La grasa de pollos de EEUU y Europa inunda los mercados africanos

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Sacos de alimentos de la agroempresa Rossgro en Sudáfrica. (Crédito: Friday Phiri/IPS).

Por Friday Phiri

MPUMALANGA, Sudáfrica, jul 2017 (IPS) – La preferencia de Estados Unidos y Europa por las carnes magras perjudica a la industria avícola de África, alertó Luc Smalle, gerente de la agroempresa Rossgro en esta localidad de Sudáfrica.

Con 3.000 hectáreas de maíz y 1.000 de soja, además de 1.500 cabezas de ganado, Rossgro elabora los alimentos que necesita, además de alimentar a millones de pollos ubicados en 40 espacios con ambientes controlados.

A Smalle le preocupa el futuro del mercado avícola, no solo de Sudáfrica, sino de todo el continente, y recordó que Estados Unidos y Europa exportaban millones de toneladas de carne de pollo a la disuelta Unión Soviética.

La población joven y dinámica de África tiene la capacidad de encabezar la recuperación de la región, con la ayuda de reformas a corto y largo plazo en áreas clave.

Históricamente, Rusia ha sido el mayor importador de carne oscura de Estados Unidos. Según datos de 2009, Moscú destinó 800 millones de dólares para comprar 1.600 millones de libras (más de 725 millones de kilogramos) de muslos de pollo estadounidense sólo ese año.

Pero en 2014, el presidente ruso Vladimir Putin prohibió el ingreso de pollos de Estados Unidos, arguyendo que estaban tratados con cloro antimicótico “poco seguro”. La disposición sigue vigente, aunque muchos analistas coinciden en que se trata más de una decisión política que de salud pública.

Como sea, Smalle sostiene que la prohibición “hizo que Estados Unidos y Europa buscaran mercados alternativos para verter la carne marrón porque la mayor parte del primer mundo come carne blanca, y despachan el resto al tercer mundo, en especial a África. Tenemos que juntarnos y trabajar con nuestros gobiernos para dejar de importar o poner aranceles para que no lo viertan más”.

En los pollos, la carne blanca es la pechuga y las alas, mientras que los muslos y las patas se consideran roja u oscura. La diferencia en términos nutritivos es el contenido graso. La carne blanca es una fuente de proteínas más magra, a diferencia de la oscura, que tiene más grasa. Los países ricos suelen preferir la blanca por cuestiones de salud.

Smalle considera que esa situación perjudica la competitividad de la industria avícola de África, donde el costo promedio de la cría de un pollo es mucho más elevado que en los países ricos. La mayoría de los criadores africanos dependen de préstamos bancarios, mientras que los europeos o estadounidenses gozan de fuertes subsidios estatales.

“Van a matar a toda la industria avícola de África si no se hace nada para revertir la tendencia. Cuentan con subsidios que los africanos no tienen”, explicó Smalle a IPS, y puso el ejemplo del sector avícola de Sudáfrica, en el que la tercera parte de los trabajadores perdieron su trabajo porque las empresas se fundieron.

En las economías de libre mercado, los argumentos de Smalle parecen fuera de lugar. Pero el último Informe de Competitividad de África, elaborado por el Banco de Desarrollo Africano, el Banco Mundial y el Foro Económico Mundial (WEF, en inglés) parece respaldar su argumento.

El documento alerta que si no se toman acciones urgentes para atender el estancamiento de la competitividad, las economías africanas no crearán suficientes empleos para que los jóvenes ingresen al mercado laboral. Si las actuales políticas se mantienen, se crearán menos de la cuarta parte de los 450 millones de nuevos empleos necesarios para los próximos 20 años.

El informe bianual coincide con un momento en que el crecimiento de la mayoría de las economías de la región se enlentece, a pesar de una década de crecimiento sostenido, y probablemente se estanque al no mejorar las principales condiciones de competitividad.

Y lo que agrava el desafío para los gobernantes africanos es el rápido crecimiento de población, pues se estima que se sumarán 450 millones de personas al mercado laboral en las próximas dos décadas. Pero con las políticas actuales, se estima que solo 100 millones de puestos de trabajo se crearán en ese período.

La población joven y dinámica de África tiene la capacidad de encabezar la recuperación de la región, con la ayuda de reformas a corto y largo plazo en áreas clave, concluye el informe.

“A fin de cubrir las aspiraciones de la creciente población joven, los gobiernos africanos harían bien en implementar políticas que mejoren la productividad y el ambiente para el comercio y las inversiones”, observó Klaus Tilmes, director de práctica global de competitividad y comercio del Banco Mundial, quien participó en la elaboración del documento.

“El Banco Mundial ayuda a los gobiernos y al sector privado de África a dar los pasos necesarios para construir economías fuertes y acelerar la creación de empleo para aprovechar su potencial demográfico”, explicó.

Algunas de las soluciones y de los cuellos de botella pasan por fortalecer las instituciones que, según los expertos, es una condición necesaria para favorecer la implementación de políticas de forma más efectiva y rápida, por mejorar la infraestructura y permitir un mayor intercambio comercial y un crecimiento empresarial y por la mayor adopción de tecnología y el apoyo al desarrollo de la cadena de valor en los sectores extractivos para fomentar la diversificación y el valor agregado.

Por su parte, el director del Centro para la Agenda Global del WEF, Richard Samans, también miembro de la Junta Directiva, cree que “eliminar los obstáculos que impiden que África alcance su potencial en materia de competitividad es el primer paso necesario para lograr un avance económico sostenido y una prosperidad compartida”.

El informe se divulgó en mayo durante el 27 Foro Económico Mundial sobre África, realizado en la ciudad sudafricana de Durban bajo el lema “Lograr un crecimiento inclusivo a través de una dirección responsable y receptiva”, en el que participaron más de 1.000 personas entre jefes de Estado y de gobierno, empresarios y representantes de la sociedad civil, entre otros.

El documento cuenta con datos del Índice de Competitividad Global del WEF y estudios sobre políticas de empleo y competitividad en ciudades.

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