Colombia 2016 y los acuerdos de paz

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La negociación de la paz en Colombia, es el mayor logro político en 50 años en ese país sudamericano.

Colombia 2016 y los acuerdos de paz
(Una mirada desde Panamá)

Por José Antonio Gómez Pérez
Economista y Catedrático

El 2 de Octubre de 2016, la hermana República de Colombia someterá a consulta popular el acuerdo de paz, alcanzado por el Gobierno y la histórica guerrilla beligerante de las Fuerzas Armadas de Colombia (FARC). Al respecto, presento algunos comentarios sobre el tema, con una mirada analítica desde Panamá.

En la discusión de los Acuerdos de Paz, más allá del Si o No, es necesario subrayar que el proceso es histórico e importantísimo, para Colombia y la región latinoamericana. Acá, en Panamá, se aprecia así. He escuchado los análisis de partidarios del Si, entre ellos al presidente colombiano Juan Manuel Santos. Asimismo, he escuchado a las voces del No, principalmente a los seguidores de Pastrana y a los uribistas situados en la extrema derecha. Acá, de lejos, parece que el Si debería y debe tener la aprobación mayoritaria del pueblo colombiano.

El momento del Referéndum Actual de Colombia, el 2-X-2016, recuerda y se asemeja mucho al de Panamá, en 1977, y el dificultoso proceso de aprobación del Tratado Torrijos-Cárter (TTC).

Ningún tratado o acuerdo es perfecto y son simplemente aceptables cuando evidencian el mayor balance de Lo Posible, para superar crisis y avanzar contundentemente con filosofía y pragmatismo renovados. De esa forma decidieron los panameños en las urnas en 1977. Así, en 2016 seguro decidirá el pueblo colombiano.

En Panamá, en 1977 el Si alcanzó 67%. Haber votado No, hubiese sido desastroso y significaba quedar estancado en el entonces lejano año 1903 y la continuidad de la nefasta cláusula de perpetuidad gringa sobre el Canal. Desde el día 1 de la ejecución del TTC, hubo avances político-militares visibles y también beneficios económicos-sociales. No obstante, recordemos que los panameños tuvimos que esperar 23 años, para ver las grandes reivindicaciones de soberanía plena y la recuperación total del Canal, tierras, aguas y bienes adyacentes. Así es como deben ser visos y evaluados los complejos acuerdos y tratados de envergadura nacional integral.

En la Colombia de hoy, la superación de la situación de guerra es una negociación dificultosa y con variados niveles de riesgo. Tampoco negociar la paz constituye una meta fácil y expedita. La instauración de una Paz Duradera será también un proceso gradual, y no exento de dificultades y riesgos. El pueblo colombiano tiene la palabra en ese tema y su decisión es soberana.

La culminación exitosa de un proceso de paz duradera en Colombia conllevará significativos beneficios para la vecina República de Panamá. A corto plazo, en los contextos de seguridad fronteriza y nacional. A mediano y largo plazo, en la apertura de posibilidades de mayor desarrollo de las interconexiones de infraestructuras eléctricas, e interdependencias económicas y sociales.

Por ejemplo, la discusión ordenada y objetiva de la apertura productiva del Tapón del Darién, sólo será viable con una Colombia pacificada. El cumplimiento y ejecución de los acuerdos firmados, así como los avances y resultados que se deriven de ello, constituyen nuevas bases del desarrollo para Colombia.

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