadie se le va a quitar nada.

P. ¿En qué no están de acuerdo López Obrador y usted?

R. Hasta ahorita la parte más sensible, aunque no estamos divorciados, es qué queremos hacer con el sector energético. El está muy indignado con toda esta irresponsabilidad que se ha tenido en los últimos 50 años: corrupción, derroche, la dependencia del petróleo… ¿Cómo arreglarlo? Él está convencido de que si se maneja responsablemente puede ser una palanca de crecimiento brutal. Si hay que limpiar Pemex, nos va a llevar años. Si no hay que depender tanto del presupuesto, también. A mí no me parece mal. En los detalles va a estar la clave. En eso estamos. Cuál es el rol del sector privado, con qué recursos contamos, qué no tenemos y a la hora de los detalles ver qué camino vamos a tomar. Tenemos que ser muy inteligentes en ver cómo cedemos todos.

P. ¿Cómo debe ser la relación con Estados Unidos?

R. Tiene que haber más cooperación económica que militar. Somos dos países que dependemos el uno del otro mucho. En las zonas tropicales se produce café, banano… eso no lo hay en Estados Unidos. Cuando yo negociaba el TLC hace 25 años les decía: “¿Quieren tomates o migrantes? ¿Naranjas o migrantes?” 25 años después, es lo mismo. Con muy poquito, podemos hacer un desarrollo rural sin precedentes y la gente no se va a ir.

El modelo mexicano “está agotado”

P. Pero la figura de Trump lo cambia todo.

R. Vamos a esperar a los próximos seis meses. Su Gabinete es muy consciente de la importancia estratégica de México. Estamos de acuerdo en que si la frontera mexicana ha sido una coladera, hay que poner orden, hay que cooperar. Si ellos no quieren droga, pues nosotros tampoco. Hay que ver los intereses comunes. Puede haber 100% de entendimiento. A largo plazo no soy tan negativo. Ahora, a corto, sí.

P. ¿Es López Obrador el principal enemigo de López Obrador?

R. Yo no lo creo. Es una pregunta que todos me hacen: “¿Qué va a hacer López Obrador en febrero o marzo de 2018 para hacerse el harakiri?» Yo siento que Andrés Manuel es el político que menos puede equivocarse. No le permiten nada. Si mañana se pone unos tenis de un dólar rojos, lo matan. Si dice cualquier frase que pueda servir para decir que es el problema para México, se la van a capitalizar. Tiene que ser muy inteligente. Hace poco hubo una crítica de Francisco Martín Moreno. Le mandé un mensaje nota diciéndole que Andrés Manuel había nombrado a un grupo que conocía perfectamente, que al menos nos diera un voto de confianza. Andrés Manuel contestó por Twitter. Yo no lo hubiera hecho.

P. Me está dando entonces la razón.

R. Claro que se la estoy dando. En el sentido de que tiene que ser muy cuidadoso, muy inteligente de no caer en provocaciones falsas. Tenemos todos que ser tolerantes en no caer en ellas. Vamos a ser muy criticados.

P. ¿Quién es el rival que más le inquieta?

R. Hoy no veo ninguno. No veo al PRI con fuerza. Hay un antipartidismo brutal en México. La gente está muy cansada. La gente está cansada del PRIAN más que de Andrés Manuel. Personas que conozcan el país y que estén preocupados por México como él, no veo a nadie. Aunque en política todo puede suceder.

P. Morena es una amalgama gigante…

R. Igual que el PAN o el PRI.

P. Pero, ¿qué pesa más en él, los grupos más radicales o empresarios moderados como usted?

R. Yo nunca he sido moderado con el deterioro de México, con la pobreza, la miseria o la falta de educación. En eso soy tan radical como cualquiera. Soy una voz aparentemente moderada pero estoy indignado. En el equipo que estamos formando, el 60% es gente de Morena. En seis u ocho meses tendremos una visión más clara. El diagnóstico es el mismo. Eso de sentarnos a los extremos es sumamente rico.

P. ¿Cuál es su mayor temor?

R. Mi problema es que yo soy muy optimista. Vamos a ver qué tanto avanzamos. Las diferencias que hay no me importan. Si no llegamos a un acuerdo en un 20%, no me importa; el 80% está bien. Yo quiero que el buque navegue. Yo soy un admirador de Álvaro Uribe, cuando tomó el poder, lo bombardearon, pero cambió el rumbo del país. No fue perfecto, pero hoy Colombia le debe mucho a Uribe, la gente lo quiere, aunque hay otra que no tanto. Yo siento que Andrés Manuel es un líder así, duro. Si lees a los dos, es lo mismo, con diferente lenguaje. No echan mentiras, son operadores, tienen una vocación para la seguridad.

P. Y de los dos se dice que son populistas.

R. No lo son. Son realistas sobre la situación del 80% del país.

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