La mala costumbre de morir

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Masacre de niños en Irak

La mala costumbre de morir

Por Cecilio E. Simon E.
Redacción de Bayano
cecilio.simon@bayanodigital.com

Es paradójica la atención que dan en las redes sociales a las víctimas del terrorismo. Los atentados del 22 de marzo en Bruselas, que provocaron la muerte de 35 personas, al igual que en noviembre, cuando se registraron ataques en París, generaron en las redes sociales pronunciamientos de solidaridad de millones de personas alrededor del mundo, a través de “trendig topic” #PrayForBelgin. Algo similar ocurrió en noviembre, con el hastag #PrayForParis, viralizado en Twitter.

¿Qué diferencia a las 40 víctimas que hubo tres días después en un campo de fútbol al sur de Bagdad, o las 65, en su mayoría mujeres y niños, que perecieron en un parque de diversiones en Pakistán? ¿Será que ellos, al igual otras 450 personas que fueron asesinadas en febrero y marzo en Palestina, Siria, Somalia, Turquía, Nigeria, Costa de Marfil, tienen la mala costumbre de morir? #PrayForBagdag no es “trending topic”.

El hastag #PrayForPakistán, no tiene efecto viral en las redes sociales. Todos rezamos por las víctimas de los atentados en Bélgica. Pocos, muy pocos, rezamos por los niños de Paquistán que fueron aniquilados por actos violentos y brutales.

Sin duda, el valor simbólico-estratégico del país objeto del atentado, no las personas, es la clave para entender esa forma de percibir esas matanzas. Sólo ello explica la exaltación de las potencias y los medios occidentales. En efecto, la conmoción por los atentados en Bélgica no se debe a su apacibilidad y neutralidad histórica.

Por el contrario, Daesh infligió una herida a la sede de la poderosa Organización del Atlántico Norte (OTAN), que es considerada la capital de la Unión Europea, por ser la sede de sus principales instituciones. Importantes organismos encargados de la seguridad de la Europa comunitaria tienen su sede en Bruselas, como el Comité Político y de Seguridad, el Comité Militar de la Unión Europea y el Estado Mayor de la Unión Europea.

En Siria, Paquistán, Irak, Somalia, Turquía, Nigeria y Costa de Marfil más de 450 personas murieron durante el último mes en atentados terroristas. Los niños y mujeres que cayeron en el último ataque del Talibán en Pakistán, son más del doble de las muertes provocadas por Daesh en Bruselas. Sin embargo, a diferencia del país europeo, las víctimas de atentados en esos países son consideradas “daños colaterales” de la guerra global contra el terrorismo y devaluadas simbólicamente por los medios de comunicación al servicio de los valores de dominación de Occidente, que exaltan su poco apego a la vida terrenal, porque ¡Ellos tienen la mala costumbre de morir por su causa!

Una muerte de inocentes víctimas es dolorosa en Bruselas, Bagdad o Pakistán. Bélgica se vio afectada la función de Capitanía de Puerto asignada a Bruselas. En los países del Cercano, Medio y Lejano Oriente la limpieza étnica, sin duda, está relacionada con el rediseño del mapa de la región, para poner bajo el control de Occidente las fuentes gasíferas y el hidrocarburo. Por ello, elevamos nuestra solidaridad por las personas asesinadas, no por los países, en el formato universal de las redes sociales #PrayForTheVictimsInBelgin #PrayForTheVictimsInBagdag #PrayTheVictimsInPakistán.

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