¡Queremos paz ya!

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Integrantes del ELN de Colombia.

¡Queremos paz ya!

(Información remitida a Bayano digital por el Partido del Pueblo de Panamá, luego de haberla recibida del Partido Comunista de Colombia).

El pasado lunes 10 de octubre, en Caracas, República Bolivariana de Venezuela, los delegados del Gobierno de Colombia y del Ejército de Liberación Nacional, encabezados por Mauricio Rodríguez y Pablo Beltrán respectivamente, anunciaron el inicio de negociaciones directas y públicas, a partir del próximo 27 de octubre, en Quito, Ecuador. La agenda de negociaciones se iniciará con el punto 1, participación de la sociedad en la construcción de la paz y, adicionalmente, se trabajará el sub punto 5f, Acciones y dinámicas humanitarias.

Según el comunicado, decidieron “iniciar el proceso de liberación de los secuestrados/retenidos con dos casos antes del 27 de octubre. Además, cada una de las partes hará, a partir de la fecha, otras acciones y dinámicas humanitarias para crear un ambiente favorable para la paz”.

Es una gran noticia, otra más que se produce en el pos plebiscito, que favorece el camino de la paz integral estable y duradera. Otro golpe a los enemigos de la paz, que buscan truncar la aspiración de la mayoría de los colombianos y colombianas de allanar, por fi n, el objetivo de la reconciliación y la tranquilidad después de seis décadas de conflicto.

La paz es integral y no puede excluir a ninguna de las organizaciones alzadas en armas por razones políticas, económicas y sociales, que luchan por la democracia y la justicia social. Por esta razón, desde las páginas de este semanario (VOZ), siempre se convocó a incluir al ELN y al EPL en las conversaciones de paz. La vía militar fracasó como método de solución del conflicto armado y se impuso como única la solución política dialogada y pacífica. En ello no hay excepciones y mucho menos exclusiones.

De otra parte, el domingo 9 de octubre pasado, el expresidente y ahora senador Álvaro Uribe Vélez, presentó lo que él llamó nuevas propuestas para la paz, que en el fondo significan un replanteamiento a fondo del Acuerdo Final de La Habana.

En la alocución del presidente Juan Manuel Santos del lunes 10 de octubre, en horas de la noche, anunció que todas las propuestas y sugerencias serán escuchadas y analizadas por las delegaciones del Gobierno y de las FARC, pero instó a no hacer propuestas imposibles, convocó al realismo y a “no dilatar los diálogos porque el tiempo conspira contra los acuerdos”.

Y así es. La maniobra del uribismo es hacer propuestas imposibles e inviables, porque desestructuran la esencia del Acuerdo de La Habana, tejido con paciencia y creatividad durante cuatro años por las dos partes. Va en contravía de la exigencia nacional, después del plebiscito, de darle vía ya a la paz, sin demoras ni complicaciones. Las manifestaciones en las capitales y ciudades colombianas, así como el pronunciamiento desde el exterior, llaman a no postergar la decisión ya adoptada y consignada en el Acuerdo Final, suscrito en Cartagena de Indias por el presidente Juan Manuel Santos y el comandante Timoleón Jiménez.

Álvaro Uribe Vélez está cargado de odio, de venganza y de retaliación contra las FARC a la que no pudo desaparecer de la faz de la tierra como fue su promesa y lo pretendió mediante la “seguridad democrática” y los planes guerreristas en sus dos periodos presidenciales. En los últimos días hechos tales como la movilización estudiantil y popular; el Premio Nobel de la Paz para el presidente Juan Manuel Santos, el creciente pronunciamiento internacional, el Comunicado Conjunto de La Habana y el anuncio de los diálogos públicos con el ELN, demandan ¡paz ya!

No más maniobras uribistas como las que implementaron con falacias y mentiras antes del plebiscito, ahora conocidas porque fueron divulgadas por el gerente de la Campaña del No, Juan Carlos Vélez. A ello no fue ajeno ni el senador Álvaro Uribe Vélez, ni los principales directivos del Centro Democrático y de la campaña del “No”, ahora no se pueden lavar las manos. Siguen actuando como si nada hubiera ocurrido, acudiendo a las mismas mañas y falacias para descalificar y atacar el Acuerdo Final de La Habana que abre la puerta a la paz estable y duradera.

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