Diversidad en la forma, desarrollo y tolerancia al andar

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Diversidad en la forma, desarrollo y tolerancia al andar

Por Rafael García Denvers

Las expectativas políticas de la población en 2016 son muchas, pero no necesariamente factibles en términos inmediatos. De hecho, el 2016 parece más bien un año para abrir, estabilizar y lubricar puertas hacia nuevos escenarios que definen su configuración.

En este período, hay probabilidad de que algunos activistas de organizaciones sociales se pierdan por falta de visión y tolerancia.

Ello se debe a que la sociedad panameña se debate en un caldo de desconfianza, falta de liderazgo, ausencia de planes a mediano o largo plazo y, sobre todo, en un ambiente de contradicciones y marcadas carencias de sectores empobrecidos.

Las soluciones aparentes tienen un marcado sello clientelista en el ámbito político y de renta económica para las clases dominantes y sus poderes fácticos. Los poderes fácticos unifican su idioma y requerimientos sobre la base de un denominador común: el dólar.

En ese contexto, diversos sectores reclaman respuestas a demandas reivindicativas y atención a los problemas diarios de sobrevivencia humana, pero descubren que tienen en común los elementos de la desconfianza y la descalificación. Sin lugar a dudas, hace falta más que descontento para generar cambios y consensos.

El fiel de la balanza se inclinan inexorablemente a beneficio del único componente de la ecuación social que tiene claridad y manejo de las variables socioeconómicas: los poderes fácticos, con su idioma y requerimientos claramente definidos.

Por otro lado, las oportunidades y potencial de incidencia del movimiento popular, y la capacidad para variar el actual escenario, están en íntima relación con la unidad de acción y criterio que transita por la tolerancia al pensamiento crítico y la diversidad de madurez en los requerimientos nacionales.

La respuesta que genera mayor interés, es la que parece solucionar, eliminar o atender lo planteado como “el problema”.

No obstante, una falta de atención al origen de los conflictos puede limitar la visión y percepción de los hechos. A ese comportamiento social apuestan los poderes fácticos para retardar el accionar de los sectores sociales que desde muy distintos ángulos sufren el resultado del despojo de muchos y el enriquecimiento de muy pocos.

El 2016 debe acoger los esfuerzos orientados al dialogo y al acercamiento a favor de un lenguaje unificador que identifique, señale y aísle el origen de la desarticulación entre las organizaciones populares, y detecte a los beneficiarios de la falta de unidad.

Las organizaciones sociales tienen el deber de avanzar, prepararse y generar propuestas a favor de un cambio, pero ello implica el diseño de objetivos de desarrollo, así como el respeto a la diversidad de la forma y tolerancia al andar.

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