Editorial: Pasos para enfrentar la crisis

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Pasos para enfrentar la crisis

Sobre Panamá han sido volcadas en un período relativamente cota el equivalente a toneladas de desprestigio. La realidad ha demostrado que no había un equipo preparado para prever esos acontecimientos y menos para anticiparse al impacto que causó lesiones al prestigio nacional y minó las relaciones económicas construidas durante largo tiempo, en el contexto de un escenario global.

El primer paso para enfrentar la realidad, es aceptar que el país ha sido atacado. Pese a que la divisa de los atacantes se oculta detrás de una legítima lucha contra la corrupción, hay que reconocer e identificar los intereses que están detrás de acciones que dan la estocada al modelo de negocios offshore. En segundo lugar, se debe apelar a las fortalezas internas y externas, para corregir las vulnerabilidades y neutralizar las amenazas actuales y futuras.

Willem Buiter, economista jefe de Citigroup, quien elaboró un informe sobre cómo resolver la crisis económica internacional que golpeó duramente a los europeos, estimó que la solución pasa por años de austeridad y no en acciones derivadas del impago de la deuda. El analista no lo dijo en forma categórica, pero intuyó el desmoronamiento de un sistema capitalista flojo que recurre a todos los recursos a su alcance para poder sostenerse y anclarse.

Panamá también es tocada por esa crisis, en la que las potencias intentan garantizar una hegemonía en un tambaleante escenario. Sin embargo, para evitar quedar contra las cuerdas y luego en la lona, los panameños deberían apoyarse en fortalezas internas y recuperar los vínculos perdidos de unidad y solidaridad internacional. Romper el aislamiento debe ser una tarea prioritaria. Precisamente, ese modelo de consenso elevó a Panamá y produjo resultados en la lucha encaminada a la recuperación del canal interoceánico.

Es necesario comprender, además, que es imposible llegar a algún lado con una maltrecha imagen, en posición de rodillas o con la moral en el suelo. En esta etapa, es indispensable elevar la dignidad del país y demostrar que Panamá tiene vocación de independencia y desprecia toda forma de subordinación a intereses foráneos que desconocen la soberanía nacional y un estilo de desarrollo propio.

Aunque geográficamente pequeño, ningún Estado debe elegir el camino del aislamiento, sino del aumento de las capacidades institucionales para encarar los retos venideros. La población tampoco debe ser un convidado de piedra en un entorno de conflicto que perturba la economía, sino tener un activo papel protagónico en la defensa de los intereses nacionales y en el diseño de plataformas unitarias, y de respuestas movilizadoras anti crisis.

Sin duda, el país agredido puede utilizar las herramientas de la denuncia sustentada y la vía del derecho internacional, para denunciar las nuevas formas de agresión, aún bajo condiciones adversas que se inscriben en la denominada “guerra híbrida” y en el nuevo reparto mundial generado por el agotamiento del modelo capitalista. Las toneladas de lodo vertidas por los agresores, no deben detener la lucha de los panameños enfrentados durante años a la explotación, el expolio, el ultraje y al intervencionismo.

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