La sombra chinesca

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Sombra chinesca.

La sombra chinesca

CRI

  •  La sombra chinesca de China, fruto de la feliz combinación de la artesanía popular y la ópera, brilla como una fina perla en el amplio pabellón de las artes chinas.
  •  Mucho antes de que fueran inventadas la película cinematográfica y la televisión, se veía el teatro de sombras chinescas en vastas zonas rurales de China. Desde hace miles de años, el teatro de sombras chinescas atrae multitudes gracias a su peculiar encanto artístico.

¿Pero qué son las sombras chinescas? Como muchos de ustedes ya sabrán, se trata de un espectáculo consistente en proyectar las sombras de unas figurillas sobre una cortina iluminada desde la parte opuesta a los espectadores. Las figurillas, de colores diversos y grabadas a mano, se hacen con cuero. De ahí que en chino este espectáculo se llame piyingxi, cuya traducción literal viene a ser «obra teatral de sombras de piel».

Cuenta la leyenda que tras la muerte de su concubina favorita, la señora Li, el emperador Wu de la dinastía Han del Oeste cayó en una profunda tristeza. Para ayudarlo a hacer frente a tan sentida pérdida, un ocultista del rasallo de Qi, actual provincia de Shandong, le aseguró que con sus sortilegios podría invocar al espíritu de la fallecida. Después de tallar una figura plana que guardaba un gran parecido con la difunta concubina, al caer la noche el ocultista encendió numerosas velas y proyectó su sombra sobre una cortina colgada frente al emperador. En aquella borrosa pero bella silueta el emperador Wu creyó ver a su amada y, embargado por la emoción, rompió a llorar.

Son muchos quienes sostienen que el origen de las sombras chinescas se encuentra precisamente en aquel piadoso engaño urdido por un ocultista del reino de Qi. La luz que emitían esas velas y la cortina sobre la que se recortaban esas siluetas pueden considerarse lejanos predecesores de los proyectores y las pantallas de cine inventados miles de años después.

Tras haberles hablado del origen legendario de las sombras chinescas, pasamos ahora a explicarles su origen histórico. El testimonio más temprano de esta arte escénica lo encontramos en la colección de ensayos de Nandeweng, escritor de la dinastía Song del Norte (960-1127). En un pasaje de uno de ellos se dice lo siguiente: «Los artesanos de nuestra capital recortan gruesos papeles dándoles forma de personas, aves y otros animales; luego los decoran con pieles de diversos colores; estas figuras planas se manipulan desde abajo mediante varillas sujetas al cuello y a las cuatro extremidades; los argumentos de las obras que los hábiles titiriteros representan con ellas son muy parecidos a los de las novelas históricas contemporáneas; los personajes buenos son siempre bien parecidos, mientras que los malvados se distinguen por su fealdad. Esta clara división entre buenos y malos refleja la opinión del pueblo sobre determinados personajes históricos».

De esta larga cita se deduce que en aquel entonces el cuero aún no era el único material empleado en la fabricación de las figuras. Sin embargo, todo parece apuntar a que el origen histórico del teatro de sombras chinescas se encuentra en las representaciones con figuras de papel de la dinastía Song del Norte. Además, de esa misma cita se desprende que las obras representadas con tales figuras incluían acciones y palabras muy influidas por las novelas históricas más conocidas de la época.

Por otra parte, en Recuerdos sobre nuestra antigua capital encontramos un testimonio de que las sombras chinescas nacieron en Bianliang, capital de la dinastía Song del Norte. Esta obra, escrita en la dinastía de Song del Sur, es un nostálgico recorrido por Bianliang antes de que cayera en manos de la etnia nüzhen. En ella aparecen los nombres de famosos artistas de sombras chinescas. Estos datos resultan muy valiosos, pues revelan que ya en tiempos de la dinastía Song del Norte surgieron de entre el pueblo compañías independientes que se dedicaban a esta modalidad del arte dramático.

No pudiendo resistir la acometida de los nüzhen, pueblo nómada procedente de la China septentrional, la dinastía Song del Norte se vio obligada a establecer su capital en Lin’an, es decir, en lo que hoy es la ciudad de Hangzhou. De ahí que posteriormente pasara a denominarse dinastía Song del Sur. A la familia y la corte imperial les acompañaron los artesanos y las compañías de sombras chinescas. Según los documentos históricos, en aquella época este espectáculo adquirió una gran popularidad, tanto es así que en ninguna fiesta podía faltar una representación de este tipo. Una de las agencias más famosas de aquellos tiempos fue la de Huicao, cuyas actuaciones eran acogidas con entusiasmo por los habitantes de Lin’an, para quienes constituían uno de sus principales entretenimientos.

Finalmente, la dinastía Song del Sur se extinguió, pero las sombras chinescas siguieron floreciendo. Sin perder la impronta dejada por dicha dinastía, durante las siguientes este género teatral evolucionó sin cesar y se ramificó en infinidad de escuelas. En Yanjing, capital de la dinastía Liao establecida en lo que hoy es Beijing, las dos escuelas más populares eran las llamadas Sombra del Tigre y Luanzhou. La primera procedía de las provincias de Shaanxi, Henan y Gansu, mientras que la segunda surgió en la misma capital. Esto demuestra que en la dinastía Liao la popularidad de las sombras chinescas no se limitaba a Yanjing y a otras grandes ciudades, sino que se extendía a las provincias, cuyas escuelas llegaron incluso a influir en las de la capital.

A principios de la dinastía Qing (1644-1911), en Chaozhou, ciudad del este de la provincia de Guangdong, surgió una modalidad de sombras chinescas que no tardó en cobrar gran auge. Los datos históricos indican que los chaozhouneses solían trabajar pieles de buey para crear figuras movibles y utilizaban un farol para proyectar su sombra sobre una cortina de papel. Con medios tan económicos se representaban obras que atraían a un público muy numeroso. Se dice que chaozhouneses eran tan aficionados a este espectáculo que no era raro que se pasaran toda la noche contemplando las sombras.

Lo más sorprendente de las sombras chinescas de Chaozhou es que una sola persona se encargaba de manipular todos los personajes de la obra, ponerles la voz, cantar óperas locales y dirigir la orquesta. Los espectadores veían muchos personajes, oían muchas voces diferentes y fragmentos de ópera, pero si miraban detrás de la cortina solo encontraba a una persona.

Desde su llegada a Europa a mediados del siglo XVIII, los espectáculos de sombras chinescas han fascinado a los artistas de Occidente. Tras la fundación de la nueva China, nuestros dirigentes han agasajado a los visitantes extranjeros con este tipo de representaciones teatrales.

Con tantas maneras de entretener el tiempo como hay ahora, las sombras chinescas son consideradas meramente un curioso arte folclórico. Sin embargo, la antigüedad y elegancia de sus figuras poseen un elevado valor artístico y despiertan el interés por coleccionarlas entre los amantes de la antigua cultura china.

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