¿Frío, gris y lejano? Un viaje de exploración por el Báltico y el mar del Norte

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Velero en el mar Báltico.

Nuestro autor siempre había mirado al sur para disfrutar de sus vacaciones de playa, pero una invitación le ha brindado la oportunidad de explorar el Báltico y el mar del Norte en velero.

Por Harald Franzen / DW

Gris, frío y lejano. De pequeño, esa era la imagen que tenía del mar del Norte y del mar Báltico. ¿Y quién podría culparme? Pasé mi infancia cerca de Fráncfort, en el suroeste de Alemania, y los dos mares, que recorren la costa norte del país, se sentían a un mundo de distancia. Cuando se trataba de vacaciones siempre mirábamos al sur, al soleado Mediterráneo con sus aguas azules y cielos claros.

Visité el mar del Norte solo una vez durante mi juventud. Era frío y gris, como lo esperaba. Mi primer viaje al Báltico lo hice cuando me mudé a Berlín, a la edad de 35 años. Ahora, sin embargo, después de años de desinterés, me he vuelto cada vez más curioso por aprender sobre los “mares alemanes”.

De repente, he tenido la oportunidad de hacerlo durante este verano. La Unión para la Conservación de la Naturaleza y la Biodiversidad (NABU, por sus siglas en alemán), una ONG alemana, me invitó a unirme a ella en un viaje de 10 días por el mar Báltico y el mar del Norte en agosto, que documentaré a medida que avance.

El viaje me dará la oportunidad de descubrir más sobre los problemas ambientales a los que se enfrenta la región, así como aprender qué se está haciendo para proteger estos frágiles ecosistemas. Pero antes de zarpar, decidí concentrarme en lo básico y me sorprendió lo que descubrí.

Un lugar especial

Parece que no soy el único en subestimar las aguas del norte de Alemania.

“Cuando dices Gran Barrera de Coral, todo el mundo dice: oh sí, parque nacional, arrecife de coral, increíble”, cuenta Kim Detloff, jefe de protección marina de NABU. “Pero pocos se interesan por cosas únicas y similares que tenemos a la vuelta de la esquina. Queremos cambiar esto”.

Y es cierto, el mar del Norte y el mar Báltico son lugares fascinantes. Aunque en muchos aspectos no podrían ser más diferentes, tienen algunas cosas en común. Para empezar, ambos son fríos y, según Detloff, son los dos “más grandes” de alguna manera.

El Parque nacional del mar de Frisia de Schleswig-Holstein, situado en el mar del Norte, es el mayor sistema de marismas del mundo, que se extiende más de 10.000 kilómetros cuadrados (3.800 millas cuadradas). 10 a 12 millones de aves se detienen allí todos los años para descansar y llenar las reservas de grasa, que les permitirá soportar las largas migraciones.

“Con más de 10.000 especies, tiene un nivel de biodiversidad que solo se encuentra en las selvas tropicales, y el área tiene una importancia especial para la migración internacional de aves”, explica Detloff a DW.

El Báltico, por su parte, es el mar salobre más extenso del mundo, lo que significa que su agua es más salada que el agua dulce, pero menos que el agua de mar. Eso es porque solo tiene una pequeña conexión con el océano Atlántico a través del mar del Norte. Mientras tanto, innumerables ríos, provenientes de los países circundantes, alimentan al Báltico con agua dulce. Además, como se evapora relativamente poca agua por el clima nórdico, la salinidad del Báltico es más baja que la del mar abierto del Norte.

“Cuanto más se aleja del mar del Norte, el mar Báltico adopta más características de agua dulce”, explica Lars Gutow, biólogo e investigador del Instituto Alfred Wegener (AWI, por sus siglas en alemán). “Naturalmente eso también se refleja en su biología”, añade.

El número de plantas y animales disminuye a medida que uno se adentra más hacia el este en el Báltico. Este es un “fenómeno global” y no tiene nada que ver con la contaminación. “La biodiversidad es simplemente más rica en el mar que en los ecosistemas de agua dulce”, aclara Gutow.

Sin embargo, las aguas salobres proporcionan una interesante mezcla de peces de agua dulce, como la lucioperca y la perca, y especies de agua salada como el arenque y el bacalao. “Tienes peces que habitualmente viven en diferentes hábitats”, cuenta Detloff.

Zonas muertas naturales y no naturales

La topografía también difiere significativamente. “Aquí en la bahía alemana, por ejemplo, tenemos una profundidad media de 20 a 30 metros”, cuenta Gutow, cuyo instituto está ubicado en la ciudad portuaria alemana de Bremerhaven.

El mar Báltico, sin embargo, tiene varias cuencas como las de Gotland y Bornholm, que alcanzan dimensiones de varios cientos de metros. Estas cuencas reducen el flujo de agua, lo que se traduce en niveles de oxígeno más bajos en la profundidad. Esto crea las llamadas «zonas muertas” – áreas del océano donde no se encuentra casi vida, al menos nada que requiera oxígeno.

Las zonas muertas están creciendo en el mar Báltico. Los fertilizantes agrícolas ricos en nutrientes podrían estar contribuyendo a su expansión. “El mar Báltico recibe mucha agua de los ríos, que transportan muchos nutrientes. Esto conduce a un fuerte crecimiento de algas, las algas se descomponen nuevamente, mientras que se consume el oxígeno”, explica Gutow.

Pero hay otros factores que perjudican a los dos mares. «Tenemos una severa sobrepesca en ambos mares”, afirma Gutow. Especialmente en combinación con la fertilización excesiva del mar Báltico –proceso conocido también como eutrofización– puede ser preocupante. La basura en el océano también es una preocupación, aunque el biólogo marino dice que no es tan visible en la costa alemana debido a las regulares limpiezas de playa, que se realizan para mantener el área atractiva para los turistas.

Una bomba detonada en el Mar Báltico

En 2006, una sección alrededor del mar Báltico tuvo que ser evacuada tras descubrir una bomba de 500 kilogramos de la Segunda Guerra Mundial. Las autoridades llevaron a cabo una detonación controlada, elevando una columna de agua 20 metros en el aire.

El mar del Norte y el Báltico tienen mucho que ofrecer en términos de biodiversidad, incluyendo focas grises.

Aguas peligrosas

Por último, hay otra bomba de relojería, literalmente, que hace tictac y está al acecho en las profundidades. Después de la Segunda Guerra Mundial se hundieron enormes cantidades de munición en estos mares. Se estima que se descargaron 1,3 millones de toneladas de carga convencional en la parte alemana del mar del Norte, junto a otras 300.000 toneladas en el mar Báltico. Las armas de gas venenoso también están allí asentadas.

“Solo nos ocupamos de las municiones cuando queremos construir una tubería o un parque eólico”, aclara Detloff de NABU. “No hay prácticamente ningún concepto estratégico en Alemania para lidiar con este peligroso legado”, explica.

Este va a ser, sin duda, un viaje interesante.

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