La lenta agonía del glaciar más grande de Europa

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Vista del glaciar Aletsch desde el mirador Moosfluh. (Simon Bradley/swissinfo.ch).

La lenta agonía del glaciar más grande de Europa

Por Simon Bradley, Aletsch | swissinfo.ch

El imponente glaciar Aletsch se derrite a tal velocidad que prácticamente podría desaparecer a finales de este siglo. Pero la merma de su masa de hielo es solo uno de los múltiples y dramáticos cambios que experimentan el paisaje y la fauna de esta región alpina.

La vista panorámica que ofrece el mirador Moosfluh, que supera en altura en alrededor de 400 metros a la aldea de Riederalp, es capaz de arrebatar el aliento a cualquiera. Ante nosotros se despliega un majestuoso e inmenso mar de serpientes de hielo níveo y grisáceo con la montaña como acompañamiento.

A unos metros de aquí, una longeva pareja de japoneses disfruta con placidez del almuerzo que ha traído para la ocasión. Comen en silencio, mientras gozan de la maravilla natural que vislumbran desde el sitio donde se hallan. Luego comparten su opinión: “He venido en tres ocasiones a este lugar en los últimos 17 años y cada vez lo encuentro distinto. [El glaciar] ahora es más estrecho y solía ser mucho más alto. Pero la forma de sus curvas sigue siendo igual de hermosa”.

El glaciar Aletsch, en el cantón del Valais, tiene una extensión de 23 kilómetros, que lo convierte en el más largo de Europa, y 1,5 kilómetros de ancho que tienden a mermar. En la cara sur del macizo del Jungfrau (a 4.000 metros de altitud), nacen tres lenguas que se deslizan hasta 200 metros cada año para confluir en la llamada Plaza de la Concordia, una extensión de 6 km2 que es el punto de partida formal de este glaciar. Sin embargo, durante los últimos años este parece batirse en retirada.

Nos encontramos a 2.333 metros de altitud y desde aquí no es posible escuchar el persistente goteo del hielo que se funde mucho más abajo. No obstante, esto sucede sin pausa y, con el paso de los años, el efecto acumulado está resultando devastador.

“Durante los últimos 40 años, las faldas del glaciar se han reducido en el equivalente a 1.300 metros. Pero no solo se ha acortado, sino que también es 200 metros más delgado en la actualidad”, explica Laudo Albrecht, director del Centro Pro Natura de Aletsch, ubicado en la zona aledaña a Riederalp, localidad que se considera el corazón de esta región.

Dicho centro de conservación natural atrae a 17 000 visitantes cada año y actualmente celebra sus 40 años de existencia con una amplia exposición que muestra cómo se transforma el entorno local.

Albrecht creció en esta región y trabaja para el centro desde hace 30 años, es pues un testigo de primera mano de lo que ocurre. “Me da tristeza. El glaciar Aletsch es parte fundamental de la región. Es una especie de amigo al que conozco muy bien, pero que se va despidiendo paulatinamente”, se lamenta.

Y las cosas seguirán empeorando en las décadas venideras. Si se sigue derritiendo a la velocidad actual, a finales de siglo la superficie del glaciar Aletsch habrá mermado de los 118 km2 que tenía en 2010 a solo 35 km2, perdiendo con ello un volumen de masa de hielo equivalente a 1,7 kilómetros cúbicos, que lo convertirían en menos del 10% de lo que es hoy”, reconoce la Oficina Federal de Medio Ambiente.

“Podría desaparecer todo, no solo el Aletsch. A finales de este siglo, todos los demás glaciares suizos también podrían haber dejado de existir. Pero la idea de la desaparición del Aletsch es como imaginar Zermatt sin el Cervino”, sostiene Albrecht.

La merma de los glaciares ha generado pequeños deslizamientos de tierra en el valle en las zonas en las que se juntan dos placas geológicas. Un paisaje en movimiento que ha resultado todo un reto el desarrollo turístico. En el teleférico de Moosfluh, inaugurado en 2015, se aplicó un innovador diseño que toma en cuenta un posible desplazamiento horizontal de la roca (de unos 11 metros hacia el noreste y 9 metros de desnivel vertical) durante los próximos 25 años.

Otra duda que flota en el ambiente es si la fundición del glaciar Aletsch derivará en la creación de pequeños lagos de montaña, como lo predicen algunos investigadores suizos desde 2014. Esto traería consigo potenciales riesgos de inundaciones y de deslizamiento, especialmente para las comunidades ubicadas debajo de los nacientes lagos.

Pero se avecinan más cambios. En los próximos 50 a 100 años, Suiza podría enfrentar un incremento en la temperatura de tres grados centígrados como resultado del cambio climático. Los investigadores advierten de que la vegetación alpina no solo tendría que adaptarse a temperaturas más cálidas, sino a nuevas especies depredadoras aún desconocidas.

Albrecht deja claro que quizás por el momento todos estos cambios no son notorios, “pero esto no quiere decir que no estén sucediendo, simplemente tomará algún tiempo más ver todas estas transformaciones”.

Luego detalla las primeras metamorfosis que son visibles. El insecto neuróptero conocido como “mosca búho” solía vivir en las zonas rocosas del Valais que son secas y calientes. “Ayer, por primera vez, vi uno muy cerca de aquí, lo que posiblemente evidencia que el incremento de las temperaturas lo está llevando a buscar nuevos sitios para vivir”, dice.

Otra transformación, no forzosamente ligada al cambio climático, se vive en la fauna local.

Cuando el Centro Pro Natura de Aletsch se fundó en 1976 era poco común ver ciervos en la zona. Cuatro décadas después se estima que durante este verano entre 200 y 250 venados están viviendo en las 400 hectáreas de bosque protegido cercano al Aletsch, provocando un problema que antes no existía.

“Antes, las vacas acostumbraban comer brotes de alerce y pinos nacientes en esta zona. Hoy, hay tantos ciervos que ya no es posible sembrar ninguno de estos árboles porque se comen todo”, afirma Albrecht con pesar.

Turismo y residencias secundarias

Hace cuatro décadas, el campo se hallaba poblado por vacas y cabras. Pero el turismo, las estaciones de esquí, los remontes, los chalets y las casas de vacaciones han cambiado las cosas.

En Riederalp, el número de camas disponibles para los turistas se triplicó en los últimos 40 años: de 2.200 pasó a 6.000.

El número de pernoctaciones, no obstante, no ha crecido a la misma velocidad. En 2015, se registraron 261.078, la mayor parte en la temporada invernal. El verano suele ser tranquilo. Esto significa que alrededor de la mitad de las habitaciones disponibles para turistas están vacías.

“Los propietarios de residencias secundarias suelen pasar entre cinco y seis semanas en sus chalets y los fines de semana que les resulta posible. Pero los apartamentos de vacaciones que no se alquilan son un problema”, reconoce el alcalde de Riederalp, Peter Albrecht.

Desde la entrada en vigor de la controvertida Lex Weber no se pueden construir nuevas residencias secundarias. Alrededor de 40 hectáreas de terreno edificable podrían ser transformadas en tierras de cultivo o en terrenos para el desarrollo de actividades turísticas. Hoy, solo del 11% de la población local vive de la agricultura, mientras que el 86% lo hace del turismo.

Las autoridades reconocen, no obstante, que uno de los principales problemas que enfrenta Riederalp no es atraer a nuevos turistas, sino animar a la gente a mudarse aquí de forma permanente para frenar el éxodo rural.

Aletsch, un mar de hielo.
Aletsch, un mar de hielo.

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