Con el agua hasta el cuello

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"Es difícil conseguir el espacio fiscal para que el Estado asuma el aumento".

Las últimas intervenciones públicas que ha hecho el presidente Juan Carlos Varela lo han mostrado un tanto crispado.

Por Mariela Sagel
opinion@laestrella.com.pa

Las últimas intervenciones públicas que ha hecho el presidente Juan Carlos Varela lo han mostrado un tanto crispado, descontrolado y diciendo algunas cosas poco coherentes. Una de ellas, de que va a hospedar en los hoteles de Panamá a los que están esperando cirugías (por la enorme mora quirúrgica que existe en los hospitales de la Caja de Seguro Social) y que asciende a varios miles. Ese exabrupto fue en respuesta a que se supo que de su partida discrecional le pagó una operación que pudiera llamarse cosmética, al director del Consejo de Seguridad.

Esas declaraciones, al igual que muchas otras que ha estado dando, continúan con el populismo mal entendido que lleva a cabo el gobernante. Habría que recordarle al encumbrado mandatario lo que decía Marco Tulio Cicerón hace 2067 años: “El presupuesto debe equilibrarse, el tesoro debe ser reaprovisionado, la deuda pública debe ser disminuida, la arrogancia de los funcionarios públicos debe ser moderada y controlada y la ayuda a otros países debe eliminarse, para que Roma no vaya a la bancarrota. La gente debe aprender nuevamente a trabajar en lugar de vivir a costa del Estado”. Y todo eso es lo que estamos viendo: más subsidios, más endeudamiento, más arrogancia de parte de los funcionarios ‒hasta los que acaban de nombrar se montan en ese patín‒ y esto trae un deterioro peligroso en la calidad de vida de los ciudadanos, especialmente en el tema de seguridad.

El nerviosismo puede deberse a que la fatídica fecha de junio que anunciaron los fiscales brasileños se acerca, en la cual se revelaría la lista de los que recibieron coimas y cada día salen más evidencias de que las últimas dos administraciones han estado más que salpicadas (más bien embadurnadas) de dineros de la constructora brasileña Odebrecth. Un grupo de ciudadanos, de diferentes corrientes de pensamiento, nos reunimos en una conferencia de prensa la semana pasada para exigir al presidente que solicite al Gobierno de Brasil las informaciones sobre las delaciones premiadas de las investigaciones que se están realizando.

No es posible que todas las informaciones que tenemos sobre este monumental entramado de corrupción vengan solamente de afuera, cuando desde el mismo seno de nuestro estrecho istmo se han hecho acusaciones de gente que estaba dentro del engranaje, que señalaron puntualmente a personas y entidades. Han quedado en el limbo jurídico en que siempre nos tratan de enredar las revelaciones de Ramón Fonseca Mora, al igual que las detenciones preventivas que nunca terminan en juicios y mucho menos en condenas, y de buenas a primeras matan a una señora que se hacía pasar por abogada en la cafetería de un hospital, en abierta operación de sicariato. Panamá está en vías de ser un estado fallido, ese que siendo soberano falla en la garantía de proveer a sus ciudadanos de servicios básicos, como son la seguridad, la salud y la educación.

La revelación absoluta de que la campaña del candidato del CD fue financiada por Odebrecht tiene a los responsables jugando a las sillas musicales. Uno dice que sólo veía estrategia, la otra que, como era candidata a vicepresidenta, no tenía acceso a esa información y la responsable de las finanzas guarda silencio absoluto, al igual que el señor Arias, que nadie sabe dónde está.

Cuando la gente se ve con el agua al cuello, a punto de ahogarse, tiende a cometer actos desesperados. Como la presión es muy fuerte, porque hay muchas personas involucradas, que a su vez presionan para que no se revelen sus nombres, se siente el ambiente cargado, tenso y no ayudan para nada todos estos elementos “aislados” como la ejecución de la pasante del que fuera el zar de los impuestos en el Gobierno de Martinelli, que forjó la empresa que se hizo de comisiones millonarias y que recientemente le fueron perdonados varias decenas de millones de dólares.

El uso de las partidas discrecionales ha ido en proporción inversamente proporcional al patrimonio del gobernante de turno. Y el que superó cualquier ‘ranking’ fue el mismo que celebró al llegar a tener su primer billón cuando era presidente. Por eso exigimos que se agilicen las investigaciones, que no sean selectivas, que no nos peloteen, como lo han venido haciendo hasta ahora y sobre todo, que se practiquen auditorías a todas las obras multimillonarias por parte de la Contraloría.

 

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