Brasil y América Latina, La realidad “difusa” frente a la mentira apabullante

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Brasil y América Latina
La realidad “difusa” frente a la mentira apabullante

Por Eduardo Marín Gaviria (Colombia)
Especial para Bayano

El juicio de responsabilidad (impedimento) usado por la derecha interior (corrupta y degradada) y manipulado por sus mentores internacionales (EEUU imperial) para derrocar a la presidenta del Brasil, Dilma Rousseff, es un caso típico en el que (en términos de comunicación) prima una mentira persistente y descarada sobre una realidad “difusa” o líquida, cuando ambas reflejan situaciones políticas concretas

Los hechos simples y escuetos

1) En investigaciones por el caso de corrupción en PetroBras se encuentra que el presidente Eduardo Cunha de la cámara de diputados recibe más de 5.2 mdd por apoyar a fuerzas económicas transnacionales (de EEUU) interesadas en las grandes reservas petroleras que el Brasil tiene en el presal (aguas marinas profundas).

2) Se confirma que esa suma aparece en cuentas de bancos suizos del diputado/presidente Cunha y, por ello, se inicia el juicio correspondiente, que ya debería tener fuera de la presidencia y de la propia Cámara al imputado. Este juicio, hasta ahora, se encuentra paralizado en el “caos” parlamentario y político lleno de “favores” y complicidades.

3) El acusado Cunha busca “apoyo” político del PT (Partido de los Trabajadores) para sortear su acusación y por elementales razones lógicas este apoyo le es negado –al parecer algunos voceros de esa agrupación están contagiados por intercambios de “favores” políticos– [centenares de parlamentarios de los fraccionados partidos políticos se encuentran imputados en firme].

4) Cunha arremete entonces contra la presidente Dilma a quien –de paso– la ‘desplazada’ derecha no logra acusar por manejos ilegales o corruptos en su propio beneficio, pero…

5) La presidente Dilma usó las llamadas “pedaladas fiscales” o manejos presupuestales temporales (habituales y reconocidos como lícitos en varios gobiernos anteriores), para sortear un desequilibrio coyuntural que se presenta al gobierno en su presupuesto 2015.

El ambiente de “escándalo”

Los medios dominantes de prensa, que desde la dictadura (1964) han sido parte del grisáceo manejo económico y político del país y que lograron en ese período su máximo esplendor empresarial, se encargan de crear desinformación y coordinar con representantes del enmarañado sector judicial, para dar “base y ambiente” a una supuesta “campaña contra la corrupción”, que inundó el país con el objetivo de “aturdir” a la audiencia ‒los corruptos claman por transparencia‒. Ver al ex mandatario español Aznar invitado por empresarios en El Salvador, invocando lo mismo.

En ese plano, se crea el “caso” contra el ex presidente (también del PT) Lula da Silva, cuyas pruebas todavía no han sido presentadas a juicio alguno. Aunque –desde la comunicación– se explotó profusamente esta farsa, resulta ser otra débil pieza de comparsa mediática-policial.

Al respecto, la base más firme, es un falso testimonio que casi inmediatamente fue desmentido por su “autor”, un diputado/imputado. Lo adicional es un cobro de honorarios por conferencias (usual y lícito) y el “caso” de una propiedad (de un amigo de Lula), cuya caracterización delictuosa no aparece configurada en el marco “procesal”.

De lo mediático a lo institucional

El escándalo mediático con tergiversada base judicial y refuerzo policíaco, es políticamente llevado al pleno de la Cámara de Diputados como show de televisión (de la peor factura) que –de paso– permite al mundo “descubrir en vivo” las dimensiones reales de la corrupta politiquería que domina en el ambiente político tradicional brasileño.

Ese ámbito hoy está salpicado de falsos “predicadores” evangélicos y de personajes que añoran sin pudor y en vivo los oscuros tiempos de la dictadura, la violencia sistemática y la tortura contra el pueblo, envueltos ahora en los modos de la pseudo-cultura populachera y mafiosa, construida al calor del narcotráfico y sus desviaciones financieras que bien aprovechan las clases poderosas y ricas.

Mirado desde la perspectiva social y desde las guerras “no convencionales”, el caso brasilero ya parece haber recorrido (con aparente y efectista éxito) dos escalones:

La guerra sicológica que da inicio a la embestida anti-democrática, ante la gran gris audiencia del país en sus “clases ricas y medias”, y

El primer paso institucional en la Cámara de Diputados que permite al propio vicepresidente Michel Temer (segundo de la presidenta Dilma) entrar en acción conspirativa y esperar “discretamente” que la Presidencia llegue a sus manos (aunque lo traicionaron sus propias emociones), mientras los enviados de la derecha política se trasladan a Washington.

Todos los elementos del contexto nacional e internacional –hasta ahora– han actuado a favor del golpe, pues el “sofisticado” juego institucional federativo priva a la presidenta Rousseff (preventivamente) de su prerrogativa constitucional para disponer cambios en su gabinete. De hecho, también la despojaron del derecho a una legítima defensa, pues aunque todos tienen el documento y entendieron su base constitucional, nadie de los “acusadores” lo tuvo en cuenta en la Cámara de Diputados.

Se recorta así y se busca anular la potencial capacidad del ex mandatario Lula da Silva, para entrar a jugar en una campaña anticipada que alejaría –aún más– a la derecha en sus opciones de acceder al poder por la vía electoral. Por ello, las cortes y los tribunales superiores ahora juegan la carta de los “aplazamientos”, mientras el “juicio” contra la presidenta avanza en el Senado.

El modelo institucional “blando” aplicado desde el imperio al Brasil, es –guardadas las dimensiones– similar al que ya se aplicó con éxito en el Paraguay contra Lugo –¡qué casualidad!– y apunta a desgajar las experiencias integracionistas regionales en América Latina (MercoSur – UnaSur).

Para completar, el imperio busca golpear a los Brics, del que hace parte Brasil, como esquema mayor de alineación geopolítica global, que (a futuro cercano) pone en vilo a Estados Unidos en sus apremiantes necesidades de energía (reservas del presal – espionaje contra la presidente y PetroBras) y por su “amenazada” sed de dominación global (ver Ucrania – Siria y el Medio Oriente, y Asia y África). La caída de la presidenta Dilma sería una carta a favor del saliente Obama.

Lo que está en juego (en Brasil y América Latina y caribeña), es de tan crítica magnitud internacional, que aún los más optimistas politólogos no se atreven a augurar que la ya avanzada intentona golpista sea detenida por las multitudinarias acciones sociales internas, ni por los pronunciamientos de las más destacadas personalidades del mundo y de prestigiosas instituciones de la “comunidad internacional”.

Ese cauto “realismo”, se basa en la cruda verdad de que en el transnacionalizado mundo actual, no se respetan ni el derecho internacional ni los “principios”, que en etapa previa fueron enarbolados por el imperio y sus “asociados” en diversos países donde todo ese entramado institucional está desmoronándose paso-a-paso, bajo la directa (desesperada) presión transnacional

No obstante, las realidades “difusas y líquidas” –en este caso el innegable potencial de las comunidades conscientes y participativas– están en plena construcción y se mueven como las placas tectónicas en los sacudimientos sísmicos, que no son “exactamente” predecibles… por ahora.

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