La agroecología, con el esfuerzo de la familia y pequeños productores

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Niño siembra una pequeña planta en un huerto.

Por Silvia Martínez

Roma (PL) – La agroecología se presenta hoy como la solución para lograr un sistema alimentario más saludable y sostenible con el decisivo auxilio de la agricultura familiar y pequeños productores.

El rol esencial de unos y otros para implementar un programa de agroecología, explica cómo y por qué son tenidos en cuenta en el trabajo en marca en la celebración de la Década de la agricultura familiar (2019-2028) y la Década sobre la nutrición (2016-2025), ambas aprobadas por el sistema de Naciones Unidas.

En los próximos años, la prioridad debe ser “reforzar el rol de los agricultores familiares, campesinos, pescadores, pastores nómadas, pueblos indígenas y sobre todo de las mujeres y los jóvenes”, señaló el director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), José Graziano da Silva.

En la clausura del II Simposio Internacional sobre Agroecología, celebrado en esta capital a instancias de la FAO el pasado mes de abril, Da Silva aclaró que cuando la FAO habla de esa forma ecológica de producir alimentos no se refiere a problemas puramente técnicos.

La agroecología, define la FAO es una disciplina científica, un conjunto de prácticas y un movimiento social. Ciencia, porque estudia cómo los diferentes componentes del agroecosistema interactúan, a la vez que busca sistemas agrícolas sostenibles para optimizar y estabilizar la producción.

Todo ello imbricado en el entramado social, con roles multifuncionales para la agricultura, que promueve la justicia social, nutre la identidad y la cultura, y refuerza la viabilidad económica de las zonas rurales.

Es la agroecología una disciplina que abarca en toda su dimensión la protección del medio ambiente, la salud, la nutrición, el clima y hasta la vida misma del planeta, apunta el organismo especializado de ONU.

Al combinar conocimientos tradicionales y científicos, ella impone enfoques ecológicos y sociales a los sistemas agrícolas, con una mayor y más provechosas interacciones entre las plantas, los animales, los seres humanos y el medio ambiente.

La agroecología, criterios también evaluados durante el II Simposio es una forma diferente de producción agrícola, intensiva en conocimiento, respetuosa con el medio ambiente, socialmente responsable, innovadora y que precisa de un trabajo calificado.

Busca conectar a productores y consumidores a través de una economía circular y solidaria que prioriza los mercados y las economías locales, donde mucho tienen que ver las innovaciones y aportes sociales, pero también institucionales para la promoción de la producción y el consumo agroecológico.

Entre desafíos y ventajas Ese sistema de producción agroecológica un aliado vital en el largo camino para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 de la ONU, los cuales, definidos también por FAO, son difíciles de conseguir, pues implican “no dejar a nadie atrás”.

La iniciativa para ampliar la escala de la ecología, aprobado por el simposio internacional antes mencionado, define desafíos que deberán enfrentarse, como la “falta de sensibilización” sobre el tema entre los responsables políticos.

Los productores se enfrentan a riesgos y limitaciones que dan al traste con el entorno favorable que necesitan las transiciones agroecológicas; igual se precisa de políticas nacionales que respalden sistemas alimentarios más sostenibles, con enfoques innovadores e integrados que respondan a los múltiples desafíos sociales, económicos y ambientales.

De igual modo, los sistemas de investigación, educación y extensión de hoy no responden adecuadamente a las necesidades de la agroecología para transformar los modos alimentarios y de producción agrícolas.

Tampoco los modelos actuales de mercado son compatibles con la producción agroecológica, faltan también acciones coordinadas y de colaboración política y de gobernanza.

Sin embargo, hay conciencia de que son nefastas las formas de producción agrícola sustentadas en elevados insumos y uso intensivo de los recursos, lo cual significa una primera ventaja para el desarrollo de la agroecología.

Existe también un superior conocimiento científico agroecológico, sumado a una demanda creciente de alimentos saludables y de diversificación de las dietas para enfrentar la malnutrición en todas sus formas (desnutrición y obesidad) y las enfermedades no contagiosas.

En los más diversos sistemas de producción de alimentos, son muchos los ejemplos de las amplias posibilidades que ofrece la agricultura familiar y de productores de pequeña escala que avalan también sus ventajas.

