¿Qué pasará cuando los bancos centrales dejen de comprar deuda pública?

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Dólares utilizados para pagar la deuda externa.

Los bancos centrales han sido los compradores más grandes del mundo de bonos soberanos. Sin embargo, pronto podrían no solo dejar de ser compradores, sino pasar a ser vendedores, lo que marcaría un cambio sustancial en los mercados globales, explica Jon Sindreu en su artículo para The Wall Street Journal.

Sputnik

No obstante, según el medio, los inversores no se han puesto de acuerdo a qué exactamente podría conllevar ese cambio.

En parte, el problema consiste en que “no hay un consenso sobre cómo las políticas de estímulo, también conocidas como expansión cuantitativa [quantitative easing, QE] afectaron la deuda pública [bonos del Estado] en el pasado”. Por lo tanto, sería “especialmente difícil evaluar lo que sucederá cuando se produzca este cambio”.

Muchos creen que los rendimientos de los bonos podrían aumentar y las acciones caer; otros incluso consideran que no habrá ningún efecto. Al mismo tiempo, grupos de expertos sugieren que son las inversiones más riesgosas, tales como los bonos corporativos (deuda privada) y la deuda del Gobierno de Italia, las que “llevarán la peor parte”.

“Sin embargo, la rentabilidad de los bonos corporativos europeos de alto rendimiento recientemente alcanzaron su nivel más bajo desde la crisis financiera, en una señal potencial de que la amenaza de la disminución de las emisiones [de deuda] aún no ha afectado a los mercados”, apunta el autor.

De esta manera, cuando comience este cambio, es probable que los gestores de fondos (“money managers”) no estén preparados y los mercados se puedan mover rápidamente.

En el verano de 2013, los inversores se asustaron por la retirada del programa de estímulo de la Reserva Federal (FED, por sus siglas en inglés). Esto generó una rápida venta de bonos.

Al comprar bonos después de la crisis financiera de 2008 los bancos centrales del mundo “desarrollado” buscaban disminuir el rendimiento y así redireccionar el dinero hacia activos más riesgosos, reduciendo así los costos de financiación para las empresas.

“Si no está claro qué beneficios hemos tenido en la compra, tampoco está claro qué pasará en la venta”, admitió Tim Courtney, director de inversiones de Exencial Wealth Advisors, citado por Sindreu.

Según los datos publicados recientemente, la deuda pública en manos del Banco Central Europeo se valoran en 4,5 billones de dólares, más que cualquier otro banco central. La Reserva Federal de EEUU y el Banco de Japón disponen de 4,4 billones de dólares cada uno.

Con la recuperación de la economía mundial, los inversores creen que la deuda en Europa y EEUU ya ha alcanzado su punto máximo. Las autoridades estadounidenses piensan en cómo liquidar la cartera que han mantenido constante desde 2014.

Asimismo, es probable que las compras de deuda pública y bonos corporativos por parte del Banco Central Europeo se reduzcan este año tras la victoria de Emmanuel Macron, quien prometió apoyar a las empresas, en las elecciones presidenciales en Francia.

Varias investigaciones estiman que estas políticas han reducido en un 1% los rendimientos de los bonos soberanos de 10 años en EEUU y el Reino Unido, y en un 0,5% en la zona euro. Sin embargo, se desconocen las causas de este desplome.

Los economistas consideraban que, en cuestión de bancos centrales, solo sus decisiones sobre las tasas de interés afectaban a la economía. Los rendimientos eran bajos porque las tasas estaban bajando, incluso a valores negativos en algunos casos. Por otro lado, si los inversores piensan que las autoridades mantendrán los tipos de interés a corto plazo en cero durante los próximos 10 años, ellos comprarán los bonos soberanos que se encuentren por encima de cero.

Asimismo, algunos inversores indican que si las políticas de expansión cuantitativa funcionan, será un claro mensaje a los mercados del compromiso que tienen los bancos centrales de mantener bajos los tipos de interés.

“Si es correcto, las autoridades podrán proteger a los mercados de una venta masiva, incluso si vuelven a vender los bonos, siempre y cuando se comprometan a mantener bajas las tasas de interés”, explica Sindreu.

Sin embargo, existe otro peligro. La política de expansión cuantitativa podría generar un “efecto cartera” que ocurre cuando los bonos soberanos se vuelven escasos. Muchos inversores prefieren comprar la deuda pública, dado que es segura y tiene alta liquidez, afirma el autor.

Así, cada vez que los bancos centrales sacan la deuda del mercado, los “money managers” tienen que luchar por lo que queda, bajando los rendimientos. Cualquier venta de un banco central aumentaría el valor de las acciones, subiendo la rentabilidad.

En EEUU, si los costos de los préstamos aumentan, habrá menos presión para que la Reserva Federal aumente las tasas de interés a corto plazo. Según Neil Williams, economista jefe de la empresa de gestión de inversiones Hermes Investment Management, la venta de un tercio de la cartera de bonos de la FED tendría aproximadamente el mismo efecto que la subida de las tasas en un 3% de su nivel actual — 1%—.

Esto, por su parte, podría alterar las acciones de EEUU, que parecerán más caras si los activos más seguros rinden más, detalló Mark Heppenstall, director de inversiones de Penn Mutual Asset Management.

Sin embargo, explicó Fabio Bassi, estratega jefe de precios de J.P. Morgan Chase & Co., los inversores suelen prestar una atención aún mayor al llamado “efecto de flujo” de la política de expansión cuantitativa, o, en otras palabras, el impacto que tienen las compras diarias de los bancos centrales sobre los mercados.

Los bonos son almacenados por los bancos, que se benefician al comercializar con ellos. Si los bancos se dan cuenta de que pueden vender una gran parte de su reserva al banco central, estarán más dispuestos a ofrecer a los inversores un mejor precio por estos bonos, explica el columnista.

Este efecto es mucho más fuerte en la zona euro que en EEUU, según un análisis del Banco de Pagos Internacionales y el Banco Central Europeo. En los 30 días siguientes al anuncio de la expansión cuantitativa, el impacto fue mayor para los activos menos líquidos, como los bonos corporativos, o la deuda de economías más débiles, como Italia.

Los bonos gubernamentales más seguros, por su parte, fueron los menos afectados, con la excepción de la primera ronda de compras de la Reserva Federal en 2008.

De esta manera, en el caso de que el Banco Central Europeo detenga sus compras mensuales de 66.000 millones de dólares, la deuda pública y los bonos privados más débiles se verán más afectados, asegura el autor.

“Si no se hace con cuidado, la transición podría ser extremadamente perjudicial”, indicó Arnab Das, analista de Invesco.

 

 

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