Mirarse al espejo para construir historia patria

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El Museo Nacional abre las puertas de su nueva exposición permanente “Historia de Costa Rica, siglos XVI-XXI”, que aborda el guion y la museografía con una perspectiva innovadora.

El Museo Nacional muestra la historia de Costa Rica con un guion renovado, basado en sus protagonistas sociales, diversidad, crisis y contradicciones.

Por Ana Beatriz Fernández González | Semanario Universidad (Costa Rica)

En el momento en que el visitante ingrese a la renovada exhibición permanente “Historia de Costa Rica, siglos XVI-XXI” del Museo Nacional, sus mitos y percepciones sobre nuestro país serán confrontados con la diversidad, las luchas sociales, las contradicciones y crisis de nuestra sociedad.

Cuestionarse es el nombre del juego, así como la propuesta de que también el ciudadano común es protagonista de la historia patria y no sólo los presidentes, caudillos y líderes de los movimientos sociales.

La sala de exhibición de 575 metros cuadrados, remozada con una inversión de ¢400 millones (USD. 721.175), alberga 650 objetos distribuidos en 50 vitrinas (con iluminación interna), con sus respectivas contextualizaciones que narran el devenir de Costa Rica a partir del siglo XVI hasta nuestros días.

La historiadora y curadora de la muestra, Gabriela Villalobos, explicó que estas interpretaciones son claves para provocar rupturas en la forma convencional de contar la historia.

“No es cierto que había una Costa Rica igualitaria y pobre en la Colonia”, dijo. Para contrarrestar este mito fundacional, la exposición inicia enfatizando en la presencia del afrodescendiente traído en condición de esclavitud en épocas coloniales

“Había familias que tenían docenas de esclavos”, precisó Villalobos. El enfoque basado en la diversidad étnica y cultural costarricense ‒consagradas en el artículo primero de la Constitución Política desde el 2015‒, transversa la muestra, que a la vez visibiliza la participación de las mujeres y de comunidades como la LGTBI, el abandono de los indígenas y la migración nicaragüense, entre otras poblaciones.

Estas premisas que cuentan la historia desde otra perspectiva son el resultado de un proceso de investigación que, desde el 2011, lleva a cabo Villalobos en conjunto con historiadores de la Universidad de Costa Rica y la Universidad Nacional, museógrafos, diseñadores, educadores y conservadores, así como con el apoyo del destacado museólogo español Rafael Azuar.

“En los setenta teníamos exposiciones donde los protagonistas eran los presidentes; después los montajes en salas sobre historia fueron evolucionando: en los 80 se incluyeron temas de historia económica, social y cultural”, detalló Villalobos, quien afirma que en el siglo XXI la museografía debe contextualizar los grandes procesos culturales, en los cuales, por ejemplo, aparece el tema ambiental.

De acuerdo con Villalobos, esta visión es congruente con que la historia es construida por todas las personas desde sus particularidades, al participar en procesos comunes a la sociedad.

“El baile de la yegüita” es una tradición indígena y católica que se celebra los 12 de diciembre en Nicoya, para conmemorar el día de La Virgen de Guadalupe.

Aprendizaje y goce

“Una exhibición también tiene que ser lúdica y de exhibición no formal, experiencia donde aprendás y tengás goce en la apreciación del objeto”, afirmó Villalobos. Para visibilizar este nuevo enfoque, la museografía innova con piezas impresas en 3D que se pueden tocar, elementos multimedia con videos y audios, así como elementos para palpar. También es una exhibición inclusiva, pues tiene acceso universal.

En este mismo sentido, el recorrido destaca varios periodos cruciales para la sociedad costarricense mediante escenas cotidianas que son puentes de la historia general con la personal.

Con esculturas impresas en 3D de personajes en tamaño natural, la exhibición destaca el zapatero, que en el período liberal y con la ampliación de la ciudad, representa esos oficios artesanales de sectores sociales que protagonizaron las luchas para alcanzar la jornada laboral de ocho horas.

Del mismo modo, en el capítulo de los años cincuenta con el auge del Estado, la exhibición presenta una escena de una enfermera vacunando a un niño en una cama de un hospital, tema clave para el avance en el sistema de salud.

“Todos tenemos una marca de la vacunación y eso fue una política de Estado que llevó al país en los setenta a subir la esperanza de vida de una forma bastante dramática llegando a niveles que todavía conservamos”, apuntó Villalobos.

Seguidamente, el apartado de los sesenta muestra una sala de una casa con sillones y un televisor de la época, que simboliza el momento en que Costa Rica se introdujo en un mundo de expansión de la cultura de masas.

En una de las paredes de ese espacio cuelga un cuadro del artista plástico “Felo” García, en el que representa los tugurios producto de la migración del campo a la ciudad.

“Porque al igual que crece una clase media fuerte y la educación superior pasa a ser un elemento de movilización social, paralelamente se está acabando la frontera agrícola en el Valle Central en varios puntos y crece el Gran Área Metropolitana”, agrega la curadora.

El nuevo guion curatorial también muestra la época de crisis en la cual entró Costa Rica a partir de los ochenta hasta la actualidad, y que hizo al Estado en crecimiento entrar en conflicto afectando a muchos sectores sociales. “Las funciones del Estado llegaron después a ser cuestionadas desde la óptica neoliberal”, puntualizó Villalobos.

Para la curadora la crisis persiste y se vive un período de incertidumbre, de ahí que el cierre de la exposición sea un espejo en el cual el visitante se mira. “Hay dilemas y contradicciones y como ciudadanos nos toca ver cuáles son las respuestas”.

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