En China, uno de los tantos que pondera la FAO, hay un ecosistema diseñado por campesinos que utiliza hojas de moreras para alimentar a gusanos de seda cuyos desechos corporales se usan a su vez para los peces.

El material orgánico contenido en el lodo del estanque de peces, señala el ente de ONU, es utilizado como fertilizante para las moreras, completando así un círculo productivo virtuoso. Sistema que durante siglos ha sostenido además actividades suplementarias como la fabricación de seda.

La FAO define 10 conceptos básicos para el desarrollo de la agroecología y señala dentro de ellos la diversificación para garantizar la seguridad alimentaria y la nutrición y a su vez conservar, proteger y mejorar los recursos naturales.

Igual menciona la “creación conjunta y el intercambio de conocimientos”, pues las “innovaciones agrícolas responden mejor a los desafíos locales cuando se crean conjuntamente mediante procesos participativo, así como crear sinergias para favorecer la producción y múltiples servicios ecosistémicos”.

Las prácticas agroecológicas innovadoras producen más utilizando menos productos externos, de ahí su eficiencia; además, el reciclaje de todo el material hace que la producción agrícola se logre con menos costos económicos y ambientales.

Un principio básico de una producción agroecológica es que mejore la resiliencia de las personas, es decir, una mayor adaptabilidad, con el fin de lograr sistemas alimentarios y agrícolas sostenibles.

Sus valores sociales y humanos están dados en que proteger y mejorar los medios de vida, la equidad y el bienestar social, además se basa en la cultura y tradiciones alimentarias.

El concepto desde diferentes perspectivas

Para el arzobispo de la Santa Sede, Silvano María Tomasi, todas las labores agrícolas debían ser agroecológicas, por su respeto al vínculo entre naturaleza, agricultura y alimentación, una vía para reducir el hambre en el mundo, garantizar mercados justos y la custodia responsable de la naturaleza.

Acorde con el religioso, el ODS 2 sobre la seguridad alimentaria, mejorar la nutrición y promover la agricultura sostenible, debe verse unidos a la salud, protección social, migración, paz y justicia, bosques, cambio climático, trabajo decente o digno y desarrollo económico, “todas ellas conectadas entre sí”.

Para Graziano da Silva, “necesitamos promover un cambio transformador en la forma en que producimos y consumimos alimentos. Tenemos que proponer sistemas alimentarios sostenibles que ofrezcan alimentos saludables y nutritivos, y también preservar el medio ambiente”.

“La agroecología puede ofrecer algunos aportes a ese proceso (…) Para avanzar, necesitamos el compromiso de más gobiernos y legisladores de todo el mundo”, dijo.

Gilbert F. Houngbo, presidente del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) por su parte precisó que transformar nuestros sistemas alimentarios para que sean sostenibles significa realizar cambios tanto económicos, sociales como culturales’.

Por ello, detalló, todos los proyectos que se sostienen desde el FIDA tienen un enfoque holístico, apoyando la inversión con políticas, conocimiento y formación.

La producción diversificada tiene que integrarse con las dietas diversificadas y ser aceptada por consumidores conscientes sobre la nutrición y el clima.

Stéphane Le Foll, ex ministro francés de Agricultura, insiste en la necesidad de un diálogo y acción para crear una nueva ‘doble revolución verde’ en la producción agrícola basada en la naturaleza, el conocimiento local y la ciencia.

“Estamos en un momento decisivo en la historia de la humanidad y depende de nosotros tomar decisiones, que serán esenciales para nuestro futuro colectivo”, acotó.

En el mundo, según cifras de la FAO, cerca de 800 millones de personas padecen hambre crónica y dos mil millones sufren deficiencias de micronutrientes, en tanto hay un incremento galopante, con 1,9 mil millones de personas afectadas por la obesidad y las enfermedades relacionadas con la dieta.

Ingesta descontrolada e insana que además de sobrepeso y obesidad provoca cáncer, enfermedades cardiovasculares, diabetes, causantes principales de muertes en el mundo.

Por tanto, en los momentos actuales además de saciar el hambre y producir alimentos, para los expertos de la FAO y del mundo académico, es preciso lograr un equilibrio entre la tradición y los hábitos modernos y cultivar una relación saludable entre las personas y la comida, algo que asegura la agroecología.

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