Megaacuerdos comerciales: una amenaza para la soberanía nacional

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Megaacuerdos comerciales: una amenaza para la soberanía nacional

Por Isolda Agazzi | Swissinfo.ch

Los grandes acuerdos de libre comercio extienden la alfombra roja a la iniciativa privada y limitan la capacidad de los Estados para regular conforme a sus intereses. Además, marginan aún más a la Organización Mundial del Comercio (OMC), que es fundamental para un país pequeño como Suiza.

Para contrarrestar el creciente peso de China, Estados Unidos lanzó en 2010 las negociaciones del Tratado de Asociación Transpacífico (TTP) con once países de la región Asia-Pacífico (a excepción de China e India). Los socios transpacíficos representan el 40% del PNB mundial. Las negociaciones celebradas en el más estricto secretismo concluyeron en octubre de 2015. El TTP pretende ser el modelo de acuerdo ‘comercial’ del tercer milenio, en el que ya no se trata de intercambiar solamente bienes y servicios, sino de definir nuevas reglas.

Un solo litigio hasta hoy

El presidente Barack Obama confía en que el Congreso ratifique el acuerdo antes de que finalice su mandato, lo cual no es nada seguro. Y es que una mayoría de los demócratas no lo ven con buenos ojos. Temen que se traduzca en recortes de empleo y deslocalizaciones hacia países de Asia, donde la mano de obra es menos cara y las normas sociales y medioambientales son menos estrictas. Para quitar hierro al asunto, Estados Unidos ha conseguido incluir un capítulo sobre normas laborales, las más rigurosas que se hayan inscrito jamás en un acuerdo de libre comercio estadounidense. Los países signatarios están obligados a legislar en materia de salario mínimo y de jornada laboral, a garantizar la protección sindical en las zonas económicas especiales y a no tolerar el comercio con productos fabricados con trabajo forzoso.

Por otra parte, Washington ha negociado acuerdos paralelos con Malasia, Vietnam y Brunei que hacen especial hincapié en el trabajo forzado y los trabajadores migrantes. Sobre el papel parece un avance, pero estas disposiciones corren el riesgo de quedarse en papel mojado. Los acuerdos comerciales estadounidenses son los únicos que establecen normas laborales y sanciones. Sin embargo, su aplicación es insatisfactoria, pues hasta la fecha se ha llevado un solo litigio a los tribunales.

En 2013, la Unión Europea se acercó a Estados Unidos para negociar el Acuerdo Transatlántico de Comercio e Inversión (TTIP). Las negociaciones se perfilan difíciles debido a la oposición de la opinión pública en Europa a una serie de disposiciones, en particular, el mecanismo de arbitraje en caso de conflictos entre empresas y Estados, conocido por sus siglas inglesas: ISDS [arbitraje inversor-Estado]. Además, se teme que el TTIP eche por tierra las normas sociales y medioambientales –más estrictas en Europa que en Estados Unidos (transgénicos, hormonas en la carne, pollos “clorados”, etc.)–, se traduzca en recortes de empleos y repercuta negativamente en la agricultura y los servicios públicos.

Suiza bajo presión de TISA y CETA

Suiza no forma parte de ninguno de los dos acuerdos mencionados, aunque el Gobierno se plantea seriamente una adhesión al TTIP, dependiendo del desenlace de las negociaciones. Por el contrario, el país participa activamente en el Acuerdo sobre el Comercio de Servicios (TISA, por sus siglas en inglés), que negocian 23 países fuera del marco de la OMC. TISA contiene disposiciones jamás vistas en un acuerdo comercial que haya firmado Suiza. Cabe mencionar la lista híbrida, que determina los servicios en los que impera el libre acceso al mercado o la preferencia nacional, y las cláusulas restrictivas y suspensivas, que limitan drásticamente la capacidad de los Estados para regular y constituyen una amenaza para los servicios públicos.

En otro frente, Canadá podría obligar a Suiza a hacer importantes concesiones. La actualización del acuerdo de libre comercio con Ottawa podría hacerse en los mismos términos que el Acuerdo Económico y Comercial Global (CETA, por sus siglas en inglés) entre la Unión Europea y Canadá: Lista negativa, cláusulas restrictivas y suspensivas, pero también una definición muy amplia de las inversiones, entre las que se incluye la especulación financiera. Y el mecanismo de arbitraje entre inversores y Estados, el ISDS, se aplica incluso a los asesores financieros y a las inversiones que aún no son efectivas. Cabe señalar que actualmente Suiza conoce este mecanismo solo en el marco bilateral con países en desarrollo.

Contrariamente a la mayoría de los países industrializados, Suiza no ha sido llevada ante ninguna instancia de arbitraje, a menos que se sepa.

EEUU podría dar la espalda a la OMC

Estos acuerdos establecen nuevas reglas para la economía mundial que poco tienen que ver con el comercio tradicional de bienes y servicios. Los acuerdos están concebidos para liberalizar y desregularizar sectores que hasta ahora se habían mantenido al margen. Si Suiza se adhiere al TTIP, tendrá que sacrificar su política agrícola, ya que es imposible de conciliar con las disposiciones del TTIP. Y además, corre el riesgo de que las normas sociales y medioambientales se revisen a la baja.

Si estos acuerdos entran en vigor, Estados Unidos perderá interés en un organismo multilateral como la OMC. No es casual que Washington quisiera concluir las negociaciones del TTP antes de la conferencia ministerial de la OMC en Nairobi. En la capital keniana Washington intentó enterrar de una vez por todas, la Ronda de Doha, que busca establecer reglas en el comercio mundial que beneficien a los países del sur.

Un país pequeño como Suiza, que no pertenece a ninguna unión política, tiene interés en un sólido sistema de comercio multilateral. Tarde o temprano, Suiza corre el riesgo de verse obligada a aceptar un sistema y unas disposiciones dictadas por Estados Unidos. A no ser que se arme de valor y rechace el TISA.

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