Bonfol, el final de una pesadilla química

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Entre 1961 y 1976, en el basurero de Bonfol fueron depositadas 114.000 toneladas de desechos químicos. (SRF-SWI).

Bonfol, el final de una pesadilla química

Por Luigi Jorio | Swissinfo.ch

El vertedero industrial de Bonfol, uno de los sitios más contaminados de Suiza, fue depurado luego de más de medio siglo. Durante años, la gran zanja a cielo abierto recibió toneladas de residuos peligrosos. Crónica de un acontecimiento sin precedentes que enfrentó a una pequeña comuna del Jura con los gigantes de la industria química de Basilea.

“El leopardo es como la ternera: su carne es excelente”. Roger Bregnard, de 78 años y con un tatuaje en el antebrazo, se enorgullece de la piel moteada que cuelga en su salón. “Viene de Gabón. La puse en una caja y nadie la vio. Eran otros tiempos…”, suspira.

Y sí, otra época. Una época en la cual Roger Bregnard era un joven conductor de camión que iba y venía entre Basilea y Bonfol, cantón del Jura. Durante dos años, a inicios de los sesenta, transportó residuos de las industrias químicas de Basilea al basurero de su pueblo.

“Yo no sabía lo que había en los barriles. Mi trabajo consistía solamente en cargarlos, transportarlos y tirarlos al agujero”. Una vez, un barril explotó al entrar en contacto con el suelo. Empezó un pequeño incendio y llegaron los bomberos. Pero yo ya me había ido”.

Arcilla entre los residuos

Bonfol es una comuna de 700 habitantes en la región de la Ajoie, en el noroeste de Suiza. La frontera con Alsacia, en Francia, está a pocos kilómetros.

Frente a la estación del tren, las fachadas decrépitas de dos hoteles dan testimonio de una época que ya no existe. Una época en que la economía del pueblo se vio impulsada por la producción de cerámica, que había encontrado aquí una tierra rica en arcilla de calidad. Y es justamente la extracción de arcilla lo que dio inicio a la historia del vertedero.

Estamos en los años cincuenta. Concluida la explotación, queda un enorme agujero a pocos kilómetros de la plaza del pueblo. ¿Cómo rellenarlo?

La respuesta es inmediata. Las empresas químicas de Basilea buscan un lugar para poner la basura y la antigua cantera de Bonfol, con su fondo impermeable, es el lugar idóneo. El hecho de que el sitio se encuentre sobre un punto en el que confluyen las aguas del Ródano y del Rin, no parece ser un problema.

Colorantes, baterías y restos de animales

De 1961 a 1976, el agujero es cubierto con barriles y cajas procedentes de ocho compañías químicas y farmacéuticas, incluyendo Roche y Ciba-Geigy. En total, se depositan 114.000 toneladas de basura. Hay principalmente residuos de destilación, filtros utilizados en la producción de colorantes y desechos de laboratorio. Exactamente qué sustancias, nadie sabe.

“Nunca hubo un inventario sobre la naturaleza de esas sustancias”, señala José Ribeaud, autor de un libro sobre el vertedero de Bonfol, en una entrevista con el diario ‘24 Heures’. La organización ecologista Greenpeace alude a un “terrible y nocivo coctel” que incluye metales pesados, pesticidas y disolventes orgánicos.

Al mismo sitio van a dar también, aunque en menor medida, los desechos de las empresas relojeras locales e incluso del ejército que se desembarazaba ahí de las baterías viejas y de municiones trazadoras.

“Todo el mundo tiraba algo”, narra un habitante de Bonfol. “El carnicero del pueblo arrojaba las vísceras y la carne descompuesta. Las muchachitas, por el contrario, buscaban entre la basura esmaltes de uñas y perfumes”.

Comunidad de Bonfol.
Comunidad de Bonfol.

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